En estos momentos históricos los escenarios en la política catalana y española son complejos y están abiertos. Transición 2.0 para que nada cambie o ruptura del régimen para decidirlo todo. Contexto incierto donde los casos de corrupción de CDC, PP y PSOE están a la orden del día y donde la situación de crisis, precariedad […]
En estos momentos históricos los escenarios en la política catalana y española son complejos y están abiertos. Transición 2.0 para que nada cambie o ruptura del régimen para decidirlo todo. Contexto incierto donde los casos de corrupción de CDC, PP y PSOE están a la orden del día y donde la situación de crisis, precariedad y desigualdades en aumento continúan (1).
Una relativa calma se ha instalado en Cataluña después del agónico acuerdo de investidura y la configuración del nuevo gobierno donde Artur Mas ha cedido el Trono (2). Relativa porque ya se han hecho patentes las primeras discrepancias entre los socios de legislatura referentes a la no unilateralidad, la no desobediencia y la relativización del periodo de 18 meses así como los reajustes para las primeras votaciones parlamentarías para no escenificar rupturas y el llamamiento de Puigdemont al Gobierno de extender la mano a la oposición para lograr acuerdos. Un gobierno que tiene que empezar a desarrollar su hoja de ruta, que ya tiene recurridas por el gobierno del PP en funciones la consejería de exteriores y la comisión del proceso constituyente al Tribunal Constitucional y que tiene que aprobar o prorrogar los presupuestos. El choque de trenes entre los gobiernos catalán y español continúa y la estabilidad del Procés está en manos del entendimiento entre Junts pel Sí y la CUP. Una nueva temporada con nuevos personajes, tramas surrealistas y giros inesperados ha empezado.
Un gobierno catalán que con los resultados del 27S no está legitimado para proclamar la República Catalana independiente pero si para abrir el proceso constituyente para definir qué Cataluña queremos. Un proceso constituyente que tiene que ser popular y participativo, donde Cataluña Sí Que Es Pot está dispuesta a sumarse, y que tendría que culminar con un referéndum sobre el futuro político de Cataluña. Escenario del derecho a decidir y de la justicia social donde se encuentra la mayoría de la población catalana y a partir del cual Barcelona En Comú quiere impulsar un nuevo espacio político de confluencia. Propuesta embrionaria que tiene tiempo para articular una plataforma ciudadana amplía que sume los esfuerzos y éxitos de las últimas elecciones municipales y estatales para construir una alternativa de país, soberanista y socialmente justa.
Mientras tanto las posturas enrocadas, la tensión y el desgobierno que había en Cataluña se han trasladado más allá del Ebro. La articulación en el Estado de una mayoría parlamentaria suficiente para conformar un nuevo ejecutivo tiene muchas dificultades y diferentes posibilidades. Con esta situación la gobernabilidad continúa siendo incierta y la imposibilidad de obtener los apoyos necesarios en la primera ronda de contactos hizo declinar a Rajoy el ofrecimiento del monarca. Un mes después de las elecciones del 20D Rajoy y su gobierno siguen en funciones y las posibilidades de Sánchez son escasas si no se abre al debate territorial, debate que la mayoría de sus barones no quieren ni oír a hablar (empezando por Susana Diaz).
Con la conformación de la Mesa del Congreso y la posterior constitución de los grupos parlamentarios llegaron las primeras discrepancias donde los llamados «los tres del Búnker» (PP, PSOE y C’s) pusieron impedimentos al grupo de ERC y querían dejar sin voz propia a En Comú Podem – candidatura más votada en Cataluña – que finalmente optó por integrarse en el grupo confederal y plurinacional de Podemos y las confluencias. Pocos días más tarde la propuesta de Podemos al PSOE y a IU de un gobierno de izquierdas ha hecho tambalear nuevamente la política española. El órdago lanzado por Iglesias evidencia las contradicciones internas de los socialistas poniéndolos en la tesitura: PP o cambio. Órdago igualmente peligroso puesto que no tiene que servir para rebajar programa ni para salvar a uno de los puntales del bipartidismo. No obstante, en el juego de tronos que se ha convertido la política española hay también disputas internas entre los partidos de los aspirantes y otras fuerzas ocultas juegan un papel relevante. La vieja guardia del PSOE apuesta por un gobierno del PP en minoría y dentro de los populares empiezan a oírse voces instando a un posible relevo de Rajoy, el cual ha puesto toda la maquinaría popular en marcha para presionar al líder de los socialistas a aceptar un acuerdo. A la vez C’s insta al PP a abrir negociaciones para encontrar fórmulas para que la legislatura empiece a andar y sea posible la gobernabilidad. Y, finalmente los poderes económicos y financieros, estatales y europeos, presionan por un pacto estable que otorgue una supuesta estabilidad para continuar aplicando reformas favorables a sus intereses. Su apuesta es la gran coalición.
Rebaja de promesas electorales, líneas rojas, cortinas de humo, renuncias, carreras en los pasillos, familias (políticas) enfrentadas, cambio de candidatos, pactos de gobierno o nuevas elecciones. La situación vivida durante más de tres meses en Cataluña ahora se reproduce en España.
Escenarios constituyentes o de recentralización. Ruptura democrática del régimen del 78 o cierre por arriba de las posibilidades de cambio social. Estos son los escenarios abiertos que están en juego en Cataluña y España. La partida continúa.
Notas:
(1) Ver el informe de Oxfam Intermón «Una economía al servicio del 1%»
(2) Ver el artículo «Ni Mas, ni marzo»
Blog del autor: jgellida.blogspot.com
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