Hace 18 años un martes 15 de febrero, se dio inicio a una danza de la muerte paramilitar en los Montes de María, en los poblados de El Salado, Córdoba, Canutal, Canutalito, Flor del Monte, en los límites entre los departamentos de Bolívar y Sucre. En un recorrido de varios días. Se inició el aniquilamiento, […]
Hace 18 años un martes 15 de febrero, se dio inicio a una danza de la muerte paramilitar en los Montes de María, en los poblados de El Salado, Córdoba, Canutal, Canutalito, Flor del Monte, en los límites entre los departamentos de Bolívar y Sucre. En un recorrido de varios días. Se inició el aniquilamiento, la destrucción, el desarraigo, el desalojo, la ocupación territorial y mental. Desde ese momento no cesa la actuación brutal, bárbara y el desprecio por la dignidad humana. La danza de la muerte paramilitar, con más de un centenar de campesinos asesinados, torturados, desaparecidos, con la aquiescencia y complicidad de tropas del Batallón de Fusileros de Infantería de Marina, Bafim 5, adscritas a la Brigada 1.
Solo fueron posibles dos papeles. O ser testigos forzados, testimoniar la danza de la muerte o ser las víctimas tomadas al azar. Uno o a uno de los elegidos en esa muerte indigna, al frente de la iglesia uno tras uno, hasta completar casi 49 personas sometidas al asesinato, al trato cruel, a la tortura, al escarnio. A la mayoría de las víctimas las degollaron, a otras las ahorcaron o fueron muertas a golpes, algunas mujeres fueron sometidas a violencia sexual, a una de ellas la obligaron a comer cactus. Música de acordeón, vallenatos se escucharon durante la orgía criminal de tipo paramilitar, ellos animaron la danza de la muerte, mientras sobrevolaban helicópteros de las Fuerzas Militares y ametrallaron en los alrededores del corregimiento. Las tropas del Batallón de Fusileros de Infantería de Marina nunca llegaron a pesar que conocieron los retenes de tipo paramilitar. Con el paso del tiempo se conoció su aquiescencia, complicidad con estructuras criminales de tipo paramilitar como ha sido una realidad a lo largo y a lo ancho del país. Al final fueron más de 100 víctimas de asesinatos entre el 15 al 19 de febrero de 2000. 600 familias se desplazaron forzosamente hacia Turbaco, Arjona, Ovejas, Cartagena, Sincelejo y Barranquilla.
La danza de la muerte paramilitar y su recorrido
La danza de la muerte paramilitar fue precedida por el asesinato de cinco campesinos y dos más desaparecidos, el martes 15 de febrero de 2000, en un retén instalado en cercanías del corregimiento de El Salado. Entre las víctimas Julio César Díaz, José Manuel Díaz, Edith Cárdenas, Edilberto Sierra Mena Delsy Méndez y desaparecidos los esposos Ignacio Ramos Pérez y María Del Carmen Cabrera. Simultáneamente en una misma técnica de represión en el municipio de Córdoba, departamento de Bolívar, asesinaron a cinco campesinos más, entre ellos a los conductores Fernando Arroyo Blanco y a Freddy N., junto al educador Luis Manuel Pretelt.
Durante la noche del miércoles 16 y la tarde del 17 de febrero, los paramilitares llegaron a los poblados de Canutal, Canutalito, Flor del Monte, jurisdicción del municipio de Ovejas (Sucre), a bordo de un helicóptero; se trasladaron por los lados de San Pedro, en límites con el corregimiento El Salado, los corregimientos de Canutal, Canutalito, y las veredas San Rafael, El Cielito, Patevaca y Bajo Grande, sitios donde asesinaron a cerca de 42 campesinos. Desde estos puntos, los paramilitares iniciaron su danza de muerte.
Las víctimas fueron amordazadas, torturadas y luego degolladas. Quemaron varias viviendas, sacaban de las casas a sus víctimas y las asesinaban frente a sus mujeres y niños. Las víctimas fueron señaladas por una persona encapuchada que acompañaba a los agresores. Algunas de las víctimas fueron: Gilfredo Brochero Bermúdez, Luis Pérez Manrique, José Paternina, Marcos Díaz Morales, Mauro González, Miguel Antonio Avilés, Miguel Antonio Martínez, Moisés Gutiérrez, Moisés Martínez, Luis Alfonso Peña Salcedo, Rafael David Núñez, Rafael Antonio Núñez Sánchez, Evert Núñez, Nelson Torres, Daribel Restrepo, Septimo Olivera Correa, Liberio Antonio Cortés Rodríguez, Amaury De Jesús Martínez, Antonio Martínez Montes, Benjamín Jose González Anaya, Dairo De Jesús González Olivera, Daniel Restrepo, Elsy Morales, Emiro Castillo Castilla, José Avilés, Julio César Díaz Martínez, Daniel Francisco Díaz Morales, Jose Manuel Ortega, Jorge Eliécer Mercado Vergara, John Núñez, Felix Antonio Pérez Salcedo, Evert José Verbel Martínez, Juan González .
La danza de la muerte paramilitar se trasladó al poblado El Salado el viernes 18 de febrero de 2000. Asesinan a cerca de 46 campesinos, luego de torturarlos, degollarlos y de abusar sexualmente de varias mujeres, hechos que comenzaron en la mañana del viernes 18 y se extendieron hasta la tarde del sábado 19 de febrero. Los paramilitares entraron por El Carmen de Bolívar – El Salado, por la vía del municipio de Córdoba (Bolívar) – El Salado y por la vía del corregimiento Flor del Monte, jurisdicción del municipio de Ovejas (Sucre) que comunica a El Salado. Quien opusiera resistencia «era degollado o lo mataban a punta de golpes en la cabeza con un destornillador». El llanto de la población era motivo de risas para los victimarios, tanto que montaron una parranda vallenata y bebieron el licor de las tiendas desde que llegaron hasta que se fueron.
Sacaron de su casa a una pequeña de tres años y le pusieron un cuchillo en el cuello para obligar a la madre a que les cocinara. Algunos testigos relatan que «inclusive les dio por jugar al 30. Es decir, iban contando a sus potenciales víctimas y a la número 30 le condenaban a la mesa de suplicio». A una niña, «le obligaron a comer cactus (cardón) y luego la dejaron morir de sed, no sin antes violarla». De acuerdo con los testimonios, los paramilitares afirmaban «que el combate era con los civiles, con guerrilleros civiles, así decían. Pero vean, eso fueron puros campesinos, puros conocidos, gente conocida, gente trabajadora del campo… al tío mío lo apartaron, le dijeron que le habían perdonado la vida; cuando llegó un encapuchado de esos hombres y preguntó: ¿van a dejar a éste vivo? Él tenía casi 70 años y lo mataron porque lo dijo el encapuchado. Violaron a las mujeres, algunas después fueron asesinadas, otras aún sobreviven… mataban con cuchillo, mataban con palo, mataban con plomo, mataban ahorcados… Así eran las muertes que ellos hacían. Entonces cogían, mataban a una persona y a los cinco minutos mataban a otra; entonces tocaban el tambor y un acordeón para festejar los muertos, tomaban trago y mataban y al fin, así, hicieron todas sus muertes. Apartaron a los adultos que no quisieron matar porque no tenían derecho a mirar ni llorar a sus muertos. Nadie iba a ver los muertos hasta que ellos no dieron la orden… entonces, todo el mundo pasó y nadie lloraba… Lloraron ya después que ellos se fueron y llegó la Infantería de Marina».
Hacia las 3:00 p.m. del sábado 19 de febrero una comunicación radial puso en retirada a los paramilitares. «Alguien les informó que la Infantería de Marina estaba cerca y sin mayores afanes se fueron por donde llegaron, por el filo de la montaña, no sin antes amenazar a los habitantes con volver a bombardear el lugar, si en diez días no era desocupado, eso fue lo último que dijo el jefe de la operación paramilitar. Las tropas de Infantería de Marina llegaron a El Salado entre media y una hora después de que los paramilitares abandonaron el lugar».
Mientras se daban estos hechos se produjo por lo menos un retén de la Infantería de Marina en la vía que comunica El Carmen de Bolívar con El Salado, el cual impidió a varios familiares acceder a la zona so pretexto de que arriba estaba turbado el orden público con combates y campos minados. Algunas de las víctimas fueron: Roberto Madrid Rodríguez, Luis Pablo Redondo Torres, Marco José Caro Torres, Margoth Fernández Ochoa, Nayibe Contreras, Nelvis Judith Arrieta Martínez, Néstor Tapias Arias, Óscar Antonio Meza Torres, Osnedis Cohen Sierra, Pedro Parra, Pedro Torres Montes, Rogelio Ramos Olivera, Rosmira Torres Gamarra, Saulo Navas, Víctor Arias Julio, Víctor Ureta Castaño, Wilfredo Barrios Parra, Libardo Rafael Trejos Garrido, Dora Torres Rivero, Edgar Cohen Castillo, Alejandro Alvis Garrido, Alejandro Alvis Madrid, Arturo Martínez, Eduardo Alfonso Torres P., Desiderio Francisco Zambrano Salcedo, Justiniano Pedraza Teheran, Eduardo Navas Alvis, Eduardo Novoa, Edwin Cohen Sierra, Eliseo Torres Sierra, Jairo Alvis Garrido, Jose Manuel Tapias Arias, Helen Arrieta Martínez, Freddy Montes Arrieta, Francisca Cabrera De Paternina, Euclides Torres Zabala, Érmides Cohen Redondo, Enrique Medina Rico, Emiro Cohen Torres, Eloy Montes Olivera.
Las respuestas de las Fuerzas Militares, desde un primer momento han sido contradictorias frente a estos hechos. En los medios de información se publicaba en los días posteriores a la danza paramilitar las versiones de varios mandos paramilitares. En uno de ellos el contralmirante Humberto Cubillos Padilla dijo que: «habrían muerto en un cruce de disparos entre los paramilitares y tropas de la Brigada 1 de Infantería de Marina», información que fue controvertida por el coronel José Edgar Herrera, comandante (e) de la Policía de Bolívar, quien dijo que: «La incursión armada y el retén montado en el área fueron realizados por paramilitares. Y a partir de este hecho se dispuso en la zona la operación de un grupo de contraguerrilla el cual trabaja de manera conjunta con unidades de la Infantería de Marina que hicieron presencia en los Montes de María».
Según los medios de información, el comandante del Batallón de Fusileros de Infantería de Marina, Bafim 5, adscrito a la Brigada 1, con sede en el municipio de Corozal (Sucre), teniente coronel Harold Mantilla, dijo que: «los muertos son el resultado de combates entre guerrilla y autodefensas. Las autodefensas detuvieron en un comienzo a guerrilleros y ex guerrilleros de las FARC para que les señalaran a las personas que posteriormente serían asesinadas por sus presuntos nexos con la guerrilla». Pero, según la Personería Municipal de Ovejas, «de acuerdo con la información entregada por los desplazados, no hubo enfrentamientos sino la masacre de los paras». Así mismo: El comandante de las FFMM, general Fernando Tapias, dijo que ‘en la región de Montes de María vienen registrándose combates entre guerrilleros y autodefensas’. Estamos tratando de establecer si los muertos son por los enfrentamientos o por la incursión». En un comunicado, los paramilitares afirmaron que: «Hubo combates con las FARC en la zona y que los subversivos se vistieron de labriegos». Daban un parte de «47 guerrilleros muertos y 12 capturados».
Hoy la impunidad es la última palabra. Las investigaciones ocultan la sistematicidad de cada uno de los hechos, tergiversan y ocultan las responsabilidades institucionales, desenfocan haciendo ver lo que es posible hacer ver pero ocultan la magnitud de los hechos, su intencionalidad. No esclarecen confunden. En desarrollo de la política de «seguridad democrática» algunos de sus pobladores están siendo procesados y el casco urbano ha sido militarizado desde hace más de un año.
El pretexto de persecución a la guerrilla hoy continúa justificando el control, la represión, la impunidad, la destrucción. Un falso presupuesto ideológico, sus víctimas han sido y son los pobladores civiles.
Hoy hace 18 años después del inicio de la Danza de la muerte paramilitar en El Salado, la Verdad, la Justicia y la Reparación es un Derecho para los habitantes de El Salado. En su memoria, desde su memoria, la Justicia.
Artículo publicado originalmente en 2006.
Fuente original: http://prensarural.org/spip/spip.php?article22732