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La Corrala Utopía: tiempo de aprender

Fuentes: Rebelión

El día 6 de abril, la Policía Nacional desalojaba la Corrala Utopía. Paralelamente, se estaban produciendo negociaciones entre varias instituciones: Consejería de Vivienda, Ayuntamiento, Defensoría del Pueblo, Ibercaja (el propietario del edificio) y la propia Corrala de vecinas Utopía1. Todo parecía indicar que se iba a producir el realojo de las vecinas en otras viviendas, […]

El día 6 de abril, la Policía Nacional desalojaba la Corrala Utopía. Paralelamente, se estaban produciendo negociaciones entre varias instituciones: Consejería de Vivienda, Ayuntamiento, Defensoría del Pueblo, Ibercaja (el propietario del edificio) y la propia Corrala de vecinas Utopía1. Todo parecía indicar que se iba a producir el realojo de las vecinas en otras viviendas, faltaba concretar si iba a ser de forma colectiva o individual, siendo la primera más adecuada por razones de arraigo social. A pesar de esto, la Delegación del Gobierno decidió desalojar por la fuerza la mañana del 6 de abril en un acto de dominio y represión contundente. Para el Estado, la lucha de la Corrala -y del movimiento de vivienda andaluz- no podía culminar con un final feliz.

Es difícil hacer balance después de dos años tan intensos de lucha y movilización continuada. El proceso de la Corrala ha mostrado una enorme resistencia, ingenio y otras capacidades dentro del campo popular. Nos subió la autoestima colectiva y la visión que teníamos de nosotros mismos. Supuso un salto cualitativo en los movimientos sociales de Sevilla y en el conjunto del movimiento de vivienda.

Desde que se inaugura la Corrala un 16 de mayo de 2012, se hicieron decenas de asambleas y comisiones de trabajo (con vecinos y grupos de apoyo), se organizaron fiestas y actividades de ocio, talleres formativos, actividades de mediación vecinal. De cara al exterior, se consiguió una mesa de negociación con las instituciones e Ibercaja, se hizo frente a la demanda judicial de desalojo, decenas de concentraciones, manifestaciones, acampadas y encierros. Se creó una red de solidaridad en todo el Estado. La Corrala Utopía se convirtió en el emblema de los movimientos sociales de Sevilla y del movimiento de vivienda andaluz, legitimando la ocupación como estrategia de lucha aceptable socialmente. No obstante, el proceso de la Corrala Utopía ha sido largo y complicado. ¿Cuáles son las claves de un proceso de resistencia de tales dimensiones y duración?

Después del desalojo de la Corrala Utopía, con el terremoto que provocó en el Gobierno andaluz y las largas negociaciones posteriores para conseguir el realojo de todos los vecin@s, se ha extendido la idea de que la Corrala ha sido un fracaso porque no se han alcanzado los objetivos máximos: mantener el realojo colectivo en el edificio de IberCaja. Este tipo de análisis desde posturas maximalistas (o todo o nada) o desde posturas hiper-críticas (siempre se podría haber hecho mejor…) infravalora lo que ha significado la Corrala Utopía en su contexto, como lucha parcial por el derecho a una vivienda digna. A continuación, apunto para el debate algunas claves de la Corrala, desde las cuales se puede considerar un éxito para el movimiento popular.

  1. LA ESPONTANEIDAD Y LA IMPROVISACIÓN NO SON NUESTRAS AMIGAS.

La Corrala Utopía surge como una experiencia organizada concienzudamente y con meses de antelación. En la Asamblea del barrio de Macarena y el Punto de Información de Vivienda surgió un grupo de activistas del 15M y movimientos sociales, del movimiento okupa y vecinas afectadas que estuvieron preparando el realojo durante meses. El trabajo previo permitió que muchas de las vecinas se conocieran previamente, se establecieran lazos con militantes y asesores legales, trabajadores sociales, etc. Las personas que se involucraron en el proceso tenían claros los objetivos y las características políticas del realojo en el que se iban a embarcar.

La cuestión de la preparación previa no fue de menor importancia y, de hecho, en otras ocupaciones de vivienda en el Estado, suele ser la variable clave. Aunque esto no es suficiente, una buena preparación no garantiza el éxito al 100%. Como en El Príncipe de Maquiavelo, de lo que se trata es de lidiar con la fortuna -los contratiempos que siempre van a surgir, pero eso sólo es posible cuando hay cierta «virtud» -una preparación y previsión concienzudas.

  1. UNA COMUNICACIÓN SEDUCTORA.

Desde el principio, la comunicación con los medios, a través de Internet y redes sociales fue clave para difundir el mensaje de la Corrala. Aparte, el equipo de comunicación -con el apoyo de profesionales y aficionados de la comunicación- fueron capaces de generar una imagen y contenidos capaces de «tocar», «conmover» no sólo a los movimientos sociales (los «adeptos de siempre»), sino también a los medios de comunicación masivos (incluso a grandes televisiones y periódicos) y, a través de estos, a amplios sectores de las clases populares. La comunicación trasladaba una imagen razonada, amable y bella del proceso.

Una lección importante: la necesidad, como decía Daniel Bernabé, de incorporar entre nuestras habilidades la seducción revolucionaria2. Normalmente, cuando realizamos la comunicación de nuestras luchas nos referimos sólo a los actores ya movilizados, a los «ya convencidos». Sin embargo, si lo que pretendemos es poner en circulación entre las clases populares ideas diferentes, razonamientos críticos, se requiere una comunicación seductora. Necesitamos apelar a los códigos y situaciones que maneja la mayoría social. En el caso de la Corrala Utopía, ésta se presentaba como una ocupación de mujeres, a cara descubierta, pacífica y alegre, que abren las puertas de sus casas a los medios3, que nos explican su experiencia personal de forma sencilla pero contundente, real. Vivimos en una sociedad donde los problemas sociales se individualizan, se dramatizan y se personalizan. Lo interesante de la comunicación de la Corrala fue, precisamente, usar esa misma personalización para transformarla en un asunto colectivo y político. Se ofrece una lectura alternativa a la «culpa individual» y se dan soluciones concretas: «ni gente sin casas, ni casas sin gente».

  1. DE LO PERSONAL A LO POLÍTICO.

La Corrala se plantea desde el principio como un realojo político: aparte de cubrir una necesidad urgente de las vecinas, es una reivindicación del derecho universal a la vivienda digna. En la Corrala había vecin@s desahuciad@s, trabajadoras en paro sin recursos para pagar el alquiler, distintos oficios, precarios, gente excluida del mercado laboral, gentes de distintas edades, con hijos y sin hijos, de distintas procedencias geográficas y niveles educativos, etc. Distintas carencias en necesidades básicas, entre ellas la vivienda, que se reivindican colectivamente: «vivienda digna para tod@s».

La politización de lo que, en un principio, se vive como un problema individual ha sido el emblema del movimiento de vivienda. En el caso de la Corrala -según las voces de las propias vecinas- esto suponía pasar de la culpabilización, de la búsqueda del error de cálculo individual, de la depresión y la soledad, a vivir el problema como una cuestión colectiva y política; a vivirlo como una injusticia del sistema. El empoderamiento consiste en eso, en entender que tu problema individual, en realidad, es un problema de amplios sectores y que te puedes apoyar en tus iguales para afrontarlo. Fraternidad, solidaridad y apoyo mutuo, como lo hemos llamado en el movimiento obrero de toda la vida. Es posible que para muchos militantes, ésta sea una cuestión obvia y fácil, pero en el contexto de una sociedad individualista y atomizada, socializar la carencia de vivienda (o de trabajo) es un proceso revolucionario. Con sus contradicciones y altibajos, la Corrala Utopía creó una comunidad donde éste era un eje central para una mayoría de vecinas.

  1. EL PROCESO PEDAGÓGICO.

La diversidad de situaciones de partida (no olvidemos que la clase trabajadora es heterogénea y se encuentra muy fragmentada) conllevaba también distintos grados de implicación y velocidades de aprendizaje. La Corrala Utopía ha sido un enorme proceso pedagógico para la mayoría de vecin@s y apoyos externos, donde cada cual tenía algo que aportar. Tenemos distintos ritmos y tiempos de aprendizaje, esta es una realidad con la que hay que convivir y gestionar. La «conversión» no sucede de repente, por iluminación divina, como en La Madre de Gorki. Y los militantes necesitan practicar la humildad, saber enseñar sus habilidades y aprender. De sobra repetimos que un cuadro revolucionario no es aquel que emite el discurso más radical e incendiario (despreocupado de si alguien le escucha), sino aquel capaz de contribuir a la organización de las masas desde la humildad. De transformar necesidades concretas en tablas reivindicativas emancipadoras… Fácil, ¿verdad? Pues hay que ver qué poca gente sabe hacerlo. Y en la Corrala se hizo con brillantez: ahí tenemos a vecinas que vivían su primera experiencia política y que ahora son líderes en las manifestaciones, portavoces ante la prensa, brazos a los que cogerte en primera línea frente a los cuerpos de «seguridad». Ese es el éxito por encima de todo.

La idea de «proceso pedagógico» es central en cualquier trabajo de masas. Partimos de que la gente nos incorporamos a los procesos políticos con escasas herramientas de sociabilidad, deliberación y decisión política, organización y solución de conflictos. También entramos a los procesos políticos -incluso los militantes- con una visión mitificada de las instituciones del Estado: «si protesto fuerte, van a acceder a mis pretensiones». En este sentido, la Corrala Utopía ha supuesto un aprendizaje cualitativo enorme para vecinas, para grupos de apoyo y activistas cercanos al proceso. Sabemos más del funcionamiento de las instituciones y de la Banca, no están ahí para servirnos por más que protestemos con fuerza. Y esto hay que tenerlo claro para no caer en la frustración. Lo fuerte que gritemos es condición necesaria para ganar, pero no es suficiente, ni garantiza la victoria.

  1. NO SOMOS HÉROES: SOMOS GENTE NORMAL, CON CONTRADICCIONES Y CONFLICTOS.

La Corrala Utopía ha tenido distintas estrategias políticas según los momentos, se ha enfrentado a las instituciones y a la banca durante dos años. La Asamblea de Vecinas ha tenido la voz cantante, tratando de mantener su autonomía y tomando las principales decisiones. En un proceso de estas dimensiones surgen conflictos internos, visiones y estrategias políticas distintas. No puede ser de otro modo, los procesos armónicos no existen salvo en determinadas sectas y comunas apartadas del mundo real; y las expectativas de encontrar sólo armonía y ausencia de conflicto producen, como en las relaciones de pareja, frustración y bloqueo.

Este ha sido un aprendizaje brutal de la Corrala. Nos contaron en el colegio o en las charlas políticas a las que asistimos que los procesos de lucha popular estaban marcados por el felicismo y la unidad. Procesos donde la confrontación era sólo externa «contra el enemigo», pero nunca interna, dentro del propio movimiento popular. Lugar donde todos, por supuesto, seríamos bondadosos, éticos e intachables. Pues bienvenid@s a la realidad: no somos los héroes y heroínas incorruptibles de las películas Sergei Eisenstein. Las alianzas son una cuestión política que se construye sobre todo por necesidad, porque el enemigo sí nos golpea unido, por contraposición dialéctica. En ocasiones, las diferencias políticas son insalvables y nos separamos. Pero estas decisiones deben partir de una visión de conjunto de las relaciones de poder, del escenario lucha de clases. Porque es en ese escenario donde verdaderamente ganamos o perdemos. IberCaja lo tenía muy muy claro.

Si somos conscientes de que habrá contradicciones internas, de que necesitamos trabajar alianzas, también debemos aprender a trabajar los conflictos internos de forma leal. Un conflicto frecuente tanto en la Corrala como en otras luchas sociales, por ejemplo, a nivel sindical, es el de la autonomía de los afectados/as. ¿Hasta qué punto son los protagonistas de esas luchas los que deben marcar la estrategia? ¿Hasta dónde deben intervenir los grupos y organizaciones de apoyo? ¿Quién debe tomar las decisiones, sólo aquellos más directamente afectados/as? Estos problemas estallan justo en momentos críticos de tensión, precisamente porque tendemos a lo urgente y postergamos lo importante. Como decía mi amiga Carmen, «en nuestros colectivos políticos siempre tuvimos mucha organización y poca masa; en vivienda hay mucha masa y poca organización». Pues sí, la actividad frenética nos hace olvidarnos de la organización que es la clave en la resolución de conflictos y en la resistencia a largo plazo.

  1. UN ESPACIO DE AUTOGESTIÓN Y SOCIABILIDAD POPULAR.

Desde bien temprano, la Corrala puso sobre la mesa que si los poderes públicos no garantizaban nuestro derecho a la vivienda, tendríamos que garantizarlo nosotr@s por nuestra cuenta y riesgo. La autogestión y la ocupación se convierten en una herramienta de acción política eficaz y socialmente aceptable. Al hacer valer esta herramienta de lucha, la Corrala se convirtió en un emblema. Pero, además, la Corrala Utopía fue espacio de confluencia de numerosos movimientos sociales de la ciudad, y así se vio en la Plataforma de Apoyo que reunía a más de 40 colectivos. En los locales de la Corrala se reunieron colectivos políticos de todo pelaje, se encerró la Marea Verde, hubo cine de verano, fuimos a conciertos del Zapata, los niños hicieron obras de teatro, el movimiento estudiantil celebró sus aniversarios… Ana, Aguasanta y María Ángeles nos hicieron comida popular mil y una veces. La Corrala fue un espacio de sociabilidad de referencia en Sevilla. Y esta confluencia se vio hermosamente reforzada porque las vecinas apoyaron, de vuelta, a tantos otros colectivos en lucha. Aún las recuerdo en las Marchas de septiembre de 2012 entrando en Sevilla…

A esta nutrida red de apoyo y sociabilidad se unió la red de solidaridad estatal que ha permitido a las compañeras de la Corrala y a miembros de los grupos de apoyo difundir la experiencia en otros territorios. Aún recuerdo, por ejemplo, la atención y el cuidado de los compañeros de Komite Internazionalistak, todo un ejemplo de solidaridad internacional sincera.

Tanto en la provincia de Sevilla, como en otros lugares del Estado, la ocupación política se extendió como un repertorio de lucha a poner en práctica. Esta máxima de la ocupación y la autogestión, un clásico del movimiento obrero de finales del XIX y principios del XX, había pervivido en el movimiento libertario posterior. La Corrala lo recupera con fuerza y lo aporta al movimiento de vivienda que, a su vez, lo pone a disposición de sectores de las clases populares que nunca antes se lo habían planteado…

  1. PARA SEGUIR CON EL DEBATE Y CONSTRUIR MEMORIA.

Hay aspectos importantes del proceso de la Corrala que no han sido discutidos aqui. Sin duda, quedaría hacer balance de cómo la Corrala Utopía influyó en la crisis del gobierno andaluz en abril de 2014. También sería importante reflexionar sobre el mapa de actores de esa crisis institucional, con las vecinas de la Corrala acampadas en la calle, IU probando soluciones legalistas -con los tristes límites de nuestro triste régimen legal, y el PSOE comportándose como se tenía que comportar, como el partido del régimen que es. Pero la Corrala no puede ser reducida, desde luego, a las dinámicas instituciones. Las vecinas tienen su propia entidad, han sido un colectivo autónomo marcando su propia táctica, su hoja de ruta. De ellas vendrá una memoria de valor incalculable para la creación de poder popular.

Hoy nos enterábamos de que, después de un largo proceso de negociaciones entre la Corrala Utopía-el Ayuntamiento de Sevilla y la Consejería de Vivienda, todas las vecinas y vecinos van a ser realojados en viviendas públicas de forma provisional. Esto supone una victoria concreta fruto de la lucha… No lo olvidemos. Probablemente, no se han conseguido objetivos máximos como eran la recuperación del edificio de IberCaja o la garantía del derecho a la vivienda. Pero no les pidamos a las vecinas de la Corrala Utopía que nos bajen la luna. Detrás de ellas han dejado decenas de «corralas» por todo el Estado, un movimiento de vivienda más fuerte, un colectivo de activistas y militantes locales que, una vez llegada la calma y el tiempo de la reflexión, seremos más maduros y audaces. La frustración sobra. Es el momento de empezar a construir la memoria como en el ángel de Walter Benjamin, con un ojo en las cenizas del pasado y el otro mirando al futuro.

Notas de la autora:

1 No soy vecina de la Corrala Utopía, ni he estado siempre vinculada a los grupos de apoyo. Sin embargo, he vivido al proceso en el día a día junto a ellas, que fueron mis amigas, mis compañeras y vecinas del barrio donde el proceso de la Corrala se gestó. Por supuesto, las vecinas tienen su visión propia del proceso y tendrán tiempo de exponer su memoria. Pero me parecía importante recuperar algunas cosas y ponerlas en valor. Agradezco a mis amigos y compañeros L. Domingo y J. L. Guerrero por sus comentarios críticos.

2 Daniel Bernabé, «Seducción Revolucionaria», Grundzine, nº 3, http://grundmagazine.net/wp-content/uploads/2014/05/Gm_3.pdf

3 http://corralautopia.blogspot.com.es/2012/05/una-veintena-de-familias-con-serios.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.