A lo largo de mi vida he vivido y trabajado en varios países (España, Reino Unido y EEUU) y en ninguno he visto una falta de diversidad ideológica tan marcada en sus mayores medios de información como en España (sesgados en su mayoría hacia la derecha, e incluso hacia la ultraderecha), los cuales perpetúan una […]
A lo largo de mi vida he vivido y trabajado en varios países (España, Reino Unido y EEUU) y en ninguno he visto una falta de diversidad ideológica tan marcada en sus mayores medios de información como en España (sesgados en su mayoría hacia la derecha, e incluso hacia la ultraderecha), los cuales perpetúan una cultura escasamente democrática. La evidencia de ello es abrumadora. No es por casualidad que España sea uno de los países de la Unión Europea (UE) en el que el índice de confianza de la población hacia los medios de información es más bajo (según el Eurobarómetro, en el caso de la televisión -36% de confianza-, la prensa -40% de confianza- y la radio -52% de confianza- los españoles tienen, respectivamente, la segunda, la séptima i la sexta confianzas más bajas del conjunto de países de la UE).
He escrito sobre este tema extensamente, mostrando que esta falta de diversidad ideológica en los medios es consecuencia del enorme poder que las fuerzas conservadoras que dominaron el Estado dictatorial han continuado teniendo sobre el Estado y sobre la sociedad durante el periodo democrático. Como he indicado en varios escritos (ver Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país. Anagrama, 2002), la transición de la dictadura a la democracia no significó una ruptura con el Estado dictatorial anterior, sino una reforma que, aun siendo muy importante, pues significó un gran avance para el país, dejó una huella en la sociedad española en sus escasamente democráticas instituciones representativas, en sus medios de comunicación y en su escaso desarrollo social. No es por casualidad que la democracia española, una de las que tiene mayores déficits democráticos en la Unión Europea de los Quince (UE-15), sea también una de las que tiene un Estado del Bienestar menos financiado y menos desarrollado. Cuarenta años después de la Transición el gasto público social por habitante continúa siendo de los más bajos de la UE-15. El déficit político explica el déficit social (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006). Y los medios de información, que son también de persuasión, juegan un papel clave en la reproducción de las relaciones de poder de clase social y de género, ya que están sesgados a favor de las fuerzas conservadoras del país.
El 15-M como un vendaval de aire freso que generó gran resistencia y hostilidad por parte de las estructuras de poder del país
En este contexto profundamente conservador apareció, al iniciarse la mayor crisis social que la España democrática ha vivido -la Gran Recesión-, un movimiento de protesta generalizada, el 15-M, que dio origen más tarde a un movimiento político-social, Podemos, que cuestionó las credenciales del establishment político del país («no nos representan»), así como el retraso democrático y social del mismo, exigiendo políticas públicas alternativas (tomando, entre otros, el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, de Juan Torres, Alberto Garzón y yo mismo, como referencia) y enfatizando que, en contra de lo que decía el establishment político-mediático del país (que insistía en que no había otras políticas públicas alternativas), sí que las había. El eslogan «sí se puede» era una clara denuncia del pensamiento conservador-neoliberal, hegemonizado por aquel establishment.
Como era predecible, tal establishment político-mediático respondió a ese movimiento político-social con una enorme hostilidad que yo nunca había visto en ninguno de los países en los que viví antes de volver de mi largo exilio. La agresividad del Estado y de los mayores medios de comunicación hacia esta nueva formación política fue enorme, mostrando estos últimos que su función no era la de informar, si no la persuadir y la mera propaganda política. Ser de Podemos, en la vida política, era ser eje de una hostilidad mediática en la que las más mínimas normas de profesionalidad y decencia periodística eran ignoradas. Estaba claro, además, que había un proyecto planeado en parte en las cloacas del Estado, con la colaboración de periodistas basura carentes de las mínimas normas de decencia profesional (y a los cuales se les continua dando gran visibilidad mediática), para destruir Podemos.
Incluso los medios que se consideraban medios «responsables» participaron en aquella campaña, llegando a extremos insospechados en su tergiversación de las noticias. Uno de los casos más claros de tal tergiversación fue que el periodista Francesco Manetto de El País presentara como abucheo al ex alcalde y ex presidente Maragall (cuando inesperadamente se presentó en un acto en el pabellón de la Vall d’Hebrón que celebraba la primera visita de la dirección de Podemos a Barcelona liderada por Pablo Iglesias) lo que en realidad fue una gran ovación. Ni que decir tiene que, al día siguiente, toda la prensa «responsable» catalana reprodujo la falsedad de El País, esto es, que los podemitas habían abucheado a Pasqual Maragall cuando en realidad había recibido una gran ovación (ver mi artículo Manipulaciones y mentiras en El País, Público, 29.12.14).
Mi experiencia como coordinador de la Gestora de Podem en Catalunya
Esta hostilidad ha sido una constante. La percibí de nuevo cuando, habiendo sido el catalán más votado en Vistalegre II, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, propuso mi nombre para que dirigiera la gestora provisional de Podem Catalunya. La cantidad de falsedades e insultos que pude observar durante tal mandato fue enorme, algunos realizados con la complicidad de seguidores del antiguo secretario general de Podem Catalunya (que utilizaron todo tipo de falsedades para intentar desacreditar a la nueva dirección). Ni que decir tiene que estas voces gozaron de todas las cajas de resonancia en los medios, cajas negadas a los insultados en dicha campaña. Una de las falsedades más promovidas fue que el secretario general de Podem había sido expulsado por Pablo Iglesias. La realidad es que la máxima autoridad de Podem Catalunya, los inscritos, actuando como Asamblea Ciudadana, votaron masivamente contra la dirección saliente. Ningún rotativo aclaró este punto, asumiendo que aquellos que lo hicieron (72% de los participantes) eran meros títeres del secretario general de Podemos. Y así constantemente.
La agresividad continúa en contra de Podem Catalunya
De nuevo, la hostilidad ha continuado, ahora hacia el nuevo secretario general, Xavier Domènech, el cual también ha sido presentado por los mismos medios de persuasión como nombrado a dedo por, de nuevo, Pablo Iglesias, ignorando y/o ocultando que Xavier Domènech fue elegido por el mayor número de votantes que hayan elegido a un secretario general en Podem Catalunya. Podría añadir múltiples ejemplos de manipulación, falsedades y errores. El último ha sido el artículo de Maite Gutiérrez en La Vanguardia, titulado «Podem inicia la confluencia con Colau para las municipales», que de nuevo en su reportaje de la reunión del Consell Ciutadà Català para diseñar la política de alianzas de Podem Catalunya desinforma, atribuyendo a Xavier Domènech frases (poniéndolas entre comillas) que jamás pronunció y hablando de una gran convulsión y tensiones cuando el informe de la dirección fue aprobado casi unánimemente y con solo un voto en contra, dentro de un debate que se caracterizó precisamente por un comportamiento de gran madurez política.
La hostilidad llega ahora a su extremo con el intento de destrucción de la dirección de Pablo Iglesias e Irene Montero
No hay otro caso de hostilidad más masiva y orquestada contra una figura política en España que la que se ha manifestado contra el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, un ataque personal sin límites. Y la causa de ello es que este dirigente es el que, de una manera más consistente y coherente, ha defendido unas políticas factibles alternativas a las que se han estado imponiendo a la población por parte del establishment político-mediático del país, y que han causado la mayor crisis social que ha vivido el país desde que se inició la democracia. Un ejemplo de ello se está dando en estos días, cuando Podemos está impulsando una propuesta de ley para que se resuelva el enorme drama de la vivienda, posibilitando que los ayuntamientos y otros niveles del Estado puedan regular el precio de los alquileres. Y es en este contexto cuando aparece el «famoso escándalo del chalet». En realidad, el establishment político-mediático lleva tiempo intentando destruir a Pablo Iglesias, estereotipándolo y presentándolo como una figura rígida, dogmática, caudillista y otros atributos, en busca constante de figuras alternativas en Podemos que consideran más afines y moldeables. Este es el background del famoso caso del «chalet». Quisiera aquí añadir una nota personal. He conocido a muchos dirigentes de fuerzas progresistas en muchos países a lo largo de mi vida. Y Pablo iglesias, al cual conozco desde hace tiempo cuando no era todavía una figura política, siempre me impresionó por su compromiso político, valentía, integridad y vocación de servicio hacia el bienestar de las clases populares, cualidades que no quedan disminuidas un milímetro por haberse comprado una casa, dentro de un pueblo tranquilo, por la cual paga 800 euros al mes (más los 800 euros de su compañera Irene Montero, otra persona a la cual ya también se intentó destruir cuando presentó la moción de censura al PP). Tengamos claro que la compra de una casa no es el tema. El tema, sin más, es el intento mediático de destrucción de la dirección de Podemos. La constante persecución contra Pablo Iglesias y ahora Irene Montero en su vida cotidiana (vida que está escasamente protegida en el barrio madrileño donde viven) les expone (peligro que asumen cada día) y que no pueden imponer a sus hijos. Dejar un barrio popular no implica ningún abandono de las clases populares que lo habitan. Es poder hacerlo mejor en condiciones de mayor seguridad. El fascismo está vivo en España y vive en plena libertad con la ayuda de las cloacas del Estado y sus periodistas. No hay ningún otro ejemplo hoy en la Unión Europea de los Quince en el que se haya llegado a tal nivel de bajeza y mezquindad. Y es sorprendente el silencio y falta de protestas por parte de las grandes figuras del mundo intelectual español en cuanto a esta situación. De ahí que, como respuesta, sería bueno que hubiera un voto masivo a favor de la continuidad de Pablo Iglesias e Irene Montero, lo que sería también un voto masivo de protesta en contra del comportamiento profundamente antidemocrático de los medios de desinformación y propaganda que dominan el panorama político y mediático del país. De ahí que invite no solo a los votantes e inscritos de Podemos, sino a todas las personas de sensibilidad democrática a añadir su voz a la protesta frente al intento de asesinato político-mediático que estamos viendo. Ha sido una constante en la cultura mediática del país mostrar una gran hostilidad hacia los dirigentes de las izquierdas. Esta agresividad ha alcanzado su máxima expresión en el caso de Pablo Iglesias. De ahí la necesaria movilización social denunciando esta represión mediática resultado de una falta de diversidad y cultura democrática en el país, en el que las fuerzas progresistas carecen de medios para poder mostrar y denunciar estos comportamientos. Y a eso lo llaman democracia.