«No se ha logrado determinar a quién corresponde la autoría intelectual de los atentados del 11-M». ¿Alguien lleva la cuenta de la cantidad de veces que se ha repetido esa frase durante los últimos días? Se habla de ello como si todo crimen de importancia precisara de la existencia de una «autoría intelectual». Pero, para […]
«No se ha logrado determinar a quién corresponde la autoría intelectual de los atentados del 11-M». ¿Alguien lleva la cuenta de la cantidad de veces que se ha repetido esa frase durante los últimos días? Se habla de ello como si todo crimen de importancia precisara de la existencia de una «autoría intelectual».
Pero, para empezar, está por saberse en qué consiste semejante cosa. Por lo que he podido ver (y consultar a gente que sabe más que yo de estas cosas), el vigente Código Penal no tipifica la tan traída y llevada «autoría intelectual». La figura penal más próxima podría ser la de la inducción al delito. Pero, para que pueda hablarse de tal, se requiere que el inductor o inductores hayan empujado a los autores materiales a cometer ese crimen en concreto. Quiere esto decir que no basta con que quede claro que a los terroristas del 11-M hubo gente que les calentó los cascos, convenciéndolos de la oportunidad de castigar severamente la maldad de Occidente. Ahí podría hablarse de apología del delito, pero no de inducción propiamente dicha.
El propio término de «autoría intelectual» es equívoco. Quienes vienen recurriendo profusamente a él desde 2004 no han parado de insinuar la existencia de una fuerza superior y oculta, que habría trazado los planes y repartido las órdenes correspondientes de cara a los atentados del 11-M. Una especie de Doctor No, como el de las películas de James Bond, sólo que sin gatito blanco y con txapela (Aznar llegó a situarlo en «montañas no muy lejanas», mofándose de las pruebas que apuntaban al origen yihadista del crimen).
No han logrado aportar ni un solo indicio sólido que condujera la investigación hacia esas «montañas próximas». A cambio, se han acumulado los datos que situaban el 11-M en el contexto del activismo de inspiración yihadista.
«¡Que diga que no ha sido Irak!», reclama Zaplana a Zapatero. ¡Santo cielo! ¿Pero es que Zapatero ha afirmado alguna vez que los atentados de Madrid fueron obra de Irak? En su atolondramiento, los jefes del PP ya ni siquiera son capaces de decir lo que quisieran decir.
Se les podrá reprochar muchas autorías, pero no desde luego intelectuales.