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Regreso a la transgresión

La alcaldada de Basauri

Fuentes: Maverick Ink Press/Rebelión

Que el titular no les enceguezca. Quienes hoy transgreden el régimen de libertades, la Constitución que se han dado a sí mismos y la Declaración de los Derechos Humanos son algunos lobbies emperrados en exorcizar a una Euskal Herria necesitada, aseveran, de purificación de ideas. Quieren, ¿quieren?, que dicho territorio deje de gravitar sobre volcanes […]

Que el titular no les enceguezca. Quienes hoy transgreden el régimen de libertades, la Constitución que se han dado a sí mismos y la Declaración de los Derechos Humanos son algunos lobbies emperrados en exorcizar a una Euskal Herria necesitada, aseveran, de purificación de ideas. Quieren, ¿quieren?, que dicho territorio deje de gravitar sobre volcanes de trinitrotolueno rojo. Territorio, para ellos, que nunca se considera manantial de cultura digna de respeto y de curiosidad, facultad ésta que mueve a leer y a hacerlo con criterio propio y sin cedazos. Loly de Juan, alcaldesa de Basauri (PSE) ha censurado un libro de la Biblioteca Pública de su localidad. Centro que, el adjetivo lo dice, no le pertenece. Una alcaldada, vamos.

Hace algunas semanas los diarios digitales «El Mundo» y «La Razón», exigían que se retirase del mercado el ensayo de Xabier Makazaga «Manual del torturador español», editado por «Txalaparta» en 2009. Carlos Urquijo, portavoz de Interior en Lakua, tras tachar la obra de ‘libelo’, olvidando sus propias catilinarias sin base verosímil, cazó al vuelo el mensaje. Y la carcundia se ha rasgado las vestiduras y ha cubierto su testuz de ceniza al enterarse de que además de las librerías comerciales -algunas de éstas, consultadas, dijeron que ya no disponían del polémico título pero que lo pueden encargar de un telefonazo- el citado tomo se halla disponible en 31 bibliotecas municipales. O así.

En Internet, la cabildada de doña Loly ha repercutido y algunas páginas dicen que la obra no existe o que da 0 resultados. Venga ya. Tampoco se olvide que el título no está descatalogado. Aunque no hay como sembrar el temor a ser mal mirado por la clientela. Es táctica idéntica a la negativa de algunas compañías a suministrar apoyo logístico y técnico a «Wikileaks»: se las amenaza con el boicot de los bienpensantes. Es decir, de las corporaciones que prefieren no pensar, sólo medrar.

Aunque, para libelo verdulero, «La Razón» y demás nichos del fanatismo paleofacha. Porque se da la significativa circunstancia de que «El Manual del Torturador Español» jamás ha sufrido, desde que accediera a los escaparates en noviembre de 2009, denuncia judicial alguna. Ni la sufrirá. Y figura, entre otros lugares más que católicos, en la Biblioteca Municipal de Vitoria-Gasteiz, capital de la CAV. Allí, el alcalde Patxi Lazkoz sufre de proverbial alergia -o sea, que lo dice- hacia el PP. Pero no es por eso. El sentido común no se ha agotado en ciertos concejos. En muchos.

Hemos entrado en foros cuyas explícitas cabeceras obligan a defender a Makazaga. También, en una red social policial que lo analiza y refuta. Aviso a navegantes. Como ocurría con «Egin», el librito de marras se estará difundiendo -tras ser adquirido y pagado- por más de un centro oficial. El Ayuntamiento de Bilbao, otra alcaldada, dejó de repartir este periódico por los negociados del edificio y el kiosquero de la esquina se forró. En vez de los dos que se fotocopiaban en el Consistorio, vendía veinte a los funcionarios privados de él. 

Volver al ‘Otrolao’

No pocos espacios-web españoles para bibliófilos incluyen asimismo la obra en cuestión. Ah, y algunos franceses. Los ‘bouquinistes’ no desperdician un escándalo. Se lo disputan. Sería el colmo que se tuviera que regresar al contrabandeo en Iparralde, en el «Otrolao», en busca de textos aquí vedados.

Entretanto, hay periódicos españoles -no los ya citados, otros- que identifican por rutina perversa a la editorial «Txalaparta», y a otras, con «el entorno de Batasuna». Eso del entorno lo ponderó en su día «El País» (con acento) y puso «próxima a la izquierda abertzale». Estigma idéntico.

Y no tanto. «Txalaparta», qué casualidad, incluye entre sus novedades para la «Azoka» de Durango la traducción al Euskara, por parte de Nagore Tolosa, de «Fahrenheit 451». Esta obra de Ray Bradbury, cuando el Caudillo ejercía de capataz del cortijo hispánico, se podía adquirir a cualquier edad, ya que eran tan miopes los censores que no se sentían aludidos y pensaban que aquello sólo era S.F.

El día 7 de este mes, además, esta empresa presentará en la citada «Azoka» de Durango «La religión en Euskal Herria», que firma Félix Placer Ugarte (Bilbao, 1937). Un autor que, además de los diplomas de rigor y estudios teológicos doctorales, forma parte de «Herria 2000 Eliza», colectivo de religiosos (o lo que sean) que tiran a postheréticos. Siempre será más ameno un hereje que un ateo.

Porque por su parte, Ediciones «Pamiela», asimismo ubicada en la biosfera de los desobedientes, más que nada a ojos del tardocarlismo (existe), acaba de sacar del horno «Los Obispos son Peligrosos. (Así en la tierra como en el cielo)», de Víctor Moreno. No compiten: se complementan.

Aquí se manifiesta, además, un lapsus calami de libro. No es sólo la libertad de expresión aquello que se debe promover, sino sobre todo la ‘libertad de opinión’. O sea, la facultad de discernir en clave bien temperada las informaciones recibidas. Nadie es clónico mental en sus puntos de vista y matices perceptivos. Afortunadamente. Bien lo definen los hindúes con los ciegos que palpan un elefante: «Es como un árbol, es como una serpiente, es como un bufalo…»

«Hordago«

Otro error al enfatizar afinidades es mostrarse apodíctico. El ‘entorno’ de todas las movidas y publicaciones es mutante, proteico, en plan ameba. No todos los de un ‘entorno’ creado por diseño esotérico y prestímano están de acuerdo con todos los libros de «Txalaparta». O de cualquier negocio basado en libros creados en Euskal Herria. Quién no goza de adversarios que parecen, por sus maneras, lenguaje y atuendos, de su misma cuerda? Existe la ojeriza de quien te aplaude. Y que no falte.

El desdén zootécnico de ciertos diarios independientes hacia otras rotativas, a la hora de etiquetarlas, crece o mengua según la capacidad de cinismo del Consejo de Administración que guía a las redacciones y contrata a un par de columnistas, cosa de parecer neutrales, para que se posicionen en contra de la unívoca línea editorial.

Yo de ellos repasaría el catálogo, en este caso, no sólo de «Txalaparta». En muchos chiringuitos de la inteligencia, libreros de lance, perseveran títulos de idéntica temática. Ya que el libro de Makazaga, no es novedad, es continuidad. Sucede que van ya muchas generaciones posicionadas contra la lacra del suplicio en las mazmorras, la presunción de culpabilidad, la muy significativa duración del aislamiento de los apresados y una leyenda urbana (auténtica) de que tras las redadas, diez o doce personas que salían sin cargos de entre las quince llevadas a los calabozos, respondían ante la pregunta de si las habían torturado: «¡No, no, sólo nos han dado de hostias!» Lo cual puede comprobarse en una de las obras, años 70-80, de la desaparecida, pero vigente, Eva Forest.

Porque si Makazaga, en su libro vetado, se centra en la tortura de la década 1999-2009, Forest ya lo hizo en su día con «Diez Años de Tortura y Democracia». Título con ISBN y DL. de 1987. O sea, que ya no hay progres depositarios de varas de mando en el Gobierno y Municipios: hay regres. Se imprimió en Tafalla, el volumen de la inseparable compañera de Sastre, y la editorial se la cargó la Ley de Partidos.

También es referencia un ejemplar de la histórica Editorial «Hordago»: «Información número 179- Testimonios de Lucha y resistencia». Tras un largo prólogo de Alfonso Sastre, «Palabras sobre la tortura», Eva Forest se refiere en «Yeserías 75-77» a todo el proceso de abusos que comienza en el arresto y se prolonga en el centro penitenciario. En ello abunda Makazaga, lo cual desmiente toda prescripción o anacronía de los sistemas de tortura descritos por la pareja de intelectuales, Eva y Alfonso, en 1979. A «Hordago» había que hacerle el relevo contestatario. Y varias editoriales han tomado el testigo.

Los libros de «El Cabra»

Recalquemos que la oferta es variada, en temática y géneros, no sólo en la condicha editorial «Txalaparta», sino en la mayoría de las que la opinión publicada sitúa en la troposfera del báratro abertzale. Consulten los inventarios de «Basandere», de «Gaiak» (donde es de destacar el ensayo crítico sobre el «Sacamantecas», un demente de Gasteiz llamado Juan Díaz de Garaio cuya figura y necropsia social, amén de sus torturas psiquiátricas sufridas en el XIX, son analizadas por Aitxus Iñarra). O miren en «Hiru».

Hay mercadillos que ofertan obras de Zumalde, alias «El Cabra». En cuya nomenklatura de la vieja ETA, la que se definía, antes de disolverse en los ’80, como «P.M. ETA, Organización Armada para la Revolución Vasca», aparecen identidades que para la juventud de hoy resultarán más que sorpresivas. «¿O sea que éste…?» Y están los contenidos de «Ttarttalo», «Lur», etc, cuyas colecciones abarcan temáticas dispares.

Es evidente que, si no existiesen motivos obvios, desaparecería la motivación que impulsa a protestar y desmentir a un Estado-de-Nunca-Jamás que permite que una alcaldesa mangonee a su albedrío lo que debe o no debe situarse en unas baldas cuyos contenidos, sin esa orden judicial de los telefilmes policiacos, debe respetar.

No se radica exclusivamente Makazaga en la Piel de Toro, ni en los presuntos etarras. Al hablar de malos tratos, agresiones gratuitas, golpes, palizas, conductas denigrantes o sexistas, aparecen otros colectivos perseguidos por protocolos ejercidos contra los detenidos, o los ‘retenidos’, que deben desaparecer.

Porque, según se constata en sus páginas, no se libran de querellas, amenazas y litigios por parte del Sistema las organizaciones legales contra la Tortura -entre ellas Amnesty- que se esfuerzan en defender ultrajes contra mujeres, presos sociales y migrantes. No contaremos más. Destripar un argumento es de mala educación. Pero quede claro que el autor expande sus tesis a otras comunidades del Estado e incluso a otros países del Orbe. Países cuyos juristas tratan de aplacar con argumentos inefables el torbellino con que «Wikileaks» les ha dejado el culo al aire.

Verdades que ‘no se cuentan’

Todo literato que haya ejercido en libros, revistas o la web el género conocido como periodismo de investigación habrá escuchado la reacción instintiva, por parte de alguien a quien ha afectado el reportaje, de que «eso es verdad; pero no se cuenta». De ahí, pues, el introito en página de cortesía que, fruto del ingenio del difunto Javier Ortiz, canaliza las intenciones del volumen. Dijo Ortiz: «La sociedad española -y generalizo sabiendo que dejo aparte dignísimas minorías- no sabe nada de la tortura. Y no sabe de la tortura porque no quiere saber nada de la tortura. Porque le viene muy bien no saber nada de la tortura».

Según se ha podido verificar, otras muchas bibliotecas locales también dispondrían del libro «sin ningún problema»… si contaran con presupuestos dignos para ampliar repertorio. Que entre un ladrillo y un libro, ya se sabe.

Lo dicho. La burgomaestre de Basauri, Loly de Juan (PSE), tal cual su colega de Móstoles cuando le declaró la guerra a Bonaparte y a sus hulanos y mamelucos, ha atendido la demanda, insistimos, absolutamente extrajudicial, del portavoz del PP en la CAV, el laudiotarra Carlos Urquijo. Con lo que la obra de Makazaga ha sido expulsada de ficheros y anaqueles municipales de esa Villa. Sin pararse a pensar lo que piensen o dejen de pensar quienes contribuyen al erario de la localidad. Muchos no la votan, y menos aún al didascálico ‘popular’ de Laudio. He aquí la fiel estampa de lo que ocurre cuando la yunta PP-PSOE echa a andar y a arar.

La incógnita la constituye ahora cómo se habrán deshecho del ejemplar. ¿Quemarlo? No, eso es incívico y antiecológico. Seguro que lo han introducido en el contenedor azul de reciclaje. No sin antes guillotinarlo a conciencia en la cizalla mecánica de las oficinas. Son curiosos, los concejos ‘verdes’. Desarbolan bosques enteros para construir rascacielos y complejos turísticos y después le echan culpa de la desertificación al papel de las imprentas. Será por eso.

«Vidas Rotas»

Otra de las sugerencias de Urquijo fue, febrero del presente 2010, solicitar (¿exigir?) que el libro «Vidas Rotas» se impusiera en la Enseñanza «como material didáctico escolar». El volumen «Vidas Rotas», de varios autores, publicado por la «Fundación de Víctimas del Terrorismo», consta de 1.300 páginas y su línea, aseguran sus promotores, es templada.

Pues nos parece muy bien. Siempre y cuando, mucho ojo y fino oído al parche, se imparta esta materia, en idénticas condiciones ecuánimes, junto con «El manual del terrorista español» y las muchas obras precedentes y pioneras. Consta «Vidas rotas» de 1.300 páginas. Lo legítimo es que se puedan escrutar ambos testimonios de forma equilibrada y que el individuo, docente o discípulo, logre un criterio propio y sin imposiciones acerca de esta asignatura tan pendiente. Hacerles el vacío, a ninguno.

Inserción obligatoria

Quienes ejercían el periodismo en los años de la inserción obligatoria, ven que se está regresando a esta reutilizable, insana y muy mal disimulada manipulación de masas. Se ejecuta a través del ciberpúlpito: telediarios de cadenas también designadas, no se lo pierdan, como «públicas». Se sobredimensiona lo Internacional en la escaleta. Pero, fuera de hechos puntuales, elecciones y huelgas, en Nacional se reitera el negacionismo del Estado ante la existencia de tormentos de toda índole basándose en que los militantes (jamás presuntos) de la organización de la bicha disponen de un Manual que les conmina a denunciar sistemáticamente suplicios que nunca sufrieron. Si incluso la mortadela era para celiacos. A ese manual se aferran, contumaces, lo remachan de continuo. Y lo hacen aunque hayan sido antaño polimilis de la escisión que secuestró en su día al doctor Julio Iglesias Puga y estén algunos hoy en día en otra onda de todos conocida. O ni eso. Lean a Zumalde, «El Cabra».

Pepe y Edurne, excomulgados

Regresemos, nos fuerza la noticia, a la redacción de «Egin» y al mínimo cubículo de pantallas Mac extragalácticas donde, durante la década de los 1980, Pepe Rei, Edurne San Martín y Pablo Muñoz (hoy Director Editorial del Grupo Noticias) pusieron en marcha con tecnología-punta la Sección de Investigación. Les asesoró en los inicios cierto hacker del EMK, pero no divaguemos.

De aquella irrespirable pecera no salía para máquinas nada que no hubiese sido compulsado, acreditado y documentado. El lema era paciencia y no precipitarse hasta tener pájaro en mano.

Justo en el año 1998, el de la clausura judicial de «Egin», «Egin Irratia» y «ORAIN S.A», «Txalaparta» saca a la luz, compactados, los ocho años de esfuerzos, pistas falsas y correctas, contactos peligrosos, chotas dobles, citas en penumbra y exhaustiva verificación de datos que permitieron dejar claro, en reportajes irrefutables, qué clase de inmundicias entraban y salían por las cloacas del Estado, González dixit.

Se publica, pues, «Egin Investigación- Otra forma de periodismo». Josemari Esparza, que dirige la empresa que lo editó, comunica hoy, a finales del 2010, que «hemos recibido una citación para que retiremos este otro libro del mercado. Y que paguemos indemnizaciones, costas judiciales y otros acosos».

Así, quedan de nuevo excomulgados, trece años después, los firmantes del volumen, Pepe Rei y Edurne San Martín.

Dense una vuelta por la «Library of Congress», Washington D.C. USA, y en sus estantes y ordenatas hallarán toda la colección de «Egin» y demás rotativos suspendidos ‘a divinis’ en la España ultrademócratas. Ya fuera por sus gobiernos,por ciertos inconfesables ahogos a base de boicots publicitarios. Recalquemos: allí esas publicaciones están desde su número-cero. No falta tampoco, a ello íbamos, toda la producción de Pepe Rei, a quien vuelve a anatemizarse sin ‘habeas corpus’ en el Estado de Derecho español.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.