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La defensa del clima y la lógica neoliberal

Fuentes: Viento Sur

En un artículo anterior intenté demostrar que una política climática que busque una solución efectiva al problema del cambio climático debe basarse más en un plan de reducción radical de las emisiones que en un aumento de la proporción de fuentes renovables en el sistema energético. Ahora quisiera destacar la importancia de este principio comentando […]

En un artículo anterior intenté demostrar que una política climática que busque una solución efectiva al problema del cambio climático debe basarse más en un plan de reducción radical de las emisiones que en un aumento de la proporción de fuentes renovables en el sistema energético. Ahora quisiera destacar la importancia de este principio comentando el caso concreto de la campaña «Jobs4Climate» (puestos de trabajo para el clima) de la «Coalition climat» (Coalición por el clima). Esta Coalición agrupa a 70 organizaciones del movimiento ecologista, sindical y de ayuda al desarrollo. El pasado 27 de marzo lanzó una campaña destinada a reclamar «un vasto programa de inversiones en la renovación de los edificios, los transportes públicos, el desarrollo de la red eléctrica y las energías renovables».

Invertir, invertir, invertir…

Concretamente, la Coalición solicita que se duplique el ritmo de renovación energética de los edificios, se aceleren las inversiones en energías renovables, se despliegue la red eléctrica del futuro, se invierta urgentemente en transportes colectivos y se construyan 12.000 km de carriles bici suplementarios. Con motivo de las elecciones se ha dirigido a los partidos para que opinen sobre el tema. En su argumentario, la Coalición subraya que esas inversiones «permitirían crear alrededor de 60.000 puestos de trabajo adicionales, paliar la contaminación atmosférica, reducir nuestra dependencia con respecto a los costosos combustibles fósiles y contener los cambios climáticos».

¿»… y contener los cambios climáticos»? Alto ahí, este último argumento es inexacto: esas inversiones, como tales, no permitirían «contener los cambios climáticos». Para ello deberían formar parte de un plan global que implementara una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero al ritmo de un 11% anual por lo menos. Está claro que no corresponde a la Coalición elaborar ese plan, sino que debería exigir a las autoridades públicas que se hagan cargo de ello y plantear esta exigencia a todos los partidos políticos. No hacerlo es pasar por alto el problema principal.

Análisis del ciclo de vida

Durante la conferencia de prensa de presentación de la campaña, Jean-François Tamellini, secretario nacional de la Federación General del Trabajo de Bélgica (FGTB), concretó el enfoque de «Jobs4Climate» aplicado al sector de la construcción. Es un buen ejemplo que demuestra que, dada la urgencia, por desgracia ya no basta con llevar a cabo inversiones «verdes» para desarrollar una estrategia climática que merezca ese nombre. «Nuestros edificios consumen en promedio un 72% más que la media de los países de la Unión Europea», dijo Tamellini, «en particular porque nuestro parque inmobiliario es antiguo y porque las normas de aislamiento térmico son inadecuadas. El resultado es que hoy más de 750.000 hogares, es decir, una séptima parte de los hogares belgas, viven en condiciones de precariedad energética. Un vasto programa de renovación asociado a la construcción de nuevas viviendas sociales permitiría reforzar el poder adquisitivo de los ciudadanos, reducir las emisiones de CO2 y crear más de 60.000 puestos de trabajo. Es como matar tres pájaros de un tiro».

Simpatizo mucho con los planteamientos de J. F. Tamellini porque defiende posiciones de izquierda, tanto en el terreno ecológico como social… Sin embargo, entre el momento en que una casa está completamente aislada y el momento en que la ausencia de emisiones de CO2 que resulte de ello haya compensado las emisiones generadas por la producción de los materiales aislantes y los trabajos de aislamiento habrá transcurrido una decena de años. Así se desprende de los estudios de «Life Cycle Analysis» (análisis del ciclo de vida, LCA). Un «vasto programa de renovación y de construcción de viviendas sociales» es sin duda una buena idea, pero en primer lugar hay que determinar quién lo asume (volveré sobre ello en la conclusión), y en segundo lugar, en sí mismo, esta inversión no respeta el «presupuesto de carbono de 2 ºC», que exige comenzar de inmediato a reducir drásticamente las emisiones. Insisto en estas dos palabras: «de inmediato». No dentro de diez años.

Equilibrar el «presupuesto de carbono de 2 °C»

Se puede hacer una demostración similar con respecto a las demás demandas de «Jobs4climate». Invertir en el ferrocarril, invertir en una red eléctrica inteligente, invertir masivamente en energías renovables y en el almacenamiento de energía: todo esto es necesario, pero conviene llevar a cabo, con respecto a todas estas inversiones suplementarias, un LCA con el fin de saber cuántas emisiones suplementarias se generarán y cuántos años transcurrirán hasta que se hayan compensado. En función de la respuesta, habrá que tomar medidas complementarias para equilibrar le «presupuesto de carbono de 2 ºC».

¿Qué medidas complementarias? No pueden consistir en más inversiones, porque eso sería desplazar el problema. Por tanto, no hay que darle más vueltas: es indispensable desinvertir, suprimir fuentes de emisión de gases de efecto invernadero, y hacerlo de inmediato. ¿Cuáles? No me veo capaz de contestar a esta pregunta de una manera precisa y cuantificada, ya que exigiría una investigación muy amplia. Digamos en términos generales que habría que prescindir de producciones inútiles o nocivas (armas, publicidad, artículos de usar y tirar, etc.) y de los transportes irracionales (en particular los que se derivan de la estrategia de maximización de los beneficios por parte de las multinacionales que reparten la producción entre sus distintos centros de explotación a escala mundial).

Según determinados autores, más del 50% de la energía utilizada en el sistema capitalista se consume inútilmente y de manera irracional y nociva. Por tanto, es posible equilibrar el presupuesto de carbono de 2 °C sin degradar la calidad de vida (más bien mejorándola). En todo caso, una cosa es cierta: hacen falta recortes estructurales, pues las inversiones y los cambios de comportamiento no bastan. Y para que esos recortes estructurales no generen paro y miseria, solo hay una salida posible: repartir el trabajo disponible sin disminución del salario y con contratación nueva proporcional.

No están a la altura de las ambiciones

Entendámonos: en términos generales, está claro que es mejor que los sindicatos y las asociaciones de defensa del medio ambiente reivindiquen inversiones verdes y no inversiones sucias… Si solo se tratara de eso, yo no estaría tan preocupado. El problema es que las ambiciones de la Coalición apuntan mucho, mucho más arriba: pretende «influir en los procesos políticos» en 2014-2015 para «revisar la arquitectura y el grado de ambición de las políticas climáticas» porque estas «requieren urgentemente un cambio de tendencia» a fin de «evitar el ‘hundimiento climático'».

Así que es preciso evaluar la campaña «Jobs4Climate» a la luz de este propósito. Y desde este punto de vista, las cuentas no cuadran ni por encanto. No cuadran porque la Coalición por el clima, contrariamente a lo que sugiere la expresión «cambio de tendencia», sigue enteramente la lógica de la política climática neoliberal. Recordemos que los economistas neoliberales quieren creer que sería posible salvar el clima sin poner en entredicho la dinámica de acumulación de capital. Basta con «internalizar las externalidades», como dicen, o sea, con calcular el coste del calentamiento global y hacérselo pagar a los agentes económicos. Entonces, estos reorientarán sus inversiones y su consumo a favor de la economía verde… y ¡alehop!, asunto resuelto: el capitalismo se habría vuelto ecológicamente sostenible. Los adeptos de esta escuela van todavía más lejos: según ellos, la salvación del clima es una operación triplemente beneficiosa: para el medio ambiente, para la sociedad y para «nuestra economía».

«Un cambio revolucionario»

Ya he demostrado en otro lugar que esto no puede funcionar y, en efecto, no funciona. Hace ya más de 20 años que no funciona. Como dijo recientemente el profesor Kevin Anderson en relación con los dispositivos creados desde la Cumbre de la Tierra de 1992: «Hoy, después de dos décadas de engaños y mentiras, lo que queda del presupuesto de carbono para no rebasar los 2°C de aumento de la temperatura global exige un cambio revolucionario en el plano de la hegemonía política y económica.»

Cada vez más científicos están de acuerdo con esta conclusión pero, por desgracia, la Coalición por el clima sigue buscando su inspiración en los laboratorios de ideas del neoliberalismo. Incluso los cita: la Oficina del Plan, el Consejo Central de Economía, la Agencia Internacional de Energía, la Comisión Europea… Según la Coalición, estos organismos «muestran que los procesos de transición son los que más nos interesan de cara al desarrollo económico», pues reducen la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, mejoran la balanza de pagos, reducen la contaminación y permiten crear puestos de trabajo. Sin embargo, ¿qué significa «nuestro desarrollo económico»? ¿A quién «interesan» esos procesos? Y ¿de qué «transición» se trata? ¿Una transición hacia dónde, basada en qué criterio: el de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero o el del crecimiento (del mercado) de las energías renovables?

En el caso de Bélgica, la cifra de 60.000 nuevos puestos de trabajo es a todas luces la que seduce a las organizaciones sindicales. Sin embargo, ese dato no ha caído del cielo, sino que se desprende del estudio de la Oficina del Plan sobre la viabilidad del abandono de los combustibles fósiles en Bélgica a partir de 2050. Cuando el director del Tyndall Center on Climate Change Researchreclama «un cambio revolucionario en el plano de la hegemonía política y económica», el Plan calcula que el abandono de las energías fósiles es posible «sin cambiar el paradigma económico actual», es decir, el neoliberalismo, el beneficio y el crecimiento. La contradicción entre las dos afirmaciones nos remite precisamente a la cuestión del «motor» de todo esto: para Anderson es la reducción de las emisiones, para el Plan es el aumento del porcentaje de las renovables. Para que quede todo claro, veamos cómo se concreta el proyecto «triplemente beneficioso» de la Oficina del Plan, tanto en el plano medioambiental como en el socioeconómico.

¿Tres pájaros de un tiro?

En el plano medioambiental, los técnicos del Plan no ocultan que su labor no tiene por objeto evitar el «crash climático». Es cierto que en la medida en que Bélgica deje de quemar combustibles fósiles de 2050 en adelante, a partir de esa fecha no habrá más emisiones… Sin embargo, repito que es de inmediato, ahora mismo, que hace falta reducir las emisiones de una manera drástica. Ahora bien, de aquí a 2050, la única obligación climática prevista en el Plan es el objetivo europeo de un 20 % de reducción en 2020: totalmente insuficiente. Con eso seguro que nos estrellamos contra el muro.

He escrito que «en la medida en que Bélgica deje de quemar combustibles fósiles de 2050 en adelante». ¿Por qué esta reserva? Porque el estudio de la Oficina del Plan no excluye las compras de derechos de contaminación (créditos de carbono generados por el Mecanismo de Desarrollo Limpio) y no contabiliza las «emisiones grises» (es decir, las derivadas de la importación de biomasa, de otras mercancías y de electricidad, producidas o transportadas a base de energía fósil). Decir que el Plan demuestra la posibilidad de una Bélgica «100 % renovables» a partir de 2050 es por tanto contrario a la verdad…

En el plano socioeconómico, el precio que habrá que pagar por la propuesta del Plan sería un fuerte aumento del precio de la energía, la transferencia de las «cargas del trabajo» (en realidad, el salario socializado) a la fiscalidad indirecta y una ampliación sin precedentes de la flexibilidad laboral. En particular, para que el almacenamiento de la energía no resulte demasiado caro, las empresas grandes consumidoras de electricidad deberían trabajar durante el verano (cuando más luce el sol) y cerrar en invierno. Esta medida solo se justifica por el imperativo capitalista de la competitividad. Esto afectaría a más de cien mil trabajadores y trabajadoras, que deberían cargar con las consecuencias … ¿Dónde está al carácter «triplemente beneficioso» del Plan?

Una ocasión desperdiciada

La Coalición por el clima no asume explícitamente, por supuesto, este aspecto de los «escenarios de transición más interesantes para nuestro desarrollo económico». No aboga por que la gente trabaje en verano y tome sus vacaciones en invierno, no. Tampoco aboga explícitamente por financiar las inversiones reclamadas mediante la «reducción de las cargas sociales». Sin embargo, no contesta más que con vagas fórmulas sobre el «esfuerzo equitativamente repartido» a la pregunta de «¿quién va a pagar las inversiones?». No plantea ninguna reivindicación que se salga del marco neoliberal del mercado libre ni propone instrumentos que las orienten: las primas, las normas, los mecanismos fiscales, etc.

Para retomar el ejemplo del sector de la construcción, está claro que un programa ambicioso de renovación energética del conjunto del parque inmobiliario requiere un plan público ejecutado por empresas públicas bajo el control de los colectivos de habitantes. Es el único medio de asegurar que el trabajo se lleve a cabo lo más rápidamente posible, en función de la eficiencia energética global e independientemente de la demanda solvente de los hogares y del beneficio de los empresarios. La FGTB valona ha adoptado esta posición, pero no así la Coalición por el clima, que no reclama más que mejorar simplemente los mecanismos de apoyo a los hogares que decidan aislar su vivienda… Pura lógica neoliberal.

En nombre de la FGTB, Jean-François Tamellini concluyó su intervención en la conferencia de prensa del 27 de marzo diciendo que «la solución deberá abordar inevitablemente el problema en su raíz, permitiéndonos salir de un sistema en que el beneficio dicta sus leyes y considera al ser humano y al medio ambiente como simples variables de ajuste». Es de sentido común: como decía Einstein, «no se resuelve un problema con la mentalidad que lo ha provocado». Si estas palabras claras hubieran tenido eco en los demás componentes de la Coalición, «Jobs4Climate» podría haber sido otra cosa que el enésimo ejercicio de autointoxicación sobre la posibilidad de «ecologizar» el capitalismo mediante una «transición justa». Por desgracia, este no es el caso.


Fuente: VientoSur.

http://www.lcr-lagauche.org/cest-quoi-le-probleme-avec-jobs4climate/