Financiación ilegal, pactos secretos, exclusión de partidos pequeños, manipulación mediática , incumplimiento de promesas o repetición de referendos: todo tipo de subterfugios legales e ilegales elaboran un complejo sistema electoral que carece de la más mínima credibilidad. Si bien se apela a un voto individual y responsable, se valida la mayor paradoja política posible: la […]
Financiación ilegal, pactos secretos, exclusión de partidos pequeños, manipulación mediática , incumplimiento de promesas o repetición de referendos: todo tipo de subterfugios legales e ilegales elaboran un complejo sistema electoral que carece de la más mínima credibilidad. Si bien se apela a un voto individual y responsable, se valida la mayor paradoja política posible: la mayoría de votantes «legitima» a los representantes de una exigua minoría para apropiarse de los recursos económicos y productivos de un país, y del poder para gobernar a la población en contra de sus intereses y deseos.
Los mercados se concentran, los programas políticos convergen y se desenmascara el bipartidism o. Ahora ya solamente interesan unos gobiernos suficientemente fuertes como para reprimir cualquier movimiento reivindicativo y aniquilar el inminente estallido social.
Pero si queremos participar en la gestión política de la sociedad, y ya que tenemos derecho a votar, ¿porqué no jugar a nuestro antojo con el sistema electoral? Actuemos irreverentemente contra las leyes injustas, opongamos un voto de protesta que anule las reglas del juego e impugne la farsa electoral.
«Vota nulo, el voto políticamente más incorrecto». El voto nulo masivo se transforma, de voto improcedente, en acción concertada de protesta, poniendo en valor lo que hasta ahora carecía de interés y se computaba como un simple error. Protesta pacífica, sin costes y con amplia repercusión, con el voto nulo masivo declaramos nuestra insumisión al sistema electoral. El voto nulo, improcedente y necio, se convierte así en acción política de desobediencia civil. Defendamos el derecho a ‘equivocarnos’, que ya tendremos la sabiduría de rectificar cuando lo declaren ilegal…
Abstención activa, el voto nulo nos distancia completamente de la desidia y del pasotismo con que a menudo se acusa a muchas víctimas de este esperpento de democracia. Abstención claramente visible, es una opción radicalmente ajena a las perversas influencias de factores mediáticos o emocionales con las que al poder tanto le gusta confundir.
Alzados en rebeldía, usando la imaginación y la creatividad, marquemos el voto con el sello de nuestra indignación. Introduzcamos en las urnas un lema reivindicativo o una reflexión, una papeleta mutilada o una imagen gráfica que exprese el desencanto y sufrimiento que nos hacen sentir. Un voto lúdico que parodie la miseria democrática en que han convertido el sistem a, o tal vez una papeleta negra, como negro es nuestro destino en sus manos. En el recuento electoral figurará que elegimos a ‘ningún’ partido político para gobernarnos, y que entre los candidatos, seleccionamos a ‘nadie’ para representarnos.
Hace 34 años que padecemos un sistema político excluyente en la participación, asfixiante en la abstención. Pero la gente de este país, harta del todopoderoso y sacro voto individual y de conciencia, podemos emitir un voto inútil, hereje y banal. Un voto nulo, pero un voto diseñado y consensuado para disentir.
«Rebélate, anula el sistema».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.