A la hora de la verdad, son siempre personas progresistas quienes sufren consecuencias negativas por expresar su opinión. No se conocen casos equiparables por atacar a minorías raciales o por ser machista.
Itziar Ituño es actriz. Es posible que la conozcas por su papel de inspectora Raquel Murillo en La casa de papel, una de las series más exitosas de Netflix a nivel mundial en los últimos años.
Itziar Ituño es vasca y de izquierdas. Nunca lo ha ocultado. En una entrevista de 2021, la intérprete declaraba que “aunque llegue a lo más alto, siempre voy a tener esa conciencia de clase”.
El sábado 13 de enero, Ituño formó parte, junto a otras 20.000 personas, de una manifestación en Bilbao por la aplicación de la política penitenciaria ordinaria a los presos de ETA, convocada por Sare. Estuvo en primera línea.
Dos días después, el lunes 15 de enero, la red de concesionarios de BMW en Euskadi, BMW Lurauto, publicó un comunicado en las redes sociales para anunciar que cancelaba su colaboración publicitaria con la actriz. “Lamentamos que se haya vinculado la imagen de BMW Lurauto con cualquier tipo de contenido ideológico, ya que reafirmamos nuestro compromiso con la diversidad, inclusión y respeto al 100% de la sociedad”, decían. Medios de derechas publicaban, con ciertas dosis de sensacionalismo, que Iberia también había decidido dejar de colaborar con la actriz, mientras desde el departamento de prensa de la aerolínea comentaban a otros periodistas que no había ninguna colaboración en marcha. Iberia ha borrado un vídeo que la ultraderecha estaba difundiendo en redes, en el que aparecía Ituño recomendando series, “para no avivar la polémica”.
Es posible que no hayamos visto un caso más claro de “cancelación” fulminante en España desde que se importó el término de Estados Unidos. Podemos plantearnos todas las dudas asociadas a una cuestión de este tipo. ¿Ha calculado BMW Lurauto la cantidad de coches caros con pinta de tiburón que dejará de vender por asociar su imagen a una persona que defiende los derechos de los presos de ETA? ¿O la decisión responde a la ideología personal de sus directivos? ¿La relevancia del acto de Ituño habría sido la misma sin el escándalo en redes de la extrema derecha? ¿Hay de verdad tanta gente indignada?
De todos modos, algo nos hace sospechar que los habituales defensores mediáticos de la libertad de expresión y de la expresión sin consecuencias no van a salir en defensa de Ituño. Por lo que sea.
Por estos lares, a la hora de la verdad, es Pablo Hasél quien ingresó en prisión por injurias a la Corona, Valtònyc quien tuvo que salir de España, los titiriteros de Títeres desde Abajo quienes durmieron varias noches en la cárcel y ocuparon portadas por un títere con una pancarta que decía “Gora Alka-ETA” a modo de chiste, las organizadoras de la procesión del Coño Insumiso quienes atravesaron un largo proceso judicial por escarnio de dogmas y Vox quien cancela literalmente obras de teatro, conciertos y otras iniciativas culturales nada más tocar poder municipal, y eso por mencionar solo casos recientes y notorios.
En el Estado español no se conocen casos de consecuencias equiparables por expresar ideas contra minorías raciales o machistas. De hecho, el antifeminismo le ha dado una carrera a muchísima gente.
Rafa Nadal es tenista. Ha sido, durante décadas, la imagen de la marca de coches Kia, los cuales afirma conducir habitualmente. Sabemos que posee varios Mercedes, un Aston Martin y un Ferrari, pero dice que les cuesta arrancar de lo poco que los usa. Nadal es un buen “embajador” para una marca porque es una persona discreta, formal, que personifica el “sentido común” (explicó que su tío solo hablaba “de deporte” y no “de política” cuando criticó la designación de una mujer como capitana de la Copa Davis) y mimada como símbolo de España (qué patéticos y envidiosos los gabachos cuando sacaron aquel guiñol).
El mismo día que se cancelaba a Ituño, Nadal aceptaba otro trabajo publicitario como embajador de la Federación de Tenis saudí. “Mires donde mires en Arabia Saudí, puedes ver crecimiento y progreso, y me emociona formar parte de ello”, declaró el manacorí para justificar su decisión. Sin embargo, como recordaba Vanesa Jiménez en un artículo reciente, Arabia Saudí es el tercer país del mundo que más ejecuta la pena de muerte (lo hace mediante decapitación) y ha aprobado recientemente leyes que consolidan la discriminación de las mujeres.
CTXT anima a sus lectores a defender la libertad que, en el fondo, todos sabemos lo que es, a desconfiar de los influencers y a replantearse la compra de ese BMW que tenían pensada para mañana mismo.