La Caixa es difícil de definir a la ligera, como casi todas las cajas de ahorros; las cuales, por cierto, todavía arrastran herencias legales o características jurídicas del franquismo y, con éstas, algunas prebendas que la banca privada denuncia desde hace años. Singularidades de las cajas aparte, resulta, además, que La Caixa barcelonesa no es […]
La Caixa es difícil de definir a la ligera, como casi todas las cajas de ahorros; las cuales, por cierto, todavía arrastran herencias legales o características jurídicas del franquismo y, con éstas, algunas prebendas que la banca privada denuncia desde hace años.
Singularidades de las cajas aparte, resulta, además, que La Caixa barcelonesa no es una caja de ahorros como otra cualquiera. Entre otras cosas no menos importantes, porque en Cataluña se han dado algunos procesos democratizadores impulsados por la propia sociedad -¡incluidos numerosos empresarios y organizaciones patronales!– que en otras comunidades autónomas todavía hoy parecen irrealizables.
De entrada, es obligado resaltar que la Caixa de Pensións i d’Estalvis i Mont de Pietat de Barcelona es, según todos los analistas económicos, la más sólida y eficaz empresa del sector bancario español. A fecha 31 de diciembre del 2004, sus activos sumaban 143.117 millones de euros y durante ese año sus operaciones movieron más de 473 billones (con B) de euros. Además, para entender las dimensiones de la entidad es obligado tener en cuenta que, en la misma fecha, disponía de 9.154.350 clientes, empleaba a 24.827 trabajadores y explotaba una red de 4.841 oficinas. Cifras todas ellas que han aumentado durante el 2005.
Las cajas de ahorro funcionan de forma similar a los bancos pero no son exactamente como ellos. Son entidades privadas con funciones sociales: «Sin ánimo de lucro», según reza en sus estatutos (por lo menos en la caja barcelonesa). Por ese y otros motivos, las cajas están gestionadas por un consejo administrativo (o de administración) cuyas decisiones (¡absolutamente todas!, excepto las propias de la gestión diaria y las de alcance coyuntural o táctico… por lo menos en la caja catalana) deben ser aprobadas por la asamblea general.
La asamblea general de La Caixa está formada por 160 consejeros, de los que 58 son elegidos a través de compromisarios para representar a los impositores; otros 48 son representantes de las entidades públicas y privadas que fundaron La Caixa; otros 34 son representantes de los ayuntamientos catalanes en cuyos términos municipales hay al menos una oficina operativa de La Caixa, siendo designados por las corporaciones locales y las diputaciones provinciales mediante un complejo y pormenorizado proceso en el que se tienen en cuenta la composición partidaria de esas instituciones, los criterios demográficos, las condiciones socioeconómicas y otros parámetros; y los 20 consejeros restantes representan a los empleados, pudiendo ser elegidos y electores todos los miembros fijos de plantilla.
El consejo administrativo de La Caixa (el órgano responsable del día a día) está formado por 21 personas, que son elegidas por la asamblea general. El reparto de esos 21 «sillones» es el siguiente: 8 en representación de los impositores; 6 son elegidos por las entidades fundadoras; 4 representan a la Administración local (ayuntamientos y diputaciones); y los otros 3 son elegidos por los trabajadores.
Además, en La Caixa funcionan cinco comisiones, dos de las cuales (la de obras sociales y la ejecutiva) tienen capacidad decisoria y otras dos (la de inversiones y la de retribuciones) sólo son de carácter consultivo o informativo. La quinta comisión es la de control, cuya función es vigilar al consejo administrativo siguiendo las instrucciones que marca la asamblea general y velando por el cumplimiento de los estatutos de la entidad y del marco legal vigente en España. Ésta comisión supervisora, por cierto, está integrada por nueve miembros, todos ellos nombrados por la asamblea general y con la condición de que ninguno de ellos sea al mismo tiempo miembro del consejo administrativo.
El actual ministro de Industria fue ¡uno de los 160 miembros de la asamblea general!, nunca formó parte de ninguna de las comisiones antes referidas y tampoco formó parte de la delegación del PSC que negoció el famoso crédito, ni de la que negoció el aplazamiento de su amortización.
Por otro lado, la decisión de cancelar el dinero que faltaba amortizar (tanto en ese como en todos los créditos) fue aprobada por la asamblea general, en la que, vía ayuntamientos, había militantes destacados del PP catalán. De modo que el PP sabía desde hacía meses, meses y meses (¡desde antes de que Montilla accediera al ministerio!) los avatares de ese y de otros créditos concedidos por La Caixa a distintos partidos políticos…
Por otro lado, conviene insistir en que La Caixa no ha lanzado ninguna opa para adquirir Endesa: ¡La opa ha sido lanzada por Gas Natural!, de la que La Caixa es accionista (minoritaria) de referencia (¡no tiene la condición ni el poder propios de un accionista mayoritario!)
En fin, que suponiendo que la opa de Gas Natural saliera adelante, la operación sólo sería sometida a la consideración de los órganos de La Caixa después de su puesta en marcha.
Y por último, convendría no olvidar que el accionista (minoritario) de referencia en Endesa es Cajamadrid, ¡entidad controlada «políticamente» por el gobierno autonómico madrileño y por el ayuntamiento de la capital de España! En estas dos instituciones, ¡casualmente!, tiene mayoría absoluta el PP.
Una regla de tres simple obliga a abrir interrogantes tanto o más sencillos que la regla de tres previa: ¿Cuántos militantes del PP cobran de Endesa?, ¿cuántos dejarán de hacerlo si Endesa pasa a ser controlada por Gas Natural, que es un empresa en la que ningún partido ejerce controles «políticos»?
Pero, curiosamente, de estos dos interrogantes casi nadie dice nada; en tanto que las suposiciones sobre el papel que habría jugado Montilla en la opa de Gas Natural sí justifican mil y una especulaciones y el constante bla, bla, bla de… ¿Quiénes y por qué dan tanta cancha en los medios de comunicación a las especulaciones y sospechas sin fundamento que propala el PP?, ¿quiénes y por qué silencian la posible conexión Endesa-Cajamadrid-PP, especulación esta que es tan merecedora de ecos como la relación Gas Natural-La Caixa-PSC?
Y para terminar, ¿por qué en comunidades como Galicia merece más eco mediático el préstamo que La Caixa perdonó al PSC que el crédito que Caixa Galicia perdonó al PPdeG? Curioso, muy curioso… Otra historia es cómo se financian los partidos, y en esto parece que no hay ninguno que tenga interés en exponer negro sobre blanco sus fuentes de financiación.