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El trabajo de archivo revela una cifra de unos 4.400 fusilados

Jóvenes voluntarios desentierran la magnitud del «holocausto de Málaga»

Fuentes: Efe

  Jóvenes voluntarios siguen desenterrando el mayor conjunto de fosas comunes de la Guerra Civil y el franquismo en el antiguo cementerio malagueño de San Rafael, que da una idea de la magnitud de lo que los familiares de los fusilados llaman «el holocausto de Málaga». Existe constancia documental de que se produjeron fusilamientos en […]

 

Jóvenes voluntarios siguen desenterrando el mayor conjunto de fosas comunes de la Guerra Civil y el franquismo en el antiguo cementerio malagueño de San Rafael, que da una idea de la magnitud de lo que los familiares de los fusilados llaman «el holocausto de Málaga».

Existe constancia documental de que se produjeron fusilamientos en el lugar desde febrero de 1937, fecha de entrada de las tropas nacionales en Málaga, hasta 1951, según Sebastián Fernández, profesor de la Universidad de Málaga y director técnico del proyecto de exhumación de los restos.

Por ello, se puede hablar de una «represión muy programada y sistemática de los republicanos y de personas que probablemente no tenían ninguna vinculación política».

El trabajo de archivo revela una cifra de unos 4.400 fusilados en San Rafael, de los que hasta ahora se han exhumado los restos de la mitad, por lo que la «masacre» en esta ciudad tuvo «una importancia bastante grande», y es que no hay «constancia de ninguna exhumación de esta magnitud en España», según Sebastián Fernández.

Además de los restos óseos, se hallan botones de la ropa y objetos personales como monedas, crucifijos o medallas religiosas, los únicos materiales que resistieron la acción de la cal viva que se arrojó a los cuerpos y de la que da fe el aspecto blanquecino de la tierra, señala el arqueólogo Andrés Fernández, codirector de la excavación.

A la antigua necrópolis acude con asiduidad Francisca Córdoba Serrano, de 76 años, para depositar flores a su padre, uno de los 4.400 fusilados cuyos restos reposaban en el recinto.

«Mis padres vivían como novios, con cuatro hijos y sin casarse, pero cuando mi padre se dio cuenta de que lo iban a matar, pidió un cura para que sus hijos fueran legítimos, y se casaron en la cárcel con nosotros», recuerda a Efe Francisca sin poder evitar la emoción.

Su hija, Paqui Rando Córdoba, venía desde niña con sus padres para poner flores y rememora el miedo a las represalias durante el franquismo, cuando había «gente que pasaba a nuestro lado, se nos quedaba mirando o incluso escupía».

«No nos han criado con rencor, al revés, nos contaban la historia de nuestro abuelo como un cuento, pero al hacernos mayores vimos la triste realidad. Hace un año y pico vine aquí y cuando vi el horror comprendí lo que había sido el holocausto de Málaga», añade Paqui, que desea que «las generaciones venideras sepan que esto existió».

También están en San Rafael los restos del padre de Gertrudis Rey Muñoz, quien junto a su madre llegó desde su pueblo, Cútar, a la capital malagueña en busca de su padre y la única respuesta que recibieron fue «que se lo habían llevado de paseo».

«Preguntaba de niña y me decían que había muerto en la guerra, pero no era así. Me lo quitaron y me lo mataron, el 2 de marzo de 1937, con 37 años», se lamenta Gertrudis.

Estas familias tienen ahora la tranquilidad de saber que los restos están siendo exhumados y guardados en cajas, y esperan que se construya «un sarcófago con todos los huesos y que se les haga un homenaje», según José Dorado, hijo de un fusilado y vicepresidente de la Asociación contra el Silencio y el Olvido y por la Recuperación de la Memoria Histórica de Málaga.

Además de este sarcófago, los familiares han logrado el compromiso municipal de fijar un día para rendirles un homenaje cada año a los fusilados por parte del Ayuntamiento de Málaga.