A su vuelta de la Audiencia Nacional, Rafa Díez resalta que tanto la actuación del PSOE como la del PNV responden al objetivo de «dar la impresión de que entramos forzados y condicionados a otro escenario político, cuando la realidad objetiva es otra muy diferente». Así las cosas, subraya que la clave pasa por activar a la sociedad en favor de la solución, y saluda que «empieza a madurar un polo independentista y de cambio social que quiere tener gran protagonismo».
La jornada de huelga y movilización del pasado día 9 ha servido de excusa a la Audiencia Nacional para volver a procesar y encarcelar a varios dirigentes independentistas, entre ellos el propio Rafa Díez. Este considera que «nos encontramos en una nueva vuelta de tuerca para condicionar el protagonismo político y social de la izquierda abertzale ante la posible apertura de un proceso de diálogo y negociación política. Tanto el PNV como el PSOE, con la actuación de la Ertzaintza, la política carcelaria o con las actuaciones judiciales de esta misma semana, pretenden debilitar la posición política de la izquierda abertzale en un contexto muy concreto. Quieren dar la impresión que entramos forzados y condicionados a otro escenario político cuando la realidad objetiva es otra muy diferente. Es la de una izquierda abertzale que ha traído toda una transición política a una crisis en el modelo territorial, que ha activado a muchos sectores sociales y políticos en la lucha por la autodeterminación, que ha desarrollado su proyecto en situaciones límite, que mantiene una dinámica de masas creciente… Eso es lo que está motivando el nerviosismo del PNV y la posición del PSOE».
¿Cómo interpreta las decisiones de Grande-Marlaska?
El encarcelamiento de Juan Mari Olano y Juan Joxe Petrikorena, la persecución a Arnaldo Otegi y otros imputados hay que situarlos en este contexto. El PSOE no puede escurrir responsabilidades aunque la Fiscalía haya adoptado determinadas posiciones en algunos casos. Zapatero debe saber que la Audiencia Nacional es hoy, y puede serlo en otras coordenadas, un factor de enorme incidencia política. La izquierda abertzale no puede abordar un proceso con «espadas de Damocles» desenfundadas sobre su cabeza, con su actividad política condicionada. Y esto, repito, es algo de exclusiva responsabilidad del PSOE.
¿Qué valoración hace de la jornada de huelga y movilización?
Quisimos unir la protesta por los dolorosos hechos de los días anteriores, la exigencia del fin de la dispersión y la recuperación de instrumentos de lucha para presionar en la búsqueda de una solución democrática.El día 9 quedó demostrado que hay en Euskal Herria un espacio político y sindical capaz de activar a decenas de miles de personas en clave de huelga, paros y movilización. No hay nada parecido con ese grado de movilización, de compromiso, de dignidad. Mas de 100.000 personas tomaron parte en los paros de una hora, dos horas, en huelga de toda la jornada…. y en las manifestaciones convocadas por LAB al mediodía participaron más de 30.000 personas. Estamos tremendamente satisfechos de la respuesta firme y serena de nuestra militancia tras el golpe que supuso la muerte de Igor y de Roberto. Las lecturas realizadas por algunos políticos y medios de comunicación son de manual, pero esconden una realidad que nosotros hemos palpado y vivido de una forma radicalmente diferente.
¿Cómo interpreta el endurecimiento de la situación de los presos?
Lo decía muy bien nuestro compañero Roberto Sainz en la carta que nos llegó poco antes de morir: en la medida en la que podamos ir acercándonos a determinados puntos de inflexión política, los presos son un objeto clave de presión y chantaje, y también son un factor que está siendo muy utilizado por aquellos sectores que pretenden condicionar la evolución del proceso político. En la trastienda del Estado hay todavía muchos espacios de incidencia directa del PP que se están utilizando para forzar situaciones en relación a los presos vascos.
Antes ha hablado de la recuperación de la huelga como instrumento para el futuro, pero el Gobierno de Lakua y otros partidos les tachan de antiguos y de cosas más graves…
El Gobierno de Lakua y otros agentes están utilizando argumentos muy defensivos, que no dan respuesta a cómo superar todos los condicionamientos que los estados plantean a este pueblo. Si desde los ámbitos institucionales y políticos se ha planteado la exigencia del fin de la dispersión, cuando se producen dos muertes como resultado de esa política carcelaria el debate no es si la izquierda abertzale utiliza instrumentos antiguos, sino qué hace cada institución, partido o sindicato para responder a esa política criminal y a la muerte de dos presos. La huelga y la movilización son instrumentos de masas que este país siempre ha utilizado y vivimos un momento de gran importancia política en el que era necesario dar un salto adelante. Pensamos además que en un proceso previsible de diálogo y negociación, en ese nuevo estadio, va a ser necesario emplear estos instrumentos porque el pulso se va a mantener. Hay que considerar el espacio de negociación como un espacio más de lucha política. Si se llega a ese estadio nada termina, será fundamental la lucha de masas e institucional, para lograr una solución en parámetros de Euskal Herria y derecho de decisión.
¿Por qué cree que el Departamento de Interior actuó como lo hizo en las despedidas a Igor Angulo y Roberto Sainz y en la manifestación del 3 de marzo?
La actuación de la Ertzaintza o las declaraciones de Miren Azkarate en torno a la huelga soportando las tesis de Grande-Marlaska han tenido una clave externa y otra interna. En la externa, el PNV que dirige Josu Jon Imaz ha querido mandar al Estado el mensaje de que hoy y mañana, en cualquier coyuntura política, está dispuesto a ponerse en frente de la izquierda abertzale. Con el discurso de San Ignacio, el pacto presupuestario con el PSE y estas actuaciones, se ve que el PNV está tratando de desandar el camino avanzando desde el Acuerdo de Lizarra-Garazi y busca una reformulación de su proyecto regionalista. Otra cosa es que para ello tenga problemas importantes porque dentro del PNV también hay una base social que ya ha fijado sus mínimos en clave de Euskal Herria y derecho a decidir.
Creo que también tiene una lectura en clave interna, la de tratar de desgastar la credibilidad de otras posiciones en el seno del PNV.
Pero algunos afirman que la izquierda abertzale no acaba de cumplir el compromiso de Anoeta de sacar el conflicto de las calles…
Hacen una interpretación interesada de esa frase. La izquierda abertzale quiere llevar el conflicto político a una mesa de negociación, pero la izquierda abertzale estará siempre en las calles, como en las instituciones, defendiendo y desarrollando su proyecto político. Nosotros nunca nos hemos quedado ni nos quedaremos pegados a la moqueta. Tanto el sindicato como otros organización de la izquierda abertzale tenemos claro que la lucha ideológica y la lucha de masas en las empresas, universidades, barrios y pueblos son fundamentales tanto en clave de contrapoder político como en el desarrollo de una alternativa de poder futuro desde la izquierda en Euskal Herria.
Después de todo lo ocurrido en estas últimas semanas, ¿dónde estamos?
Seguimos recorriendo un camino para situar bases y compromisos sólidos para un proceso de diálogo y negociación política integral. Ese camino no se ha detenido, sigue su curso. Eso sí, todo lo que está ocurriendo no cae en saco roto. Algunos pretenden dar la imagen de una izquierda abertzale que recibe un golpe y otro y que, sin embargo, nada cambia. Todo lo que ocurre hay que «medirlo» bien pero, sobre todo, la clave es poner a la sociedad vasca en marcha y eso lo estamos consiguiendo. Por eso nos responden como nos responden. Hay que seguir adelante con más fuerza todavía.
Por tanto, estos acontecimientos no detienen el camino…
La izquierda abertzale tiene una hoja de ruta clara con respecto a la resolución del conflicto y trabaja en esa dirección. Una hoja de ruta siempre encuadrada en una estrategia global de construcción nacional y social y que pivota sobre el protagonismo social. Las movilizaciones por los presos y presas, el acto del BEC, la manifestación por los derechos civiles y políticos, la próxima gran cita el día 1 de abril… nuestra hoja de ruta tiene un destinatario: la sociedad vasca. Esa es la clave.
¿Y se está avanzando?
El proceso sigue su curso y maduración. Somos conscientes de que en una coyuntura de esta naturaleza pueden darse situaciones delicadas y duras, a las que hay que responder con firmeza y perspectiva. Pueden darse hechos que provocan fotos estáticas muy contradictorias, pero la izquierda abertzale sigue ofreciendo a la sociedad vasca la posibilidad de abrir un proceso democrático. Por eso, en la convocatoria del día 9 se ensambló la exigencia del fin de la dispersión y el compromiso por una solución democrática. Más allá del pulso y los vaivenes que se vienen dando en los últimos meses, el proceso está quemando etapas. Ya hay un debate abierto sobre una cuestión clave y determinante como es la creación de una mesa de partidos con anclajes sólidos, con principios, compromisos, objetivos, metodología y calendario que permita ubicar y asentar un proceso de diálogo y negociación sobre el reconocimiento de Euskal Herria y el respeto a la voluntad de la ciudadanía. Esto, unido a otras aportaciones que se vienen trabajando en el ámbito sindical, en el internacional, en el de las mujeres… muestran que el proceso sigue a pesar de estos momentos duros y de los muchos niveles de presión y chantaje. La izquierda abertzale tiene la firme determinación de llegar a puntos de inflexión en el mismo. Y en ese contexto tenemos que entender los pulsos políticos actuales. Es claro que para consolidar un proceso de diálogo y negociación, tanto en la mesa de ETA-estados como en la de partidos, tiene que haber compromisos sólidos, que no se desvanezcan o evaporen.
Con las cosas que están ocurriendo, ¿no hay en la izquierda abertzale, o en algún sector de la misma, tentaciones de mandarlo todo «a la porra»?
La lucha del conjunto de la izquierda abertzale ha conseguido traer el proceso político a unas determinadas coordenadas en las que de manera objetiva se puede comprobar que los marcos jurídicos están agotados y que las claves de Euskal Herria, sujeto y capacidad de decisión son asumidas por una mayoría de la sociedad vasca. Hemos conseguido romper los mecanismos de asimilación de los estados e insuflar en el tejido social un virus autodeterminista. Por lo tanto, hay condiciones objetivas para abordar esta coyuntura política en otros parámetros. Esa es la victoria política de la izquierda abertzale. Somos corredores de fondo y lo hemos demostrado históricamente. Desde la rabia y el amargor que nos ha causado las muertes de Igor y de Roberto y los últimos encarcelamientos, somos conscientes de que el mejor homenaje que podemos hacerles es profundizar en el proceso de liberación, abrir un ciclo de negociación política sobre el reconocimiento de la nación vasca y el respeto a sus derechos democráticos. Esto lo tiene claro el conjunto de la izquierda abertzale en esta coyuntura histórica.
¿Cómo interpreta las palabras pronunciadas hace unas semanas de Rodríguez Zapatero sobre el «inicio del principio del fin de ETA»?
Es parte de su retórica. Lo que está en situación terminal es el marco jurídico actual. Y existe la oportunidad de abordar en clave de diálogo y negociación aquello que la transición fue incapaz de asumir: la existencia de una nación vasca con derechos.
Esas palabras generaron una expectativa enorme de un inminente anuncio de tregua de ETA…
En los últimos tiempos hay indicadores que señalan que las cosas se mueven en este país. Hay declaraciones que de una y otra manera alimentan esa expectativa, y por otra parte hay hechos que testifican que el conflicto sigue abierto. De todo lo que Zapatero dijo aquel día me quedo con una frase: «Se cosecha lo que se cultiva». Yo no sé lo que ha cultivado Zapatero para que tenga una esperanza sólida de que se pueda dar una determinada posición de ETA.
Fuera de todo tipo de especulaciones, creo que todo el mundo es consciente de que no estamos en una coyuntura para que ningún agente político aborde decisiones de carácter unilateral. Las decisiones tienen que estar sustentadas en compromisos de todas las partes, porque todas las partes tienen que hacer el proceso. Pienso que los pivotes para empezar a construir un proceso de negociación son: iniciativas y compromisos de ETA y el Gobierno español por un lado, y constitución con anclajes solidos de la mesa de partidos, por otro.
¿Se puede hablar de esa oportunidad cuando Rodríguez Zapatero niega en el Congreso la existencia del derecho de autodeterminación?
Al margen de la dialéctica que se da en este momento, Zapatero tiene que ser consciente de que no hay resolución al conflicto sin el respeto a la voluntad de los vascos. No hay sucedáneos en torno al núcleo del conflicto. Zapatero tiene que asumir los mismos principios de no injerencia y respeto a la voluntad popular asumidos por Blair en el proceso irlandés. Un acuerdo de resolución debe, por lo tanto, dejar vía abierta a un sujeto nacional vasco que ejerza el derecho de autodeterminación.
¿Y cree que el presidente español y su partido están dispuestos a dar ese paso?
La izquierda abertzale ofrece ese modelo de resolución. Nosotros no podemos garantizar que el PSOE vaya a abordar un proceso resolutivo en esas claves. Por eso creemos que es determinante que en la fase política que se puede abrir haya un protagonismo social de los sectores políticos que reclaman el derecho a ser y a decidir. Nadie nos va regalar ese derecho.
¿Es preciso, entonces, unir fuerzas en torno a la necesidad de abrir el proceso de solución y también en torno a la defensa de la autodeterminación?
Hay que ensamblar la puesta en marcha de un proceso de diálogo y negociación política con el dimensionamiento de lo que debe ser un polo autodeterminista y progresista en la sociedad vasca. Eso va a ser un factor determinante en los próximos meses y años. No hay proceso sin que la sociedad vasca mantenga una ofensiva institucional y de masas en defensa del derecho a ser y decidir.
El 21 de enero, ante el BEC, hubo una respuesta conjunta, ahora hay una convocatoria de manifestación para el 1 de abril… ¿Cómo hay que valorar estos pasos?
Está empezando a madurar un polo político, sindical y social con perfil estratégico, que tuvo un reflejo inicial ante el BEC. Un espacio que tiene que tener un gran protagonismo tanto en el proceso de solución al conflicto como, ya más en perspectiva estratégica, en la acumulación y activación de fuerzas independentistas y de cambio social. Este polo independentista y de cambio social puede, también, configurarse como una alternativa al modelo político y social del PNV.
Entre la mayoría de las formaciones se ve que está cada vez más asumida la necesidad de la mesa de partidos, pero da la impresión de que muchos sólo tienen como referencia la Comunidad Autonómica Vasca.
Yo pienso que no se pueden dividir los marcos de negociación del conflicto en función de los ámbitos institucionales actuales. La negociación de los derechos de un pueblo no se puede diversificar en mesas. Estamos ante un pueblo, un conflicto con dos estados, por lo tanto debe haber un proceso de negociación y un acuerdo global y, eso sí, luego puede haber una operativización del acuerdo partiendo de los marcos vigentes.
En este contexto, recientemente se ha conocido una propuesta de la Mesa de Egino. ¿Que opinión le merece?
Todas las aportaciones son respetables y positivas en si mismas, pero es el momento del dialogo directo y profundo entre los partidos y sindicatos y no, con todo el respeto, de subcontratar laboratorios de propuestas.
En una entrevista anterior, en setiembre, decía que LAB estaba trabajando en una aportación sindical al proceso, sin exclusiones. ¿Han avanzado?
La reunión con la UGT testifica que se está dando un diálogo y un contraste en el ámbito sindical. Una fotografía de esa naturaleza no es casual. Tiene una dimensión política y está interrelacionada con las comunicaciones que, de una u otra manera, se desarrollan por los es- pacios sociopolíticos que podemos representar LAB y UGT. Allí ya dijimos que estamos trabajando una aportación del sindicalismo para ir hacia un escenario de paz y soluciones po- líticas. Es un trabajo que llevamos haciendo desde hace meses, sin exclusiones. Más allá de filtraciones de borradores viejos y desfasados, somos optimistas de cara a que se pueda dar esa aportación del movimiento sindical del conjunto de territorios de Hegoalde.
Recientemente decía que las relaciones con ELA se estaban recomponiendo, pero la pasada semana volvieron los reproches públicos. ¿Cómo está esta relación?
Hace pocas fechas se han habilitado mecanismos estables de intercambio entre ambas organizaciones. Todavía estamos lejos de espacios de colaboración estables, pero sí podemos señalar que ambas organizaciones han iniciado una nueva fase de contrastes y de intercambios con el objetivo de situar cuál es realmente la aportación del sindicalismo a un nuevo ciclo político. Nosotros pensamos que vivimos una coyuntura política en la que los niveles de colaboración intersindical en clave socio-política y en clave sindical tienen que estar muy bien enraizados, tienen que estar sustentados en posiciones comunes de modelo político, de modelo institucional, de estrategia nacional, de modelo social. Es básico superar la fase en la que la unidad de acción se daba entre cuadros de las organizaciones, delegados y delegadas, pero que luego no había una correspondencia en las bases sindicales a la hora de activar el volumen de militancia de las respectivas organizaciones. Una unidad de futuro debe estar sustentada en posiciones coherentes, pero también en la activación de la base de las organizaciones.
Con todos los datos de los que dispone, los publicables y los no publicables, ¿es optimista sobre la posibilidad de abrir un proceso de resolución?
Soy optimista porque creo que el sacrificio y esfuerzo que la izquierda abertzale ha mantenido durante años va a permitir abrir un escenario político en el que tendremos la oportunidad de conseguir el respeto a Euskal Herria y a la voluntad de la ciudadanía. Creo que eso es posible, pero, como he dicho anteriormente, eso no es una meta de llegada, sino la apertura de un nuevo contexto de lucha política.