«La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado sino solamente del porvenir.» El dieciocho de brumario de Luis Bonaparte, Carlos Marx Una antiguo adagio griego dice que «los dioses ciegan a quienes quieren perder». Esto es exactamente lo que está ocurriendo en España con la clase política-financiera, La «casta» está […]
El dieciocho de brumario de Luis Bonaparte, Carlos Marx
Una antiguo adagio griego dice que «los dioses ciegan a quienes quieren perder». Esto es exactamente lo que está ocurriendo en España con la clase política-financiera, La «casta» está actuando como un mal jugador de tenis; los nervios le hacen cometer demasiados errores no forzados.
Fue suficiente que Pablo Iglesias de Podemos utilizará el termino «casta» para que la jauría mediática del régimen se lanzara tras la presa. El vamos a esta cacería la dio el socialista más fiel a la corona, un viejo y cazurro político; Don Felipe González Márquez. Como un petardo le siguió rauda, una «piérdete-una», la condesa y grande de España, Esperanza Aguirre de Bornos.
Como se puede ver y escuchar todos los días la «casta» se defiende. Sin embargo el espectáculo se ha puesto un tanto esperpéntico con la aparición de algunos personajes que se protegen sin que nadie los haya señalado.
Esta el caso del valenciano Ximo Puig, quien después de unas extravagantes declaraciones, fue rápidamente puesto en vereda por sus jefes y se vio obligado a autodesmentirse por las redes sociales.
En esta lista, lo inesperado, son las declaraciones del Coordinador Federal de Izquierda Unida que en reciente entrevista afirma no creer «para nada» en el concepto porque «este país no es un país de castas«.
Quienes somos «nosotros»
Al parecer Cayo Lara confunde el «sistema de castas indio» con la castas políticas occidentales. Además, el Coordinador hace gala de mala memoria. Los periodistas recordamos su discurso en las Cortes cuando citando, al liberal Estanislao Figueres, dijo solemnemente «estoy hasta los cojones de todos nosotros«. [1]
¿A que se refería el líder de IU con ese «nosotros»? ¿A los cortesanos, perdón quise decir, a los diputados de las cortes? ¿O más bien a la clase política, bautizada ahora como casta? ¿Porqué ese nosotros? ¿Acaso ese nosotros está referido directamente a la «casta» como se deduce del texto?
Para entender el fenómeno social que mal disimula el Coordinador de Izquierda Unida es útil recurrir a un enunciado clásico de las ciencias sociales.
Fue Marx en su prólogo del libro Contribución a la Crítica de la Economía Política quien definió lo que acontece con la llamada conciencia social, la pertenencia, el nosotros de Cayo Lara. El conocido aforismo de Marx dice: «No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia».
Entonces, ¿Cuál es el ser social (el nosotros) de los miembros de la llamada casta o clase política?
Quienes mejor responden a esta pregunta son Peter Mair de la Universidad de Oxford y Richard S. Katz de la Universidad Johns Hopkins. Ambos investigadores han escrito un libro de referencia que explica que pasa con los representantes políticos en la llamadas democracias occidentales.
Mair y Katz lo dicen sin ambages en «El Partido Cartel» [2] «…A medida que los políticos llevan adelante largas carreras, ven a sus oponentes políticos como compañeros de la profesión, que están conducidos por el mismo deseo de cobijarse en la seguridad de su puesto…«.
En su detenido análisis de cómo funciona la democracia representativa y la clase política en occidente, Mair y Katz demuestran que «En las sociedades occidentales, la alternativa es proveer subvenciones y apoyo para todos, permitiendo a las diferentes coaliciones estar en el gobierno en diferentes niveles de la administración o en diferentes puestos».
El retrato de la casta que pintan es una excelente cuadro de la partidocracia imperante en el reino de España: «En definitiva, son los partidos en el gobierno quienes conforman el estado y proveen este servicio, y es su propia existencia (como partidos) la que están garantizando cuando dicen defender la democracia».
En el ensayo se podrán encontrar otros aciertos descriptivos que dibujan con exactitud «la casta política» de estas tierras, donde es fácil encontrar un diputado que repite en el cargo por enésima vez o un alcalde que esta sacrificándose en el sillón durante más de 20 años
Un régimen corrupto
Lo que ha ocurrido es que bajo el alero de la constitución borbónica ha crecido, por más de 30 años, una maraña de empresarios, sindicalistas y políticos que por distintos canales han vivido del régimen en distintos niveles de poder.
Además -y como en otras ocasiones de la historia- quienes se encuentran en el vértice de los poderes políticos se han aprovechado de su posición, compartiendo no solo el asiento en los consejos de administración de la banca, sino que también los mismos intereses con las clases propietarias.
Por tanto, no es necesario recurrir a italianos del siglo XIX como pretendió Ximo Puig para explicar que es «la casta». La complejidad de la sociedad de clases en los países centrales del capitalismo está más que estudiada. Sociólogos y politólogos coinciden en algo que hoy en España es incuestionable; las clases dominantes usan su poder para coaptar y/o domesticar a parte importante de los cuadros políticos de origen popular.
En este sentido, la subordinación ideológica al régimen -la mayoría de las veces ocultada tras un fingido fundamentalismo- es sin lugar a dudas el método más eficaz utilizado por el poder para impedir la rebeliones populares y los procesos revolucionarios (compañero, nos han repetidos por años; no están dadas las condiciones para la revolución).
En el caso español el «maridaje» corrupto entre políticos profesionales, la banca y la especulación urbanística se extendió por más de 30 años a través de todo el territorio.
Este verdadero cáncer creció horizontalmente. Lo hizo como un tumor maligno que con su metástasis ha contaminado un amplio espectro que va desde caciques partidarios, izquierdosos de boquilla, sindicalistas genuflexos, hasta llegar a las dirigencias de los clubes deportivos.
Ha llegado a tal nivel la corrupción, que el discurso que solo señala a determinados políticos no explica la corrupción en toda su dimensión, para definirla la ciudanía ha dado su veredicto; es el régimen el corrupto.
Lo comprueban las noticias que nos conmueven cada día. No se trata de una especulación «ideológica» Al revés, es una constatación política absolutamente realista.
Se requiere cirugía mayor
La indignación de la gente crece con cada nuevo latrocinio de la «casta». Con esta «santa indignación» se abre paso el convencimiento que la corrupción «no tiene remedio sin cirugía mayor y esta operación implica una revolución ética y democrática».
Encuestas más, encuestas menos, (todas manipuladas en las cocinas de la casta) el sorprendente éxito de Podemos y la aparición de iniciativas como Guanyem Barcelona o Ganemos Madrid son precisamente la respuesta de los ciudadanos a la «casta». Tras estos procesos están los movimientos sociales que nunca se equivocaron al señalar al enemigo.
Desde el 15M la ciudadanía ya no se traga la hipocresía de políticos, que para defenderse hacen referencia al honesto concejal que no cobra por su trabajo. Ese a militante existe pero no es ,ciertamente, integrante de la casta. El miembro de «la casta» está claramente identificada.
Para encontrarlo basta con echar una mirada al entramado político -financiero que gobiernan por la vía interpósita de sus hombres de paja. Es una realidad que salta a la vista con figuras como Rato, Blesa, Moral Santin, Pujol, Bárcenas, Felipe González, etc, etc.
La «madre de cordero» esta precisamente en ese armazón de intereses que es el sostén último del régimen. Allí se encuentra su estado mayor, el sitio de todas las corrupciones, el territorio de las confabulaciones antidemocráticas.
Hasta el momento la cúpula de Izquierda Unida se ha mostrado incapaz de entender la profundidad del persistente protagonismo popular. Esta gran marejada democrática va firmemente unida a una justificada desconfianza con la clase política.
El propio Cayo Lara habla de «mochila con elementos negativos». Sin embargo en su organización, muchos de sus dirigentes máximos todavía no son consientes de la derrota política que han sufrido. Cuando lleguen a comprenderlo será demasiado tarde. La derrota los colocará en crisis porque ya son la retaguardia de la lucha contra el sistema.
Son nuevos tiempos. Tiempos de insurgencia de nuevos sujetos políticos. Esta vez la historia se realizará con la poesía del porvenir. Porque ahora sí que la historia viene preñada de procesos constituyentes y revoluciones democráticas.
Notas:
[1] Quisiéramos pensar que Cayo Lara, tiene un mal asesor que le pasa goles en los discursos. Quizás el episodio más bochornoso fue cuando se descubrió que una cita de El Capital de Marx, usada por Cayo Lara, había sido alterada. Nos produjo vergüenza ajena. Era absolutamente innecesario tergiversar a Marx para explicar la profunda crisis que vive el capitalismo.
[2] Los interesados en leer el libro El Partido Cartel, lo pueden encontrar en este enlace ; http://respaldo.fcs.edu.uy/
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