El ejercicio de «pensar con cabeza propia»- como lo fue para los jóvenes intelectuales que debatían sobre el futuro de la Revolución en la década del 60- , es una de las premisas de Dialogar, dialogar, un espacio de debate que cumple un año de fundado. Su anfitrión, el joven historiador Elier Ramírez, considera el […]
El ejercicio de «pensar con cabeza propia»- como lo fue para los jóvenes intelectuales que debatían sobre el futuro de la Revolución en la década del 60- , es una de las premisas de Dialogar, dialogar, un espacio de debate que cumple un año de fundado. Su anfitrión, el joven historiador Elier Ramírez, considera el estudio de la historia de Cuba como un verdadero reto, de ahí la diversidad de temas y criterios que se generan en cada encuentro.
¿Cómo se concibió Dialogar, dialogar?
La idea de crear el espacio en el Pabellón Cuba, auspiciado por la Asociación Hermanos Saíz (AHS), en realidad fue del ex ministro de Cultura Abel Prieto, actual asesor del presidente, ante la necesidad imperiosa de multiplicar los espacios de reflexión y diálogo en nuestra sociedad. Ya existían algunos espacios consagrados como el Último Jueves de Temas, y en eso hay que darle el mérito a Rafael Hernández, quien fue un adelantado y lleva ya más de 10 años, pero evidentemente hacían falta -aun hoy hacen falta- muchísimos más.
Yo inmediatamente me enamoré de la idea, pues comparto la misma percepción de que nuestro proyecto revolucionario requiere de un debate permanente y de los espacios que lo faciliten.
El debate estimula la participación consiente y real en la construcción colectiva de las ideas revolucionarias y de la Cuba socialista que la mayoría queremos; oxigena el pensamiento social. En cualquiera de esos diálogos puede quizás surgir la propuesta más inteligente a la solución de un problema. Como ha reiterado ese brillante intelectual y revolucionario ejemplar, Fernando Martínez Heredia, «el debate es consustancial al socialismo como lo es el aire al ser humano».
Por otra parte, en la coyuntura actual hace falta avanzar hacia una cultura del debate en nuestro país. En el respeto a la opinión del otro. En caso de no estar de acuerdo con un criterio, rebatir siempre sobre la base del argumento, no a palos, pues una opinión que se rebate a palos siempre nos lleva la delantera, así lo señaló en los años 60 el Che en una de las reuniones del Ministerio de Industria. Se puede ser apasionado, pero no por eso irrespetuoso. Cuántas personas no hemos conocido que coinciden en esencia y por solo discrepar en una opinión, terminan enemistándose por mucho tiempo, quizás de por vida. Eso no debe ser así. Estamos orgullosos de muchos aspectos de nuestra cultura, pero hay que seguir enriqueciéndola, y al mismo tiempo aprender y desaprender determinadas prácticas. Pero unos cuantos espacios de debate no van a lograrlo por sí solos, para eso hay que lograr que el fomento de esa cultura esté presente en nuestros medios de comunicación, en la escuela cubana y en la formas de hacer política.
En uno de los tantos diálogos sostenidos, Enrique Ubieta decía que solo el debate ofrece el entrenamiento que hace falta para formar un sujeto crítico en nuestro país con capacidad de discernir. En una Cuba tan diversa y abierta al mundo como la que hoy tenemos esto es muy importante, de otra manera no podremos salir airosos. Ubieta señalaba que esa batalla no se gana confiando únicamente en la acumulación de conocimientos, sino en el debate, pues solo éste ofrece un adiestramiento especial para el discernimiento a la hora de consumir determinados productos culturales y saber qué sirve y qué hay que sencillamente desechar. Diariamente somos bombardeados por productos culturales banales que abierta o sutilmente transmiten los códigos colonizadores del capitalismo. Aunque hay que reconocer que nosotros mismos en muchas ocasiones reproducimos y hasta promocionamos este tipo de productos. La guerra cultural entre el capitalismo y el socialismo se da en la vida cotidiana del cubano, y en ella la censura no cumple prácticamente hoy ningún papel, solo los sujetos críticos que la Revolución sea capaz de formar podrán enfrentarla mente a mente.
El espacio está dirigido fundamentalmente a un público joven, pero no somos excluyentes para nada, es un espacio totalmente abierto. Constituye un homenaje permanente a Alfredo Guevara, quien tanto dedicó a fomentar ese espíritu de diálogo permanente, de ahí que lleve el nombre de su último libro, «Dialogar, dialogar», texto que recoge una serie de intercambios que Alfredo sostuvo en sus últimos años de vida con miles de jóvenes en universidades, instituciones y organismos de nuestro país.
¿Cuáles han sido los principales temas debatidos y las personalidades que han participado en el espacio durante este año?
Bueno, los temas han sido muy diversos, por solo mencionar algunos con los propios títulos que le pusimos: «¿Es posible un cambio de mentalidad?»;» ¿Qué significa ser revolucionario en la Cuba de hoy?»; «¿Qué cambia en la política de los Estados Unidos hacia Cuba?»; Economía cubana: ¿nuevas reglas del juego?; «Tendencias actuales de la guerra cultural contra el socialismo en Cuba»; «El pensamiento del Che en la hora actual de Cuba»; «Desafíos de la problemática racial en Cuba; ¿es posible una economía de la cultura en Cuba?»; «Economía del conocimiento y fuerza de trabajo calificada en Cuba»; entre otros.
De panelistas hemos tenido por ejemplo a Manuel Calviño, Fernando Rojas, Esteban Morales, Rafael Hernández, Heriberto Feraudy, Juan Triana, Fernando Martínez Heredia, Agustín Lage, Carlos Alzugaray, Enrique Ubieta, Raúl Antonio Capote, y muchos otros prestigiosos intelectuales de nuestro país. Pero en cada ocasión hemos tratado de visibilizar a jóvenes talentosos que están también haciendo importantes aportes a las ciencias sociales en nuestro país, por ejemplo: Oscar Fernández Estrada, YordankaCribreiro, Fernando Luis Rojas, Jaqueline Laguardia, Harold Cárdenas y Beatriz Pérez Paz.
¿Qué papel juega la crítica en Dialogar, dialogar?
La crítica siempre va a estar presente en estos espacios, pero siempre advertimos que la idea no es hacer una catarsis, sino reflexiones que puedan aportar ideas novedosas tanto en el diagnóstico como en las propuestas de solución a los problemas. Si la crítica es propositiva siempre va a ser mejor para nuestros objetivos, pero no desechamos la que solo se queden en el diagnóstico, pues también son importantes. El diálogo es siempre un proceso de construcción colectiva.
¿Cómo se concibe el análisis del desarrollo histórico de la nación cubana dentro del espacio?
Los temas por lo general abordan problemáticas de la realidad cubana actual, pero también nos hemos propuesto insertar algunos que tengan que ver con la historia de la Revolución Cubana en el poder, de 1959 en adelante, pues entendemos que es la etapa que más vacíos tenemos todos, sobre todo los jóvenes. Vacíos que por supuesto están siendo aprovechados por los enemigos de siempre para la manipulación y el engaño. Por eso digo que en la historia no deben existir anatemas y que por muy sensibles y espinosos que sean determinados tópicos estos tienen que tener algún abordaje; la solución no puede ser el olvido, la omisión o la ignorancia. Hay algunos acontecimientos históricos de nuestra historia reciente que fueron analizados en la prensa y hasta en algunos libros, pero sólo nuestros padres y abuelos pudieron enterarse, pues después no se han vuelto a publicar y no se habla de ellos. Esto debemos entenderlo como una debilidad -no una fortaleza-en medio de la cruenta guerra cultural en la que nos encontramos.
¿Cuáles son las vías de socialización del espacio?
La socialización del debate es quizás el paso más importante, pues poco haríamos si nos conformáramos con las 20, 50 o 100 personas que participan regularmente. Por eso creamos un blog, «Dialogar, dialogar», su dirección es dialogardialogar.wordpress.com
Yo siempre soñé con hacerme un blog, pero me resistí durante mucho tiempo a hacerlo, pues sabía que de alguna manera cuando lo tuviera iba a tener que dedicarle unas cuantas horas al día para atenderlo, y realmente mi tiempo es muy limitado para ello debido a los proyectos investigación histórica que tengo bajo mi responsabilidad. Pero al crear el espacio «Dialogar, dialogar», se hizo obligatorio crear también el blog, como un medio imprescindible para socializar en el mundo virtual lo que en el espacio físico sucedía. Aprovecho también entonces para publicar materiales históricos relacionados con mi trabajo fundamental y otros textos de actualidad que considere importantes. Ahora que cumplimos un año del espacio, el blog amerita algunos cambios en el diseño y ya algunos amigos se han ofrecido para ayudarme en ese sentido.
¿Qué dificultades han enfrentado?
Dificultades siempre van existir, pero solo el esfuerzo, las buenas intenciones y la persistencia van a ir permitiendo superarlas. Un espacio como este enfrenta tanto a los que pretenden aprovecharse de él para hacer tribuna e intentar hacer daño a la Revolución-en este caso siempre derrotados- y las incomprensiones de burócratas y personas que temen al debate o que no les gusta en lo más mínimo escuchar alguna idea que se vaya más allá de lo que entienden como «oficialmente correcto». También es difícil lograr que estos debates encuentren más resonancia en nuestros medios de comunicación. Por otro lado, a pesar de contar con el apoyo de la AHS, aún no hemos logrado tener una infraestructura y un equipo como el que tiene Temas, que permita una mayor inmediatez en la socialización de los debates y su publicación en el blog y otros sitios, sobre todo por el hecho de no tener personas encargadas de la transcripción de las distintas intervenciones, tampoco hemos tenido la posibilidad de hacer filmaciones que luego puedan llevarse a formato DVD. Quizás por el camino, confío en eso, se puedan ir resolviendo estas cuestiones. La propia solidez del espacio debe ser la que se gane este apoyo, pues apenas contamos con un año.
¿Cuáles son los principales resultados de Dialogar, dialogar?
Creo que todavía es temprano para hablar de resultados, pero «Dialogar, dialogar» ha venido a sumarse una serie de espacios de debate que se han abierto en los últimos años en nuestro país, que contribuyen al ejercicio del pensar colectivamente y a elevar la participación real y consciente de los ciudadanos en la construcción de ese socialismo próspero y sustentable, que la mayoría de los cubanos aspiramos, pero que no lo será, si lo pensamos solo en términos económicos. La dimensión espiritual de esa prosperidad y sustentabilidad, es también imprescindible. Y en ella el debate desempeña un papel trascendental.
¿Qué proyectos tienen para este segundo año de Dialogar, dialogar?
Estamos preparando un libro con las diversas intervenciones que se han producido en el espacio a lo largo de un año. Ya tenemos más de 300 páginas impresas. Quisiéramos entregarlo este año y quizás lograr que se publique para el 2015. Ello también ayudaría a que cientos de lectores participen y se enteren de lo sucedido en «Dialogar, dialogar»