Éste es, sin duda, un país mágico Éste es, sin duda, un país mágico. Llega, por casualidad, Franquito al poder («Con Franquito o sin Franquito, salvaremos a España», decía Sanjurjo) y se queda cuatro décadas, y le rinden pleitesía tiburones como Fraga o Emilio Romero, hasta le visita en su lecho mortuorio ese buen y […]
Éste es, sin duda, un país mágico. Llega, por casualidad, Franquito al poder («Con Franquito o sin Franquito, salvaremos a España», decía Sanjurjo) y se queda cuatro décadas, y le rinden pleitesía tiburones como Fraga o Emilio Romero, hasta le visita en su lecho mortuorio ese buen y notable hombre llamado Ruiz-Giménez. Echan del Gobierno al miserable Aznar, y él miserabiliza a su partido, impidiéndole cortar el cordón umbilical con el terrorismo internacional de Estado (guerra de San José, segunda del Golfo; la primera fue la de San Antón, que sí tenía cubrimiento de Derecho Internacional). Lo que nos recuerda aquel «diagnóstico del manco», el tullido tiende a tullir, aquello de Millán Astray versus Unamuno en la fiesta de la raza de 1936, cuartel general fascista de Salamanca, que tan actual mantiene su alcalde de hoy, Lanzarote.
País prodigioso. En Valencia se mea cuando viene el Papa, mas no en Fallas, los urinarios son para el verano y las almas pías. Mueren cerca de cincuenta personas en accidente de metro, en una línea de trenes renqueantes, averías continuas, sin pintar, con los dos pecados originales, casuales, de no pasar por El Corte Inglés (las otras líneas sí) y de recorrer importantes pueblos con alcalde de izquierda (L’Alcúdia, Alginet, Picassent, Torrent, Paiporta, Paterna, Burjassot, Montcada, L’Eliana…), sin los avances en seguridad que sí tienen las demás líneas, vías de evacuación, etcétera (si se duerme, desmaya, el conductor, y el tren va a velocidad exorbitante, no hay sistema de seguridad que lo pare automáticamente; pues bien, la juez o jueza dice que no ve responsabilidad en la empresa de los trenes, que sería responsable el maquinista pero se ha matado, conque da carpetazo. Suponemos que otro tribunal superior remediará este desficaci. Ah, la guinda: nadie dimite, ni en el ramo empresarial, ni administrativo-político. Aquí nadie dimite, ni nadie se suicida, me decía el sagaz y regocijante Senillosa, cuando prologaba mi libro sobre el filogolpismo militón.
En fin, la monarquía es, en el planeta, una especie en extinción, mas en España se han ido los Borbones y han vuelto tres veces. Mientras los guerrilleros antifascistas son héroes en toda Europa, oriental y occidental, ex comunista y liberalcapitalista, en España son delincuentes. Mientras Franco cabalga en la capitanía general de Valencia y su escudo preside la puerta principal, el digno, católico, gran padre y marido, eximio militar, general Rojo Lluch, valenciano, no tiene una calle en Valencia (transición del embudo). Y otro que cabalga: Zaplana, desde la concejala tránsfuga y la Clínica Benidorm hasta Terra Mítica, Ciudad de las Ciencias y endeudamiento a perpetuidad de la Comunidad Valenciana. Y Arístegui, haciendo piruetas (como cuando apoyó las armas nucleares) porque no se llega a ministro de Exteriores sin el plácet de EEUU.