El 29 de junio el Papa Francisco saltó a los medios con la siguiente sentencia: «Los comunistas nos han robado la bandera de los pobres». La frase, elocuente donde las haya, deja claro el modelo de Iglesia que busca construir Francisco de la mano de todos los que quieren solidarizarse con las miserias humanas. Sin […]
El 29 de junio el Papa Francisco saltó a los medios con la siguiente sentencia: «Los comunistas nos han robado la bandera de los pobres». La frase, elocuente donde las haya, deja claro el modelo de Iglesia que busca construir Francisco de la mano de todos los que quieren solidarizarse con las miserias humanas.
Sin entrar a valorar el término «robo», pues creo que ciertos valores universalizables son apropiables sólo por el ejemplo, viene al caso denunciar la noticia de que defensores de los pobres y solidarios con los de abajo como D. José Sarrión Andaluz sean expulsados de su trabajo de la Universidad Pontificia de Salamanca de mano de su obispo, Don Carlos López Hernández. Aquí es donde me pierdo y ya no sé cuál es la bandera de los pobres si el Papa dice una cosa y el obispo de Salamanca la contraria. D. José Sarrión Andaluz, además de profesor de antropología y ciencia, es miembro del comité central del Partido Comunista de España. Sí, del PCE, de estas personas que son capaces de vivir su compromiso cristiano dando charlas en el Congreso de Teología Juan XXIII, sudar recogiendo verdura en un invernadero y pensar en economía al mismo tiempo. En diálogo con la vida, como diría algún contemplativo.
¿Qué ha argüido el Obispo de Salamanca para echar a este profesor cuya valoración entre los alumnos es notablemente superior a la media y cuyo trabajo de doctorado en filosofía recién presentado ha sido calificado con sobresaliente cum laude por todo el tribunal?
Simple: La incompatibilidad entre ser profesor de universidad y militar con cargo en un partido de izquierdas por el cual no siente ninguna simpatía.
Vaya, si es ésa la universidad del siglo XXI… No sólo me indigna por la estima en que tengo a José Sarrión, sino por las trabas que se le pone a una persona honesta intelectualmente. Si la universidad recluye los pensamientos divergentes, caminaremos nuevamente hacia épocas oscuras nunca desterradas del todo, cuando el raciocinio valía menos que la doctrina impuesta; y sin pensamientos divergentes, ¿con quién habría contrastado sus ideas Teilhard de Chardin para escribir La misa sobre el mundo? ¿cómo habría evolucionado la doctrina social sin escuchar antes a unos maestros de la sospecha?, ¿de dónde habría salido un Vaticano II sin experiencias y teologías exploradoras de nuevas formas de evangelización?
El obispo de Salamanca, D. Carlos López Hernández se considera, autosuficiente y dogmáticamente clave de análisis de cualquier realidad temporal; Un inmanentísimo señor obispo enrocado frente a un colegio de doctores, tanto de los gloriosos de la historia de la Iglesia como de los ilustres de su universidad. Voy a arriesgarme a hacer un juicio de intenciones. Tal como yo veo la decisión del obispo de Salamanca, D. Carlos ha querido enmendarle la plana al Papa Francisco. La situación se me inspira así:
– Francisco, hombre, deja de dialogar con el mundo, deja de abrir brazos a diestra y siniestra, que dando carpetazo como en los viejos tiempos resulta más fácil convencerles.
Juan XXIII y Pablo VI fueron profetas del ecumenismo, Juan Pablo II, poco amigo de comunistas y poco sospechoso en este sentido, en la Christifideles Laici lo escribe tajante y la Conferencia Episcopal Española lo aplaude poco después escribiendo el CLIM:
Los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la «política»; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común. Como repetidamente han afirmado los Padres sinodales, todos y cada uno tienen el derecho y el deber de participar en la política, si bien con diversidad y complementariedad de formas, niveles, tareas y responsabilidades.
(ChL 42)
Los padres conciliares le darían un tirón de orejas al señor obispo por no haber leído a estas alturas la Encíclica Gaudium et Spes (luego nos quejamos de que el Concilio anda meningítico)
Es de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia […]
La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana.
(GS 76)
Y es que con salvaguardias así, ¿quién necesita enemigos? digo yo. Benedicto XVI , cuestionado por conservador, creó espacios para el diálogo de igual a igual con pensamientos religiosos diferentes y con pensamientos ateos. Su correspondencia con Odifreddi es un pequeño ejemplo. ¿Dónde queda en Salamanca el atrio de los gentiles, que no lo veo?
Del Papa Francisco I ya he hablado iniciando este artículo y poco hay que añadir.
Mi conclusión es que el obispo de Salamanca, D. Carlos López Hernández va por libre. ¿Qué es lo que promueve ese modo de gobernar la Iglesia? Promueve el miedo a la libre conciencia y la libertad de conciencia es el sagrario del hombre decía San Agustín. Tras la represión de la libre conciencia llegan las tiranías, la hipocresía social y el cinismo. Tal vez pensando que hace un favor a la Iglesia, D. Carlos López Hernández nos lleva de la mano a los previos de la Contrarreforma, cuando la estética abundaba más que la ética, lo mirases como lo mirases.
A un seguidor de José Millán Astray como D. Carlos López Hernández quisiera responderle frente a su «¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!», un mensaje más evangélico de esperanza: «¡Viva el diálogo interreligioso, la dialéctica metodológica y el aprendizaje de las distintas Gracias que cada ser humano aporta!».
De niño, como buen charro que soy, buscaba la rana en el portalón de la Universidad acompañado por mi abuelo y escuchaba las desdichas de un Fray Luis de León que entraba en prisión y salía cinco años después. En una joven democracia, para un niño que no había vivido los previos, todo sonaba a cuentos y aventuras. Tengo esperanza de que D. José Sarrión Andaluz pronto repita con Fray Luis lo de «Como decíamos ayer«. Supongo que comparaciones como esta son manidas, pero no por ello inexactas. La caza de brujas llega a nuestro país y se extiende como el cólera si nadie la para a tiempo. Llega a mis oídos que en San Sebastián se acaba de dar un caso similar con otro profesor universitario, en esta ocasión, del Instituto de Ciencias Religiosas que ha sido expulsado de manos del Obispo D. José Ignacio Munilla Aguirre. Después de veinte años de servicio, D. José Ramón Salvador ha sido expulsado. Sirvan estas líneas también para movilizar a cuantos podamos solidarizarnos eficazmente.
Cada vez que un Papa desentierra el Concilio Vaticano II, hay quien se empeña en demolerlo. Yves Congar y Karl Rahner se revolverían si no estuvieran ya en la gloria. Y a propósito de Rahner, que si la conciencia latente de Dios parte de la experiencia de limitación del conocimiento, no sé yo si un obispo que se considera tan inteligente como para echar de la universidad a una eminencia de la talla de D. José Sarrión, con toda su trayectoria cum laude y simpatías del alumnado, tendrá mucho de cristiano. Flaco favor hace a la cultura y a la imagen de una universidad que siempre se ha distinguido por lo contrario.
¿Se entiendería en una facultad de Filosofía que hubiese un Platón sin Aristóteles parejo? ¿Un Nietzsche sin un Kant? ¿un Hume sin Descartes?
Quod Salmantica dat, Episcopus removet. Inquisitio perseveret. Nuevo lema para nuestra extensa historia de capitalidad cultural a no ser que ciertas personas, aún a tiempo, recapaciten.
Joaquín Sánchez Cabezas, profesor.
Éste es el correo para recibir adhesiones al manifiesto de apoyo:
CONTRA LA PERSECUCIÓN IDEOLÓGICA EN LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA
El pasado mes de julio, el Profesor Dr. José Sarrión Andaluz ha sido despedido de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) bajo mandato del Obispo de Salamanca en su calidad de Gran Canciller de dicha Universidad, como represalia a su participación en organizaciones políticas de izquierdas y movimientos sociales. Este despido es la culminación de un proceso de persecución ideológica desarrollado en el seno de la UPSA, iniciada tras la Huelga General del 29 de Marzo de 2012 en la que el citado Profesor informó al resto de la plantilla de que la Universidad estaba realizando requerimientos ilegales a los empleados que desearan secundar la Huelga. Desde entonces se ha sucedido una cadena de actos de persecución, que han incluido el apartarle de asignaturas que venía impartiendo desde hace años y verter acusaciones sin fundamento desde el Rectorado, todas las cuales tuvieron que ser retiradas de inmediato dada su falta de veracidad.
Finalmente el Obispo de Salamanca ha ordenado el despido, un mes después de que José Sarrión defendiera su Tesis Doctoral «La noción de ciencia en Manuel Sacristán» con Sobresaliente Cum Laude por unanimidad. A pesar de que defender la Tesis antes de julio de 2014 era el requisito que se exigía a todos los profesores para seguir ejerciendo docencia, el momento elegido para el despido ha sido precisamente semanas después de obtener el título de Doctor.
El Obispo de Salamanca, D. Carlos López Hernández, ha reconocido que ha ordenado este despido estrictamente por las convicciones políticas del profesor, quien desde noviembre de 2013 fue elegido miembro del Comité Federal del Partido Comunista de España (PCE). No ha encontrado ninguna causa objetiva en relación con su ejercicio docente o investigador; es más, el Profesor despedido se encuentra, según las valoraciones anónimas realizadas por los alumnos en las evaluaciones del profesorado oficiales de la UPSA, muy por encima de la media de valoración de la Facultad y de la Universidad. La decisión del Obispo se ha basado, según sus propias declaraciones, exclusivamente en su desagrado personal hacia el pensamiento de izquierdas, y en que considera incompatible ocupar cargos de responsabilidad en un partido de izquierdas y el ejercicio de la docencia en dicha Universidad (en cambio, no ve incompatibilidad en lo que respecta a otros partidos como el PP), llegando a reconocer literalmente que se trata de un acto de «legítima discriminación ideológica» (sic).
Los abajo firmantes nos oponemos al despido del Profesor Dr. José Sarrión Andaluz por parte de la Universidad Pontificia de Salamanca por considerarlo un acto de persecución ideológica y defendemos las libertades democráticas en el seno de la Universidad.
Las personas que deseen transmitir su adhesión pueden hacerlo al correo: [email protected]
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.