Sobre como se minimiza la visibilidad y la gravedad de la Violencia Machista en los medios de comunicación.
Este pasado domingo día 19 de agosto, un hombre «llamado» J.G.P, de 56 años, asesinó en Cabana de Bergantiños a su esposa, A.B.V.O., de 50. Parece ser que le disparó dos tiros de escopeta por la espalda, y también parece ser que la pareja estaba en trámites de divorcio. Lo hizo delante de los hijos de ambos, de 27 y 23 años. La Guardia Civil de Malpica (A Coruña) detuvo al criminal. El caso se investigará «como supuesto crimen de violencia machista». Hasta aquí los datos básicos. Si ese mismo domingo día 19 otro hombre hubiera asesinado a su mujer en cualquier otro punto de la geografía española, la noticia habría aparecido en la «zona alta» de casi todos los digitales y habría abierto informativos de radio y televisión.
Lo mismo habría sucedido en el caso de que otro hombre hubiera asesinado a su mujer el sábado día 18 de agosto, o sea el día anterior. O en el caso de que otros dos hombres hubieran asesinado a sus mujeres en algún momento de esa semana. Como no se ha dado ninguno de los supuestos anteriores, el asesinato de la mujer «llamada» A.B.V.O. ha aparecido en los medios de comunicación como una noticia «de segunda», perdida entre dimes y diretes políticos y otras basurillas veraniegas.
Algunos ni siquiera han considerado necesario dejar constancia en sus espacios informativos. Resulta alarmante esta forma de someter la relevancia de los asesinatos machistas al azar de la acumulación. «Dos mujeres asesinadas en 24 horas» parece un titular «goloso», pero ¿es ético sucumbir a tal frivolidad? ¿Resulta más preocupante el asesinato de una mujer cuando acaban de matar a otra? Y si es así, ¿por qué?
¿A qué responde, al asesinato en sí o a los mecanismos de «espectacularización» de la noticia? Los medios de comunicación crean patrones de opinión y establecen modos para observar la realidad.
Convertir el asesinato de mujeres en un fenómeno cuyo interés varía según las normas del azar y el espectáculo parece una frivolidad, además de un dolor añadido.
Si los medios necesitan multiplicar los asesinatos para considerarlos relevantes poco hemos avanzado.