La ley mordaza nos retrotrae a leyes como la de «Bandidaje y terrorismo». la ley de «Represión de la masonería y el comunismo» o la ley de «Orden Público» de los mejores tiempos del franquismo. Es una ley represora pensada en las respuestas sociales y sindicales a la crisis capitalista y las políticas de austeridad, […]
La ley mordaza nos retrotrae a leyes como la de «Bandidaje y terrorismo». la ley de «Represión de la masonería y el comunismo» o la ley de «Orden Público» de los mejores tiempos del franquismo.
Es una ley represora pensada en las respuestas sociales y sindicales a la crisis capitalista y las políticas de austeridad, de robo y latrocino contra las clases populares y los derechos sociales y laborales, que al objeto de superar su crisis, se están imponiendo.
En un Estado donde el derecho de huelga es papel mojado como ocurre en el Reino de España, en las empresas privadas excepto en empresas muy grandes y de sectores de tradición sindical y de clase como son fabricas metalúrgicas, automoción, transporte, minerías y puertos, no solo es inexistente, sino que son despedidos las y los que osan declararse en huelga. En un Estado en el que amplisimos sectores laborales como hostelería, comercio y grandes superficies o sectores de servicios avanzados, se vive en el precariado más puro y duro, cuando no en la semi-escalvitud, la huelga es algo ya digno de heroísmo y/o de solicitar ser «echado o echada» a la p… calle. La forma más clara de protesta y rebeldía social, de dignidad que queda es la manifestación, concentración u ocupación callejera.
Si millones de personas solo pueden ocupar y cortar calles para manifestar su dignidad frente a tanto atropello, la solución es multar, asustar, poder detener, atemorizar también en las calles. La famosa frase del ministro franquista Manuel Fraga Iribarne, fundador del PP «la calle es mía» pronunciada en la pre-transición por ese llorado padre de la Constitución y «carnicero» de Vitoria, se vuelve a pronunciar con los hechos. La calle es del PP y de la oligarquía.
La clase dominante, la derecha de siempre gobernante, nos impone su ley, con el objetivo de vivir en paz, tranquilidad, asustar al populacho y poder vivir tranquilos y sin protestas sociales. La calle es de ellos, el Estado es de ellos, los bancos son de ellos, las fabricas son de ellos, los grandes centros comerciales son de ellos. Todo es de ellos de la clase oligárquica y poseedora.
Como todo es de ellos, nos roban en los recibos de la luz, nos arrojan de nuestras casas, nos rebajan los sueldos, no pagan impuestos, extorsionan, compran a políticos y sindicalistas -que se dejan comprar-, compran periodistas, periódicos y televisiones y nos sientan en los sofás. Incluso nos ofrecen «realitís» socio-politicos, para desforgar en el salón de nuestras viviendas, pero a la calle… A la calle,no. La calle es de ellos, de los ricos y sus ejércitos privados de guardaespaldas, seguratas o policías a su servicio, encima sufragados con nuestros impuestos.
La ley mordaza exige respuestas y movilizaciones. La ley mordaza no se puede tolerar. Esta bien hacer un acto simbólico delante del parlamento, pero no basta.
Mientras los jueces juzgan rápidamente a huelguistas o piqueteros, a personas que defienden la justicia, los juicios de los grandes chorizos, corruptos y prevaricadores, se eternizan y los millonarios protegidos por amnistías fiscales y paraísos fiscales se ríen de las clases populares.
Si Franco no nos calló, estos menos. La ley mordaza no es una simple cuestión de libertades. Es una ley represora, dictatorial y anti-social. Hemos de responder.
Las Marchas de la Dignidad van a responder y volver a salir a la calle. Este estado necesita una gran dosis de dignidad, valentía y valores. Este Estado, su pueblo, necesita y ya volver a salir a la calle.
Carlos Martínez es miembro De Alternativa Socialista y del Consejo Cientifico de Attac España
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