El contrato para jóvenes, la penúltima provocación de la patronal, es otra muestra de la libertad con que la patronal ataca los derechos básicos. No hay lugar común más repetido que para salir de la crisis es necesaria una reforma laboral. Tampoco hay una afirmación más falsa. Si con el marco legal vigente se crearon […]
El contrato para jóvenes, la penúltima provocación de la patronal, es otra muestra de la libertad con que la patronal ataca los derechos básicos.
No hay lugar común más repetido que para salir de la crisis es necesaria una reforma laboral. Tampoco hay una afirmación más falsa. Si con el marco legal vigente se crearon en los años pasados millones de empleos y ahora se destruyen también por millones, no cabe atribuirlo a la legislación. El paro, es evidente, tiene otros orígenes. Por otra parte, no hay empresario que pueda decir que no crea empleo por los costes del despido, pues, en realidad, con el abanico de contratos precarios disponible, el despido es libre y gratuito. Sostener que al mercado de trabajo le falta flexibilidad, con los despidos masivos que están teniendo lugar, es otra afirmación falaz. Así pues, la insistencia en la necesidad de una reforma laboral sólo es producto del intento por parte de la derecha política y la patronal de aprovecharse de la crisis -qué hermosa ocasión- para abaratar salarios y liquidar algunos derechos laborales que todavía subsisten, con el objetivo de convertir toda la fuerza de trabajo en una mercancía tan desechable como las basuras. Por ello se insiste tanto en los viejos contratos indefinidos, que para la CEOE suponen una segmentación insoportable del mercado laboral.
Los trabajadores no han creado esta crisis ni, por muchos que sean sus sacrificios, pueden aportar nada a su solución. De ahí que se deba resaltar la contumacia de la derecha en defender sus intereses, frente a la debilidad de la izquierda en hacer lo propio, incluso cuando los vientos le soplan a favor. Esa diferente actitud sostenida en el tiempo ha determinado un retroceso continuo de los derechos de los trabajadores y ha creado una relación de fuerzas entre las clases, tan desfavorables a estos últimos, que la derecha ya no conserva las formas y actúa con el mayor desprecio y la mayor prepotencia que cabe imaginar. Éste es quizás el mayor desastre originado por el retroceso de la izquierda: que la derecha se atreve a todo e impone su manera de pensar a la opinión pública y en los debates sociales. Así se explica la propuesta de la CEOE de crear un contrato para jóvenes barato, sin cotizaciones sociales y sin ningún derecho, ni de despido ni de paro. No hace al caso que anunciaran que retiraban esa propuesta: la prueba de fuerza ya la habían hecho y su desprecio a los trabajadores y los sindicatos quedaba demostrado.
El presidente de la CEOE, el modélico empresario Díaz Ferrán, en un artículo de prensa posterior, modulaba las formas pero endurecía las reivindicaciones de la patronal. Proponía un nuevo contrato indefinido, con indemnización por despido, eso sí, menor que el actual, pero como un objeto de decoración de estúpida utilización ya que a continuación sugería que «convendría encontrar un contrato adecuado para los jóvenes», «preservarse el uso racional del contrato temporal» y que se debían fomentar «mecanismos alternativos de flexibilidad como el tiempo parcial». Imbuido del noble objetivo de disminuir el paro, añadía que convendría mejorar la flexibilidad interna en la empresa, a través de la movilidad funcional y geográfica; disminuir las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social; fomentar las agencias de colocación privadas con ánimo de lucro, anular la intervención de los jueces en los despidos colectivos, y otras cosas por el estilo.
Como decía, lo peor de estas demandas es que llegan argumentadas en unas claves tan siniestras que reflejan una inquietante degradación moral de la sociedad. Sin ningún pudor defienden que cualquier joven prefiere un trabajo, por rastreras que sean sus condiciones, a no tener empleo. O acusan con insidia a los sindicatos, para paralizarlos, de no preocuparse más que de los trabajadores con empleo, despreciando las angustias de los jóvenes. Históricamente esto es falso y lógicamente insostenible, pues si los sindicatos admitieran los contratos basura de los jóvenes estarían socavando a los trabajadores ocupados, puesto que la sustitución de unos por otros estaría cantada. Pero no se trata de llevar razón sino de ganar en la lucha de clases. Tanto la forma como el fondo de la cuestión manida de la reforma laboral conduce a la necesidad imperiosa del rearme ideológico de la izquierda y a organizar, por parte de los sindicatos, una firme oposición contra las miserables propuestas de la CEOE. Respuesta que debe combinar la resistencia y el combate por otro orden social. Es hora, como dicen los líderes sindicales, de poner ya pie en pared. La crisis viene muy dura y la derecha va a por todas sin parar en métodos.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-CEOE-a-por-todas.html