Me escriben mis alumnos de la Uned a tenor de los tiempos que corren; uno de ellos dice: «Soy estudiante de Educación Social y precisamente este mes pasado me he examinado de su asignatura. El motivo de esta misiva es mostrar mi indignación por los últimos acontecimientos protagonizados por nuestra Universidad y el Instituto Cervantes. […]
Me escriben mis alumnos de la Uned a tenor de los tiempos que corren; uno de ellos dice:
«Soy estudiante de Educación Social y precisamente este mes pasado me he examinado de su asignatura. El motivo de esta misiva es mostrar mi indignación por los últimos acontecimientos protagonizados por nuestra Universidad y el Instituto Cervantes. Resulta que a un señor (si se le puede llamar así) que no se le tendría que dar ni ‘los buenos días’ se le invita a que dé conferencias, en cuanto que, como bien se indica en el libro de texto es un dictador que tiene a su pueblo en la más absoluta miseria y se ríe de ellos en su cara abusando de su poder, apoyado y consentido por países que presumen de tener muy en cuenta los Derechos Humanos. ¿Dónde están los valores que nuestra Universidad nos quiere inculcar y quiere que lo inculquemos al resto de conciudadanos, ésta es la manera de demostrarlo?».
A primera vista podría parecer agradable que los alumnos se acuerden de uno después de que han aprobado la asignatura, pero no es como cuando un cantante de moda recibe cartas de sus fans tras una actuación memorable. De momento no te consideran sexi ni te piden que les mandes una foto dedicada, prefieren amargarte el día con el rollo recurrente de la indignación, los valores éticos y todo lo demás.
Pero eso no es nada, después te echan en cara que les has preguntado en el examen sobre la relación que existe entre derechos humanos y educación en Guinea Ecuatorial, mientras que tu jefe, un mes después de los exámenes finales, al tiempo que te ningunea, invita a conferenciar en la universidad a Teodoro Obiang Nguema, o sea, el presidente de ese país, el mismo sujeto a quien has puesto verde en el libro de texto porque viola sistemáticamente esos derechos desde que llegó al poder en 1979.
Los que no han aprobado se estarán partiendo de risa y encima ya saben cómo van a contestar en el examen de septiembre a ese tipo de preguntas: con la misma ‘Carta abierta a la comunidad universitaria‘ que ha enviado el Rector a todos los estudiantes para explicarles su invitación a Obiang.
«Hemos leído con atención su pregunta. Habiéndola leído en calidad de alumnos, no consideramos oportuno responder a título personal sobre su contenido, lo importante son las aportaciones que la Uned ha realizado allí y los lazos históricos, lingüísticos y culturales que no debemos olvidar.
Por otra parte, estamos obligados a mantener la corrección con las autoridades del país, más allá de las valoraciones personales, muerto arriba, muerto abajo, exiliado más, exiliado menos; no vamos a discutir por eso, aunque admitimos como demócratas que somos que las viudas, los huérfanos, los presos y los torturados tengan sensibilidades diferentes a las nuestras.
También creemos que la Uned está actuando correctamente al invitar a Obiang a que nos de una conferencia. Entendemos que si el trío de las Azores da conferencias sobre la paz mundial y el terrorismo sin ningún mérito para ello, no hay razones para que Obiang no las de sobre la lengua castellana, a la que tantos servicios ha prestado y seguirá prestando, mientras la Uned le reconozca tal mérito y a pesar de que es la única institución educativa del mundo que lo hace.
No pedimos que nos pongan un sobresaliente con estos planteamientos, pero sí al menos un aprobadillo. En todo caso, si el Rector considera que los alumnos debemos debatir el papel de la Uned con las autoridades ecuato-guineanas, estamos dispuestos a plantear tal debate con Obiang; por ejemplo, podemos preguntarle si quiere dar la conferencia en voz baja.»
La cosa no acaba aquí, lo peor es que la editorial me pedirá ahora que cambie el libro de texto. Llevo dos décadas escribiendo sobre Guinea Ecuatorial y todo el trabajo se ha ido a la mierda de repente por culpa de una conferencia de veinte minutos.
Estamos hablando de más de mil alumnos, si se propaga la noticia de que un profesor no tiene ni idea de lo que escribe, ¿quién va a comprar su libro de texto si puede cortar y pegar una sencilla carta?
Sólo cabe una solución que satisfaga a todas las partes: echarme en brazos de los ministros de educación de la Unión Europea como hijo pródigo y rezar todos los días al levantarme el texto de la Declaración de Bolonia de junio de 1999.
Con mi conversión a la religión boloñesa, mi asignatura tendrá el delicioso enfoque civilizado que le falta, o sea, pondré un toque europeísta al alimón sobre la democracia y el mercado, sin exagerar, pero de forma elegante.
Queridos alumnos, alabad conmigo las excelencias del liberalismo y de la cooperación internacional bien entendida: gloria a «nuestras extraordinarias tradiciones culturales y científicas», arriba «las sociedades estables, pacíficas y democráticas», viva la universidad «capaz de dar las competencias necesarias para afrontar los retos del nuevo milenio, junto con una conciencia de compartición de valores y pertenencia a un espacio social y cultural común.»
Cantemos a continuación el nuevo Gaudeamus Igitur:
¡Viva la universidad! ¡Viva la verdad!
¡Vivan los rectores! ¡Vivan las conciencias!
¡Vivan los dictadores! ¡Vivan las conferencias!
¡Viva España y Guinea Ecuatorial! ¡Viva la cooperación internacional!
Los que quieran subir nota, el deseo que más se repite últimamente (supongo que esto es otro efecto colateral de la crisis, la matrícula de honor supone un ahorro), han de responder a las siguientes preguntas (se facilitan las respuestas para que se puedan presentar también rectores de universidad):
¿Por qué invita el Rector al Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de Guinea Ecuatorial a dar una conferencia sobre «el español en África»?
Respuesta: Porque no hay ningún escritor ecuato-guineano que escriba como él en español, ni nadie en el mundo que sepa más de esta lengua que Obiang, quien escribe mejor que Ortega y Gasset juntos.
¿Por qué entonces protestan alumnos y profesores de la Uned, además de las organizaciones de derechos humanos?
Porque no son rectores de universidad y ya se sabe que éstos tienen menos tendencia a protestar que aquellos. Además, uno puede ser alumno toda su vida sin tener que invitar a cierta gente a dar una conferencia, pero no puede ser rector mucho tiempo si no lo hace.
Aún así, ¿no es una invitación que se espera de un alto cargo afín al PP pero no de uno afín al PSOE?
No, ya en 1939 el presidente de Estados Unidos, Roosevelt, dijo de Anastasio Somoza (sin duda un ejemplo de gobernante para Obiang) que «puede que sea un hijo de puta (sic), pero es nuestro hijo de puta». Hoy día, bajo el imperio del neoliberalismo, es imposible distinguir un alto cargo del PP de otro del PSOE, particularmente en política exterior y de cooperación, salvo por la gomina del pelo.
El ex ministro de exteriores Moratinos no es rector de momento, pero cualquiera de éstos querría ser como él, ya que es doctor honoris causa en esta difícil materia: ha dejado de acompañar a Obiang en sus esfuerzos por llevar la democracia a los ecuato-guineanos, lo que le ha supuesto -entre otros beneficios- la Gran Cruz de la Orden de la Independencia de Guinea Ecuatorial, eso sin haber conseguido siquiera que su benefactor sea reconocido como demócrata en ningún país, ni en España, para asesorar al emir de Qatar, eso sin contar los honores que le ha concedido Serbia, Marruecos, Malta y, cómo no, el Comité Judío Americano.
Eso es confundir valor con precio. Todos los que participan en la conferencia pagan y ganan algo a la vez.
A Obiang le va a costar darla unos 600.000 euros por curso, que es el presupuesto anual de la Uned en Guinea Ecuatorial, cantidad de la que ésta ya no dispone porque el gobierno español prefiere gastar el dinero de los impuestos en material antidisturbios y otras partidas sociales igualmente necesarias y dejar que pague Obiang que está podrido de pasta.
A cambio obtiene el bonito título de «nuestro Somoza» y de paso también de la Unión Europea (de forma tácita). Obtiene un reconocimiento internacional -de oropel, ya que no tiene el verdadero en su propio país- además de la habitual colaboración para reprimir a los ecuato-guineanos, es decir, armamento variado y formación para sus sicarios.
Por falta de apoyo que no quede, hay que recordar el premio Unesco-Obiang de hace unos años, el partido de fútbol de la selección española en Malabo de hace unos meses y la sempiterna falta de progreso en las actuaciones judiciales sobre los fondos mal adquiridos de la familia Obiang que están depositados en Europa.
Al gobierno español le sale gratis la invitación porque se esconde detrás de la Uned y el Cervantes, que reciben algunos pequeños palos, y de paso se ahorra contestar a las cartas de protesta que mandan los estudiantes al Rector.
Para el gobierno es además una inversión política y económica. Si Obiang es bien tratado por España, empresarios y políticos españoles podrán seguir y reanudar algunos de sus negocios en Guinea Ecuatorial, en vez de ver cómo se los llevan todos sus colegas estadounidenses, chinos, japoneses y franceses.
Los que están en el ajo -o sea los políticos en la oposición- no dirán nada porque hicieron en el gobierno lo mismo que hacen los del PP; además todos ellos presentan sus actuaciones como razones de Estado si llega el caso (buenos negocios para las grandes empresas y otros asuntos privados, en román).
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