A la espera de la sentencia sobre el procés catalán y sus dirigentes, el PSOE se muestra incapaz de formar gobierno y menos un gobierno estable que capee el temporal catalán, cuando por el otro lado la banca acreedora y la Comisión Europea ya le presionan para que se sigan aplicando los recortes que exige […]
A la espera de la sentencia sobre el procés catalán y sus dirigentes, el PSOE se muestra incapaz de formar gobierno y menos un gobierno estable que capee el temporal catalán, cuando por el otro lado la banca acreedora y la Comisión Europea ya le presionan para que se sigan aplicando los recortes que exige el pago de la deuda. El Ibex y el régimen no aceptan un gobierno con Podemos, y el PSOE acata, pero precisa su voto afirmativo. El único argumento de Sánchez para obtenerlo, es amenazar con nuevas elecciones con encuestas desfavorables para la formación morada.
Y la otra variante, un Gobierno PSOE con Ciudadanos, que es la demanda del Ibex y la Comisión Europea, sólo parece posible si se tensiona más la situación con la respuesta en Catalunya a la sentencia, que justificaría tanto para Sánchez como para Rivera un gobierno de salvaguarda de la unidad de España con un nuevo 155 bajo el brazo, listo para ser aplicado. Pero ahí los tiempos son esenciales. La fecha límite para la formación de Gobierno o automática convocatoria de elecciones es el 23 de septiembre, y no se espera que la sentencia salga antes. Además, si se convocaran elecciones, ¿cómo determinaría la sentencia la campaña en unas elecciones para el 10 de noviembre? En Catalunya, con las movilizaciones que provocará muy probablemente conlleve un aumento del voto independentista. Pero es difícil prever cómo afectaría en el resto del estado. Quizás esta incertidumbre crearía las condiciones para un Gobierno PSOE y Ciudadanos o incluso con cierto apoyo del PP, pero el tránsito hacia esa situación está lleno de peligros para la estabilidad del régimen.
Y si acabamos en unas nuevas elecciones, tampoco cambiarían substancialmente el panorama y la correlación de fuerzas. Desde Unidas-Podemos se teme la convocatoria, vista la crisis que atraviesa y su caída en las encuestas. Argumentan que pueda terminar ganando la derecha, pero esto será si debido al desencanto permanente de la clase trabajadora, una parte significativa de ésta deja de votar, y esto tiene que ver con la política que hace la supuesta izquierda, empezando por Sánchez, a quien sus bases le gritaban «con Rivera no» para exigirle un giro a izquierda, y más aún por el rechazo a la política de mendigar sillones que hace Podemos.
El centro del problema político está en la construcción de una alternativa de izquierdas. Y sin ella, no hay política buena ni será evitable que termine por ganar la derecha -si no ahora, en unos años- porque lo que hay que esperar de esta izquierda institucional son traiciones y estafa a su base electoral a favor de los grandes poderes, lo que llevará a los y las trabajadores y los sectores populares a cansarse y dejar de votarles.
Pero cuidado, esto no es un péndulo con movimiento perpetuo, porque la situación social de la clase obrera y la pequeña burguesía está agravándose, lejos de los anuncios oficiales de que la crisis se ha acabado, y con ella su desesperación por encontrar una salida. Sigue aumentando la pobreza, que engulle ya a miles de trabajadores/as precarias, no paran los desahucios, mientras los sistemas sociales de protección, la sanidad y la enseñanza siguen sufriendo recortes. De esa desesperación a la que no da salida la supuesta izquierda política y sindical, surgen los Salvinis y Bolsonaros, que arrastran a las clases medias empobrecidas y hasta sectores desesperados de clase obrera. Por eso es tan urgente construir una alternativa a la izquierda por la doble ruptura con el régimen y con el capitalismo.
Para levantar ese frente no necesitamos unas elecciones, hemos estado batallando por él en relación a las tareas urgentes que precisa la clase obrera y los pueblos. Pero, lamentablemente, la mayor parte de fuerzas políticas activan acuerdos cuando suenan las sirenas electorales. De hecho, el frente que necesitamos articular debe ser más amplio, no solo un acuerdo electoral, y con las organizaciones políticas y sindicales, y los movimientos que desde la izquierda marchamos juntos/as por las calles de Madrid el 16 de marzo. El acuerdo de frente electoral sería sólo una expresión política de ese frente de resistencia. Cuando hablamos de izquierda de PSOE/Podemos-IU estamos hablando de la CUP-CC en Catalunya, de la dirección actual del SAT en Andalucía, de Sortu que hoy aparece disuelto en Bildu, de Izquierda Castellana, Anticapitalistas y otras fuerzas de la izquierda revolucionaria. Este frente, tomando como referencia la candidatura a las europeas de 2009 de Iniciativa Internacionalista, sería un paso importante para coordinar la lucha obrera y por las libertades de los pueblos en todo el estado.
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