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La abstención y la izquierda ganan las elecciones catalanas

Fuentes: Rebelión

Catalunya es de izquierdas. Y no porque lo diga yo. Sino porque lo han reiterado el número de escaños y votos que han obtenido las fuerzas progresistas. Si viviéramos en un sistema presidencialista, Mas habría ganado las elecciones porque ha sido el candidato más votado. Pero en un sistema parlamentario, el ganador ha sido el […]

Catalunya es de izquierdas. Y no porque lo diga yo. Sino porque lo han reiterado el número de escaños y votos que han obtenido las fuerzas progresistas. Si viviéramos en un sistema presidencialista, Mas habría ganado las elecciones porque ha sido el candidato más votado. Pero en un sistema parlamentario, el ganador ha sido el proyecto del tripartito. Y lo ha sido porque los miles de votos que han cosechado PSC, ERC e ICV han sido con la conciencia de que estos partidos reeditarían un proyecto de corte social y catalanista para Catalunya. Sería, pues, un fraude para la democracia que no hubiera un gobierno de izquierdas.

Para que no haya un gobierno de izquierdas en Catalunya, CiU debería convencer a PSC o ERC para que Mas sea President. Está difícil el pacto con Esquerra, en primer lugar porque los votos que ésta pudo recibir en las pasadas elecciones y que se han visto defraudados porque no pactaron con CiU, han caminado hacia CiU o la abstención. En este sentido, aunque votantes de ERC prefieran un pacto con CiU no es el sentir ni de la mayoría de votantes ni de militantes y esta opción sería un fraude a la representatividad. Por otro lado, CiU no debe tener muchas ganas de pactar con Esquerra, no sólo por la tensión existente entre ambos desde que los republicanos decidieron apostar por el tripartito, sino porque Esquerra no entiende bien (todavía) las cosas importantes de la política como las relaciones con los grandes monopolios y oligopolios económicos o las comisiones del 3% por las ventas. Sería, pues, más fácil un gobierno con los socialistas, que como han demostrado en las instituciones catalanas donde llevan 25 años gobernando entienden estas cosas y, además, les abriría las puertas de pactos en Madrid que tantos beneficios les comportó desde el año 93 tanto con PSOE como con PP. La pregunta que se debería hacer la ciudadanía catalana es qué beneficios. ¿Fue beneficioso para Catalunya que CiU pactara con el PP? Indiscutiblemente para quien pudo ser beneficioso fue para el empresariado catalán, ese que ha continuado apoyando a CiU durante estos tres años esperando su regreso al poder para restablecer las redes de clientelismo que tantos réditos económicos y políticos ha dado a la burguesía catalana. Precisamente, la reedición del tripartito acabaría con estas redes y socavaría uno de los pilares básicos que sustentan el poder de CiU, de la misma manera que podría desestabilizar otro: el del catalanismo de barretina, sardanas y -cómo no!- la Verge de Montserrat (eso sí, para tranquilidad de tod@s se mantendría el catalanismo culé).

Esta coyuntura sería decisiva porque supondría el desmantelamiento de la Catalunya clientelista y simbólico-identitaria que CiU creó a su propia medida, hipotecando el futuro de ésta sino se renueva y recicla. Ante este panorama sería lógico que el PSC reeditara el tripartito. En primer lugar, porque sería Montilla el President y no Mas, como ocurriría con un pacto con CiU. En segundo lugar, porque el voto del PSC es un voto contra el modelo convergente y no complementario a él (como apelan ahora los de CiU hablando de «un gobierno fuerte»). Y en tercer lugar, porque consolidaría las opciones futuras del PSC a la vez que debilitaría las de CiU.

¿Qué puede ocurrir entonces para que no haya un gobierno de izquierdas en Catalunya? Pues que ZP y el PSOE no lo quieran. No es ningún secreto que éstos preferirían un pacto con CiU. Y no sólo porque sería más comprensible para la población española pactar con el regionalismo «moderado» que con el separatismo «radical», sino porque el propio PSOE ideológicamente estaría más cómodo pactando con ellos tanto en Catalunya como en España. Incluso aquel Alfonso Guerra que fustigaba a la burguesía catalana que encarnaba CiU hoy la avalaría antes de pactar con aquellos que pretenden «romper España». Paradójicamente, aquellos que critican el «nacionalismo» catalán porque antepone los intereses nacionales al bienestar de la clase trabajadora catalana, hoy anteponen su «nacionalismo» español al bienestar de esa misma clase trabajadora, que -qué duda cabe- vive y vivirá mejor con un gobierno tripartito.

Bueno, veremos -si el PSOE le deja- qué decide el PSC, que después de los resultados electorales es quien tiene la verdadera llave de la gobernabilidad en Catalunya (la llave de Carod -aunque no sé hasta que punto lo sabe- es la que abre las puertas de salida de la dirección de ERC).

Ahora bien, no quisiera acabar este análisis sin citar los otros resultados:

En primer lugar, constatar que la derecha fascista española tiene un respaldo minoritario en Catalunya, pero que sigue cumpliendo un papel fundamental en la política catalana: permitir que CiU siga vendiéndose y percibiéndose como un partido de centro y no como la derecha explotadora y caudillista que es.

En segundo lugar, destacar el resultado de ICV, que ha conseguido sumar votos de quien quiere la reedición del tripartito y con el mensaje de un mayor viraje a la izquierda y de políticas y discursos cercanos y serios, lejos de un debate del Estatut que nadie ha entendido y de coronas de espinas y boicots olímpicos. Veremos, no obstante, en un futuro -si hay un tripartito e ICV tiene más poder- si consigue salvarse de la campaña de linchamiento mediático que han padecido PSC e ICV y continuar en la positiva línea de hacer política seria.

En tercer lugar, comentar la entrada de «intelectuales» en el Parlament (aunque consideraron más útil llamarse Ciutadans de Catalunya que no Intel•lectuals de Catalunya). Este fenómeno, que espero que no tenga larga vida, ha conseguido los resultados basándose en dos grandes contradicciones entre su discurso y su práctica. Por un lado, criticaban que el nacionalismo dominara la política catalana, a la vez que era ese mismo nacionalismo -y no verdaderas propuestas sociales- el que estaba presente en todos sus discursos y como eje vertebrador (aunque fuera por oposición a él). Por otro lado, han hecho un discurso demagogo hablando de valores, de políticas cercanas, de debate político y no de shows, mientras la imagen que han conseguido transmitir -y gracias a la cual han entrado- es la del Full Monty de sus pósters.

Finalmente, y para mí el dato más destacado. Por encima de los votos de CiU e incluso de los del tripartito, la opción que ha recibido más apoyos es la de la abstención. La abstención del cansancio de una política sin propuestas, de la decepción de que el gobierno de izquierdas no haya ido más allá, de desgaste de ser utilizad@s cada período electoral, de la apatía ante constatar que ningún partido político nos representa o de la actitud consciente de no votar para deslegitimar a un sistema que a pesar de todo se sigue legitimando. Y qué duda cabe que la gran mayoría de la abstención es la de un voto potencialmente de izquierdas. De hecho, gente de izquierdas hemos ido a votar por el PSC, ERC o ICV no sólo como mal menor, sino tapándonos la nariz, de la misma manera que en Brasil hubiéramos votado por Lula.

En definitiva, sea como sea, Catalunya es de izquierdas haya optado por el PSC, ERC, ICV o la abstención. Y por lo tanto merece un gobierno de izquierdas que, además, sea capaz de rescatar con sus políticas parte del voto abstencionista que no es antisistema… o que lo es sólo en algunas elecciones.