Los últimos resultados electorales de IU, en las elecciones municipales y autonómicas de 2003, y en las generales (marzo) y europeas (junio) de 2004, han mostrado un declive continuo y progresivo de la influencia de IU en la sociedad española, al quedar reducidos a tres diputados en el Congreso y un eurodiputado en el Parlamento […]
Los últimos resultados electorales de IU, en las elecciones municipales y autonómicas de 2003, y en las generales (marzo) y europeas (junio) de 2004, han mostrado un declive continuo y progresivo de la influencia de IU en la sociedad española, al quedar reducidos a tres diputados en el Congreso y un eurodiputado en el Parlamento Europeo, el peor resultado nunca tenido. Parece innegable que la actual dirección política de IU vigente en todo este período no acierta en la recuperación del voto existente en el seno de la sociedad española que pretende una crítica radical del actual modelo de sociedad. Es verdad que nos encontramos ante un marco europeo de declive de las ideas revolucionarias, sobre todo desde la caída del muro de Berlín en 1990. Pero también es verdad que en los países que nos rodean las formaciones políticas similares a la nuestra mantienen su influencia e incluso inician una leve pero interesante recuperación al conectar con el despertar de la conciencia antiglobalización neoliberal y pacifista (Foro Social Mundial y Foro Social Europeo).
La pregunta es entonces cuál es el factor que lastra en nuestro país a IU. La clave para comprender lo que ocurre en IU está en el desarrollo tenido en y desde la penúltima asamblea de IU, la VI, celebrada en el año 2000. Fue una Asamblea de clara confrontación entre dos candidaturas y dos propuestas políticas totalmente diferentes, la de Gaspar Llamazares y la de Paco Frutos, a la que se añadió una tercera candidatura y propuesta, la de Nines Maestro que, objetivamente ayudó a que no saliera la de Paco Frutos. Tal panorama de confrontación no se había presentado anteriormente en ninguna de las asambleas federales de IU. A su vez esa Asamblea tenía como referencia unos problemas adquiridos de la última etapa de Julio Anguita como coordinador general de IU, puesto que ya en las europeas de 1999 pasamos al 5.6% (cuatro eurodiputados) y en las generales de 2000 nos mantuvimos en ese nivel del 5% (ocho diputados), cuando anteriormente estábamos en el 10%, llegando incluso en las europeas de 1994 al 12,7%. No hay que olvidar que Gaspar Llamazares y su propuesta política fue presentada y avalada por Julio Anguita con todo lo que ello implica. Los resultados de esa Asamblea reflejaron a las claras dicha confrontación con escasa diferencia entre los votos obtenidos por las dos principales candidaturas. A partir de esos resultados en lugar de intentar una dirección de convivencia entre las dos candidaturas y perspectivas políticas, la de Gaspar Llamazares, ganadora, y la de Paco Frutos perdedora, Gaspar y su equipo se comportaron como si hubieran ganado por una amplia mayoría, despreciando y pasando olímpicamente del grupo de Paco Frutos. La consecuencia de tal conducta es la predecible, la perpetuación de la confrontación, de los dos discursos, y la política de hechos consumados al margen de la democracia de IU. Las semillas para una desmovilización de la militancia de IU estaban dadas.
Aunque no se llega a formular con tanta crudeza el meollo de aquella Asamblea, que aún continúa, es la consideración del discurso «rojo», obrero, con su componente comunista, como una rémora para IU, como algo obsoleto. No es casual que una de las candidaturas estuviese encabezada por el Secretario General del PCE, Paco Frutos, aunque él no llevó al seno del Comité Federal del PCE la cuestión de su candidatura. La otra candidatura, la de Gaspar Llamazares, estaba arropada por los coordinadores de las federaciones de IU más favorables a una versión «light» de IU, ya verde, o de otro cariz, nacionalista periférico, «multicolor», «renovadora». Sin embargo, como se indicaba anteriormente, existían problemas de fondo arrastrados de la última etapa de Julio Anguita. Los cuatro más importantes eran, 1º) la involucración de IU en el Pacto de Estella-Lizarra, es decir, apoyar la salida soberanista del problema vasco, con posturas semejantes a las de los partidos nacionalistas vascos, algo ajeno a la trayectoria de IU más favorable a la solidaridad de clase; 2º) el distanciamiento con los sindicatos de clase, sobre todo con CCOO, que en ocasiones llegó al cruce de descalificaciones, con lo que se perdía una de las referencias más importantes para una formación política que aspira a defender los intereses de la clase trabajadora; 3º) la relación de confrontación radical con el PSOE, y en ocasiones, la voluntad de «sorpasso», debido es cierto, a la política llevada a cabo desde el gobierno en sus catorce años de gestión, con sus correlatos de corrupción y política neoliberal, y que, a su vez, está en la base del fracaso del apresurado acuerdo electoral entre el PSOE e IU en enero de 2000 para las generales de ese año; y 4º) una situación financiera calamitosa, con una deuda de más de dos mil millones de pesetas, imposible de saldar, sobre todo, con resultados electorales a la baja, y que deja como saldo la hipoteca generalizada de casi todas las sedes del PCE en el país en aras de cubrir esa inmensa deuda.
A lo largo de los tres años de dirección de Gaspar Llamazares la tónica general ha sido buscar una salida mediática a la escasa influencia política con declaraciones públicas constantes, a veces exageradas y destempladas, sin tener en cuenta la dirección colegiada de IU ni las áreas o secretarías generales responsables de las diferentes materias. Si en la época de Julio Anguita se pecaba de distanciamiento o sobriedad en relación con los medios de comunicación, en la de Gaspar se ha pasado al extremo opuesto, llegando incluso a la caricatura y desmesura. Lo preocupante de esta política ha sido cristalizar un «estilo» de dirección que no toma en consideración los órganos colegiados, no confía en la democracia interna de IU. Todo se cuece y decide por un pequeño grupo que rodea y asesora al Coordinador General. Como es comprensible esta conducta tiende a reproducirse en el interior de la organización de IU, agravando el problema de la democracia interna, y de la relación con la sociedad. No es de extrañar que en poco tiempo hayamos perdido influencia y capacidad de iniciativa en el conjunto del país. La militancia no se siente protagonista de las ideas de progreso, puesto que todo depende de la presencia mediática del Coordinador General que, a su vez, posee problemas serios de comunicación.
Cuando se adelanta y realiza la siguiente Asamblea General, la VII, en diciembre de 2003, se acuerda por los dos principales grupos en liza, el de Gaspar Llamazares y el de Paco Frutos, no debatir cuestiones de fondo con la finalidad de ofrecer a la opinión pública una imagen de unidad que favoreciese la presentación de Gaspar Llamazares como candidato a la presidencia del gobierno, en las elecciones generales de marzo de 2004, y de esta forma recuperar el apoyo electoral perdido. De hecho la propia Asamblea rechazó tomar en consideración propuestas que se habían «colado» de rondón por Gaspar Llamazares, como el cambio de denominación de IU a Izquierda Unida Verde, o una profunda revisión de los Estatutos y Organización de IU bajo la égida del «ecosocialismo». Hay una anécdota que muestra el espíritu de revisión que quería imponer Gaspar Llamazares, la proyección de un vídeo en plena Asamblea de recapitulación de la historia de IU desde su fundación en 1986. A pesar de haber sido Coordinador General Julio Anguita la mayor parte de los 17 años de existencia de IU no apareció ni una sola imagen suya. Fue realizado este reportaje por personas que habían pertenecido en su momento a Nueva Izquierda caracterizada por una animadversión especial hacia Julio Anguita. Ante la burda manipulación y protesta de los delegados tuvo que asumir Gaspar Llamazares la retirada inmediata del vídeo.
Entre la Asamblea del 2000 y la del 2003 se produjeron algunos cambios, siendo el más significativo la recuperación de la normalidad de las relaciones con los dos sindicatos de clase, sobre todo con CCOO, con los que se había coincidido en la huelga del 20 de junio de 2002. Es de destacar precisamente que a pesar de una cierta imagen de combatividad que ofrecía IU al estar presente en todas las manifestaciones y movilizaciones que ocurrían en la sociedad española las elecciones municipales y autonómicas del 2003 mostraron claramente que no se reflejaba esa presencia en la forma de recuperación electoral. Sólo hubo cierta recuperación en contadas comunidades autónomas, entre ellas, la catalana, la vasca y la gallega, mientras que en el resto el voto de IU retrocedía. En lugar de prestar atención a este claro síntoma Gaspar Llamazares presentó un análisis triunfalista de esos resultados mediocres en el que no aparecía ninguna autocrítica. El resultado lógico fue el descenso que se dio en las elecciones generales de marzo de 2004, en donde una mayoría de votantes de IU no vio útil apoyar a IU en las especiales circunstancias producidas por los atentados terroristas del 11 de marzo y la manipulación informativa que el PP hizo a continuación. El que el fenómeno era profundo y no se debía a la especial coyuntura del 11-M, al llamado «voto útil», lo demuestra el que en las siguientes elecciones, las europeas de junio, sólo tres meses más tarde, que ya no actuaba el factor «voto útil» ni el 11-M, en lugar de recuperar se pierde la mitad de los votos obtenidos en marzo. Se desciende aún más. Pasamos de cuatro eurodiputados a uno, puesto que de los dos obtenidos bajo las siglas de IU uno de ellos, el segundo, gracias a los acuerdos propiciados por Gaspar Llamazares, ha sido cedido a IC-Verts que anunciaron que «su» eurodiputado se integraría en el grupo parlamentario de los Verdes Europeos, con lo que además perjudicamos a nuestro grupo, el GUE/NGL. Estos resultados pésimos son la prueba de la ausencia de conexión entre nuestra formación política y la opinión o anhelos de aquella parte de la sociedad que, de una u otra forma, había conectado con el PCE y con IU desde 1979 hasta ahora. Desde el punto de vista estructural la situación orgánica y financiera de IU pasa a ser calamitosa puesto que deja de contarse con las aportaciones de los grupos parlamentarios. Por último conviene recordar que entre las dos asambleas federales de IU dos partidos políticos fundadores de IU, el PASOC e Izquierda Republicana, han abandonado la formación política.
La interpretación de esta derrota enfrenta a los dos grupos en liza, que a su vez han sufrido algunos cambios en su composición. Para Gaspar Llamazares la causa es evidente, el lastre que supone tanto el PCE como el énfasis en postulados supuestamente anticuados como el de la centralidad de la clase obrera y de los aspectos económicos alternativos. Haría falta apostar, según él, con toda claridad por un ecosocialismo, por una opción verde, tal como señaló en el discurso de saludo en el Congreso de Iniciativa per Catalunya al indicar que la trayectoria de IC-Verts es un ejemplo para IU. Hay que recordar que esta formación política presume de haber congelado al PSUC. Esa fue la razón para crear el PSUC viu. También se entiende con esta argumentación la injerencia desde las esferas de Gaspar Llamazares en la militancia de EUiA para la aprobación de los acuerdos electorales entre IC-Verts y EUiA, ostensiblemente lesivos para EUiA, excepto las migajas de algunos cargos residuales. El cambio producido en la composición del grupo de Gaspar, el apoyo de una parte de la dirección de IU de Andalucía de cara a las elecciones europeas, ha estado motivado por expectativas coyunturales para compensar la pérdida de diputados andaluces en la generales del mes de marzo.
Para el grupo de Paco Frutos, que a partir de las elecciones europeas, ya no es tal grupo sino la opinión del PCE debatida y aprobada en su Comité Ejecutivo y Comité Federal, y ratificada en la Conferencia Político-Organizativa del PCE del mes de julio, la causa de esta trayectoria adversa radica precisamente en la pérdida de naturaleza que se ha producido en el contenido político y en la conducta de la dirección de IU. Sigue siendo necesario el proyecto de IU para la sociedad española frente a las veleidades de la socialdemocracia, sigue siendo IU la opción estratégica del PCE, así como la centralidad de la alternativa de clase, el «hilo rojo», es básica para un proyecto alternativo emancipador, conviviendo con la pluralidad de aportaciones que las contradicciones del capitalismo globalizador neoliberal despierta como sujetos revolucionarios, la sostenibilidad y respeto al medio ambiente, la igualdad de género, el pacifismo, la solidaridad e igualdad de derechos para todas las personas, el marco europeo como ámbito para la lucha de clases, el partido de la izquierda europea, la defensa del proyecto federal para España, y en el centro el ejercicio de la democracia participativa en el seno de IU, recuperando el protagonismo de la militancia, para que deje de ser espectadora de la política nacional.
La ausencia de reflejos democráticos de Gaspar Llamazares se ha comprobado al no dimitir por los pésimos resultados de las elecciones europeas y cargar la responsabilidad a la militancia de IU por no estar suficientemente «renovada» y dispuesta para asumir la tremenda aportación concebida por él, Gaspar, de colocar, por ejemplo, a Carlos Jiménez Villarejo, ex-fiscal general anticorrupción, como cabeza de lista de las elecciones europeas. A tal fin se convoca una Asamblea Extraordinaria de IU lo más rápidamente posible, para finales de noviembre, en la que pretende ganar lo que se ha rechazado expresamente en las dos anteriores asambleas.
El problema consiste en que mientras una opción, la de la centralidad de clase trabajadora, supone la convivencia de las distintas sensibilidades, manteniendo su naturaleza plural, la de Gaspar Llamazares exige la congelación de la centralidad de clase para que su lugar sea ocupado por la centralidad verde. Es decir, en un caso se mantiene y defiende la propuesta originaria de IU, aún vigente, que expresa la necesidad de una pluralidad de sujetos conformando el proceso emancipador, y situando en el centro la alternativa económica en la que el papel de la clase trabajadora es primordial. De esta forma se pretende que IU llegue a ser, en un futuro más o menos cercano, una fuerza hegemónica que posibilite la superación del modelo capitalista globalizador neoliberal. No se desea ni se quiere ser eternamente el «hermano menor» del PSOE. Por otra parte, la propuesta de Gaspar Llamazares pretende seguir las pautas de los partidos verdes europeos que renuncian a la ambición de superar el modelo económico, y en su lugar se limitan, en su calidad de partidos bisagra, a la vigilancia especial de objetivos concretos, importantes, pero no alternativos globalmente como la sostenibilidad medioambiental, la «autodeterminación» o los derechos de las minorías, entre otras.
La recuperación de IU pasa por conectar esta con el desarrollo de la conciencia europea y mundial contra la globalización neoliberal, y que para ello la alternativa global y concreta a ofrecer debe tener como eje la centralidad económica y laboral, dotada de las imprescindibles aportaciones sobre el desarrollo sostenible, la eliminación de todo tipo de discriminaciones y desigualdades, el fomento de la solidaridad, la consecución de un mundo en paz, el respeto por la democracia y los derechos humanos y la legalidad internacional. De ahí la renovación del compromiso con el Foro Social Mundial, con el Foro Social Europeo y con el Partido de la Izquierda Europea del que formamos parte.
Se comprende ahora por qué la Asamblea extraordinaria está planteada como confrontación. No se ha podido ejercer la convivencia en estos últimos años. El enfrentamiento es evidente por ambas partes. La cuestión radica en que para una de las opciones, la de Gaspar, su victoria se interpreta como derrota y exclusión para la otra parte, por la incompatibilidad de las ideologías que empobrecen el proyecto de IU, mientras que para la otra, la de la opción da clase, su victoria no es la de un proyecto partidista, sino una oportunidad para pasar página a los últimos cuatro años y recuperar la perspectiva amplia, plural, de convivencia y a la vez emancipadora.
Pedro Marset Campos es miembro de la Permanente de IU