El resultado electoral obtenido por el PP en Galicia y País Vasco se ha convertido en una enmienda a la totalidad al «Plan Casado», que pasaba por aliarse con Ciudadanos en estos comicios.
El aún más fortalecido Alberto Núñez Feijóo, con su arrolladora victoria y su discurso particular y diferenciado del de la cúpula de la calle Génova, le ha dado un motivo de alegría al PP, pero se convierte en un dolor de cabeza para Pablo Casado a partir de ahora, consciente de que la sombra de Feijoo planeará siempre sobre su liderazgo en el partido.
Casado propuso una alianza con Ciudadanos en los comicios gallegos, vascos y catalanes. Pero Feijóo fue tajante: si aquello era una sugerencia, se merecía un “no, gracias”, pero si era una orden la respuesta era “no quiero”. No quiso saber nada de la política de alianzas promovida por Casado y decidió hacer las cosas a su manera: su campaña con carteles en los que cualquier votante leía con facilidad las palabras Feijóo y Galicia, aunque ver las siglas de su partido era harto difícil.
Alberto Núñez Feijóo hizo saber a Casado, y a cualquiera que quisiera escucharle, que no veía con buenos ojos el estilo hiperagresivo de la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, demostró que es partidario de la crítica constructiva y no de la beligerancia a toda costa que se promovió desde la calle Génova en los momentos más duros de la covid-19 y anoche obtuvo los réditos a su gestión y su forma de gobernar: su cuarta y más holgada mayoría absoluta, con 42 de los 75 escaños del Parlamento Gallego.
En la otra cara de la moneda, la más amarga para el PP, Pablo Casado impuso su fórmula de alianzas. En Euskadi, las huestes de Génova empujaron al apeadero y enseñaron la puerta de salida al que fuera líder del PP vasco, Alfonso Alonso, cerraron un acuerdo con Ciudadanos para concurrir juntos en las listas y hoy se reparten la gestión de la miseria: 5 escaños en total, 4 para el PP y uno para Ciudadanos (que hasta bien avanzado el recuento acarició la posibilidad de tener 2 escaños, pero se tendrá que conformar con el de Álava y con su líder, Luis Ignacio Gordillo, fuera del Parlamento Vasco, porque en Vizcaya, la coalición sólo ha obtenido un escaño, el de Carlos Iturgaiz, y Gordillo ocupaba el número 2 de la lista).
El PP ha perdido casi la mitad de los escaños que tenía (de 9 ha pasado a 5, siendo uno de ellos de C´s) y en la calle Génova saben que el discurso de “el triunfo de Feijóo en Galicia y el batacazo de Casado en el País Vasco” les va a perseguir . Lo presentían hace apenas dos semanas, cuando sus encuestas internas ya les auguraban los mismos 5 escaños que ayer arrojaron las urnas para la coalición PP-Ciudadanos.
Ahora la cúpula del PP tiene que preguntarse si, visto el resultado obtenido en el País Vasco, están dispuestos a repetir la experiencia en Cataluña, cuya cita electoral está también al caer y, probablemente, se concrete este otoño. Y lo que se preguntan desde el entorno de Casado es si Alberto Núñez Feijóo querrá volver a tomar el tren que un día dejó escapar: pelear por liderar el PP.