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La Cuba de Fidel Castro, otro intento fallido

Fuentes: Rebelión

Fidel Castro ha muerto, y con él se cierra otro intento fallido de los pueblos que buscan recobrar su dignidad humana en igualdad de oportunidades. El pueblo de Cuba no es el primero, pero bien quisiéramos que fuera el último en sufrir y morir en aras de una nueva sociedad, de una nueva economía. Se […]

Fidel Castro ha muerto, y con él se cierra otro intento fallido de los pueblos que buscan recobrar su dignidad humana en igualdad de oportunidades. El pueblo de Cuba no es el primero, pero bien quisiéramos que fuera el último en sufrir y morir en aras de una nueva sociedad, de una nueva economía.

Se estima que durante sus primeros 190 mil años, los seres humanos vivieron en plena armonía, gozaron de una igualdad económica, y sus dirigentes se diluían en el cuerpo social. Fueron economías de abundancia, y el poder estuvo en las manos de cada uno de los miembros del grupo social, razón por la cual no existió un «poder» centralista, verticalista, universal. Por la misma razón, no hubo «líderes», ni de derecha ni de izquierda, enquistados en el poder.

Un cuadro socio-económico y político que les permitió emplear el total de su tiempo de actividad en un pleno equilibrio entre un tiempo para la actividad económica, otro para la vida familiar, y otro para el descanso y diversión. Un ambiente propicio para realizar los grandes descubrimientos, innovaciones e invenciones que en aquella época se realizaron.

Este cuadro de vida idílico de la Humanidad se quiebra no hace más de 10 mil años. Desde aquel momento, la totalidad de la riqueza creada por el grupo social se concentra en poquísimas manos. Tanto que Oxfam International nos dice: ahora, la riqueza acumulada de 62 personas es igual a la riqueza acumulada de más de 3.6 mil millones de personas de la parte baja de la escalera, la mitad de la población mundial. Desde aquella época la mayoría de los seres humanos viven solamente para trabajar, o en la más severa exclusión y marginación.

Para los pueblos de América Latina, este trágico momento es mucho más reciente. No hace más de 6 siglos que se produjo la invasión española. Y los pueblos originarios perdieron todo; sus recursos naturales, la tierra cultivable, elemento fundamental de su actividad económica, e incluso sus propias vidas. Y desde aquel momento trabajan prácticamente en forma gratuita.

El quiebre ha sido brutal, demoledor. La mayoría de la población perdió el control sobre la actividad económica, perdió el control de su propia vida, y desde entonces navega inconsciente, en la creencia de ser dueño de su destino.

Los intentos por sacudirse de este yugo no son recientes. La Historia nos cuenta, entre otros, las rebeliones de los esclavos, siendo la más comentada aquella dirigida por Espartaco, que se desarrolló entre los años 73 a. C. y 71 a. C.

Ellos buscaron recuperar su dignidad de seres humanos. Los revolucionarios de Francia en 1789 buscaron un Estado de Derecho ante la tiranía del Rey. En cambio, los pueblos del siglo XX, que acaba de cerrarse con la Cuba de Fidel Castro, buscaron apoderarse del poder para, a partir de ahí, recuperar su dignidad de ser humano a través del control de la actividad económica. Pero todos ellos fracasaron en su intento.

El siglo XX ha sido el escenario de grandes revueltas de los pueblos en el mundo. Entre las principales tenemos a la Revolución Rusa, China, argelina, cubana, y la chilena de Salvador Allende. Todas estas revoluciones del siglo XX tuvieron la particularidad de buscar el poder, cada una a su manera. Pero, a pesar de que cada una lo consiguió, todas perdieron. ¿Por qué?

Por más que los esfuerzos de cada una de estas gestas hayan sido inmensos, no deben ser motivo de idolatría. Es de nuestro interés reflexionar y encontrar la salida que los pueblos del mundo buscan. Es este comportamiento que hará la diferencia entre el siglo XXI y el siglo XX. Alimentémonos de nuestros errores para encontrar la respuesta histórica. No olvidemos, la Historia está compuesta de fracasos y de victorias. Pero en ningún caso se detiene. Otro mundo es posible.

Ayer, la actividad económica en su constante evolución, al pasar de una economía de autoconsumo a la de intercambios en base a precios expresados en unidades monetarias, facilitó al ser humano recuperar parcialmente su autonomía. Ahora, la nueva forma de trabajar, la economía inmaterial, estaría facilitando la integral liberación de todos y cada uno de los seres humanos. La sociedad del Vivir Bien no está lejana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.