Quizás sea porque murió joven, como una estrella del rock, y por eso se hizo mito. El caso es que la Constitución de la II República, que hoy cumple 80 años, ha resistido bastante bien al paso del tiempo. Un 9 de diciembre las Cortes aprobaron la Constitución de 1931, con la que España pasaba […]
Quizás sea porque murió joven, como una estrella del rock, y por eso se hizo mito. El caso es que la Constitución de la II República, que hoy cumple 80 años, ha resistido bastante bien al paso del tiempo.
Un 9 de diciembre las Cortes aprobaron la Constitución de 1931, con la que España pasaba a ser, definitivamente, una república democrática. Hasta entonces, este país se había caracterizado por un abrumador dominio de la Iglesia católica y por una sucesión de monarcas y de gobiernos militares. La España negra se pintó el rostro de tres colores.
Era 1931, qué lejos, pero en este país se reconocía por primera vez el derecho al sufragio universal, la mujer pasaba a participar activamente en la vida política, se legalizaban los partidos y los sindicatos, se dejaba la puerta abierta a las autonomías, se eliminaba la censura previa, se reconocía el derecho al divorcio, y un largo etcétera.
En algunos artículos, aquella Constitución, parece incluso más joven y más bella que la actual:
– Art. 25. No podrán ser fundamentos de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas. El Estado no reconoce distinciones y títulos nobiliarios.
– Artículo 26: […] El Estado no mantendrá, favorecerá, ni auxiliará económicamente a las Iglesias, Asociaciones e Instituciones religiosas.
– Artículo 44. Toda la riqueza del país, sea quien fuere su dueño, está subordinada a los intereses de la economía nacional y afecta al sostenimiento de las cargas públicas, con arreglo a la Constitución y a las leyes. La propiedad de toda clase de bienes podrá ser objeto de expropiación forzosa por causa de utilidad social mediante adecuada indemnización.
Hay que leer entera aquella Constitución para ver hasta qué punto sigue joven, pese a haber nacido hace ya casi un siglo. Leer el artículo 25 y luego recordar los indultos que el Gobierno ha concedido estos días al banquero más rico de España y a dos directivosdeja perplejo a cualquiera. O el artículo 26, mientras que ahora el Estado da anualmente 10.000 millones de euros a la Iglesia. O el artículo 44 entre mareas de desahuciados.
O, simplemente, comparar de nuevo ese artículo 25 de la Constitución de 1931 con el artículo 56 de la actual Constitución, que dice que «la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad», deja más perplejo aún.
En tiempo de recortes sociales y pérdidas de derechos, oímos a un Mariano Rajoy que se siente «legitimado» por la mayoría absoluta para «hacer lo que hay que hacer», cuando la mayoría de escaños no se corresponde con la mayoría de votos en el Congreso. La editorial de hoy del diario económico Expansión le pide a Rajoy flexibilizar el mercado laboral y conseguir que «la negociación colectiva no sea un apretado corsé que ahogue la competitividad de las empresas». Los beneficios por encima de los derechos laborales y la voluntad de los ciudadanos. Y eso mientras algunos siguen teniendo indecentes beneficios.
En nuestra época, al menos, queda la satisfacción de saber que un día como hoy, hace 80 años, se redactó una Constitución que tiene una vigencia absoluta. Aquel recuerdo nos muestra de lo que somos capaces. Feliz 80 aniversario.
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Eduardo Muriel Periodista en Público.es
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