Feministas cubanas de distintos colectivos, experiencias, edades y ámbitos sociales se reunieron en La Habana para soñar y construir espacios comunes de apoyo, acción y reconocimiento.
Bajo el lema Juntémonos, la Cátedra Avellaneda del Instituto de Literatura y Lingüística organizó un encuentro el 8 de abril, en la sede de esa institución académica, con motivo de conmemorarse un siglo del Primer Congreso Nacional de Mujeres, celebrado en La Habana en 1923.
«Hace mucho tiempo que sentíamos la necesidad de organizar un espacio de intercambio entre feministas y mujeres que vinieran de distintos lugares para encontrarnos y pensar maneras de trabajar juntas, establecer redes, vínculos y conectarnos. Ahora apareció la oportunidad de hacerlo y ha sido una experiencia muy enriquecedora», cuenta a SEMlac la ensayista y feminista Zaida Capote Cruz, coordinadora de la Cátedra Avellaneda.
A la convocatoria asistieron 32 mujeres, la mayoría integrantes de colectivos, organizaciones y proyectos diversos, entre ellos: la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y su Centro de Estudios de la Mujer (CEM), el proyecto Miradas de Mujer de la Uneac, Payasas Terapéuticas, el Centro Félix Varela, la Red Feminista Berta Cáceres, Proyecto Hormigas, Proyecto Cucuyé, la revista Waslalas, el colectivo Cimarronas, la colectiva Nosotres, el Proyecto Música es Mujer, integrantes de la Articulación Afrofeminista y jóvenes feministas de la Universidad de La Habana.
«Muchas se conocían entre sí, otras no; algunas era la primera vez que participaban en espacios como este y nos sentimos conectadas», agrega Capote.
Cinco temas guiaron el trabajo en grupos y las propuestas: espacios seguros y solidarios, condiciones para una vida cotidiana plena, rutas para la sororidad, contribución pública de las mujeres y formas de lo común.
Entre los temas comentados estuvieron los cuidados, la difícil reproducción de la vida, las violencias machistas, las sospechas que pesan sobre colectivos y experiencias nuevas, la memoria histórica desde una mirada interseccional y el trabajo comunitario.
Las asistentes reflexionaron sobre la urgencia de identificar los espacios inseguros para las mujeres en sus territorios, compartir información sobre la violencia obstétrica y generar redes de acompañamiento y cuidado para personas LGBTIQ, víctimas de violencia de género, defensoras de derechos, periodistas y colectivos feministas.
También propusieron socializar de manera efectiva los mecanismos para la denuncia de las violencias de género existentes en el país y crear espacios comunitarios de sensibilización sobre esta problemática en las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia de la FMC.
Haled Martínez, activista y directora del Museo municipal de Marianao, al oeste de La Habana, puso énfasis en el diálogo horizontal y el conocimiento de las comunidades.
«Creo que no se puede perder de vista el contexto y las condiciones de vida en nuestras comunidades. En los barrios tienes que lograr un diálogo interesante que, sin ser populachero y vulgar, conecte con las necesidades de las personas; si no, ni te van a atender ni tampoco vas a transformar nada. A la comunidad se llega a transformar y a transformarse», afirma Martínez.
Por más de dos horas las participantes se concentraron, principalmente, en identificar acciones comunes viables a corto plazo.
Algunas de las propuestas más repetidas y que encontraron consenso fueron: acompañarse y apoyar en la legitimación de distintas experiencias; promover sus actividades a través de un boletín participativo; generar acciones culturales y comunitarias; unir activismo y academia en un archivo o biblioteca feminista; sumarse al mapeo de experiencias feministas que realiza la Red Berta Cáceres y conectar los diversos espacios con el trabajo de la FMC.
En un contexto de crisis económica, la producción cooperada puede ser una vía para aliviar necesidades diarias, por eso varias asistentes se entusiasmaron con la idea de sumarse a alternativas económicas y productivas accesibles, como la colaboración con huertos familiares y solidarios.
«Me sentí bien, me parece súper lindo poder juntarnos y conocernos; siempre insisto en la importancia de conocerse, crear alianzas, tocar el activismo de barrio y que la gente allí se junte con la academia, con el arte», declara Diarenis Calderón, activista e integrante de Nosotres.
La joven Belsis Isabel Rodríguez Carballo, del colectivo Cimarronas, agradece también la reunión, pues identificó rostros cercanos y otros nuevos. «Una piensa que ya conoce a todo el mundo y no; hoy conocí a otras compañeras que están haciendo cosas y todavía nos faltaba encontrarnos», afirma.
La diversidad en los feminismos cubanos y la puesta en común de unos mínimos para hacer, movilizan a esta joven a participar en propuestas de articulación como Juntémonos.
«Siento que hay intereses que no estamos concretando, incluso desde los espacios de los que yo vengo. Nos falta trabajar para que la articulación se materialice y ver las condiciones de cada una para impulsarla. Hace falta un movimiento feminista cubano y eso lleva un programa político para que, de alguna forma, se unan todos los esfuerzos feministas. Pese a las diferencias, hay mínimos comunes y necesitan estar reflejados», reflexiona Rodríguez Carballo.
Como resultado inicial de esta iniciativa, las 32 participantes acordaron reunirse en un grupo de WhatsApp para dar continuidad a las propuestas hechas.
«En cuanto a proyecciones futuras quedaron muchas ideas de articulación. El tiempo se extendió, pero creo que terminamos agotadas y felices, porque todas pudimos decir lo que pensábamos», celebra Zaida Capote Cruz.