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La «derechona»

Fuentes: Gara

El pressing que la derechona ejerce sobre el PSOE ante cualquier iniciativa se está interpretando, mayoritariamente, por motivos electorales y por no haber asumido la pérdida de la gestión del Estado español en las elecciones de 2004. Pressing que puede resultar molesto a los socialdemócratas en algunos momentos, pero también útil para justificar límites e […]

El pressing que la derechona ejerce sobre el PSOE ante cualquier iniciativa se está interpretando, mayoritariamente, por motivos electorales y por no haber asumido la pérdida de la gestión del Estado español en las elecciones de 2004. Pressing que puede resultar molesto a los socialdemócratas en algunos momentos, pero también útil para justificar límites e inmovilismos ante determinadas reivindicaciones ciudadanas. Y, especialmente, en lo territorial.

Sin embargo, en estos análisis de argumentación electoralista apenas se hace referencia (porque tampoco interesa remover mucho el pasado) a la configuración de la derecha española, su historia y su arcaico conglomerado ideológico. Con las respuestas que ha dado siempre ­contrarreformadoras con recurso a la violencia cuando lo ha necesitado­ ante cualquier atisbo de libertades sociales, políticas o territoriales.

Electoralmente, es muy rentable dar leña al vasco. La poca importancia demográfica de Euskal Herria dentro del Estado español la hacen más apetecible como carnaza mediática dirigida al franquismo sociológico que como cantera de votos dentro de Euskal Herria. Aunque éstos tampoco sean despreciables ni, mucho menos, la cohesión que tal discurso general entre la población unionista vascongada y navarra.

Pero es impensable el regreso de la derecha al Gobierno español desde la ruptura con el sentir mayori- tario de Catalunya o Andalucía. Error repetitivo, en esta nación, que la derechona lleva pagando desde aquel «Andaluz, éste no es tu estatuto» de hace 25 años.

Asimismo, e independientemente de que las periódicas encuestas den los resultados apetecibles a quien las encarga, tampoco parece rentable en votos oponerse sistemáticamente a las leyes de matrimonios de personas del mismo sexo, de reforma del sistema educativo, del divorcio, del aborto, de protección de la mujer, de investigación con células madreŠ Y, mucho menos, oponerse a la retirada de las tropas de Irak. Debates que ya están cerrados y lo estarán para las elecciones de 2007 y 2008. Y que difícilmente se pueden reabrir con orientación restric- tiva en campaña electoral en busca del respaldo ciudadano: entonces, ¿por qué?

En todos los estados del entorno, el espacio político atribuido a la derecha está gestionado por dos o más partidos políticos con distintos programas, aunque a veces las diferencias sean sólo de matiz. Partidos que convergen electoral o programáticamente, o no, en determinadas coyunturas. Sin embargo, en el Estado español todo ese espacio lo ocupa el PP. Es mérito del anterior presidente del Gobier- no, que supo estructurar un partido en base a un proyecto clientelar y contrarreformista, evidenciado con total crudeza en el segundo cuatrienio de su mandato, al disponer de mayoría absoluta. Contrarreforma que hubieran culminado de haber ganado el 14-M.

Aunque habrá que esperar décadas para que se esclarezca la verdad, cada vez surgen más indicios y declaraciones que apuntan a la intencionalidad de la derechona, entre el 11 y el 14 de marzo de 2004, de suspender el proceso electoral y continuar en la gestión del Estado. Y quizá no lo hicieron porque sus previsiones, a pesar de todo, les daban ganadores, sin necesidad de asumir el desgaste que tal autogolpe les hubiera producido. No obstante, cabe preguntarse si hoy hubieran hecho lo mismo.

En cualquier caso, de lo que no hay ninguna duda es de que si el 14-M la derechona hubiera formado gobierno, y con la justificación de la falsa autoría de ETA del 11-M, la represión de la izquierda abertzale hubiera sido salvaje. Y se hubieran dado las circunstancias adecuadas para culminar la contrarreforma que quedó inconclusa el 23-F. Pero, en contra de lo previsto, los socialdemócratas se hicieron con la gestión del Estado, tomando derroteros alejados de las expectativas derechistas, cuando no opuestos.

El discurso actual neofascista de la derecha española no es coyuntural electoral, sino la verbalización de su esencia ideológica que les da coherencia, después del necesario enmascaramiento al que se sometieron en la denominada «transición política» para que ellos y el sistema fueran homologados como demócratas. Ahora, pueden actuar sin complejos. Necesitan actuar sin complejos. Sobre todo, en el conflicto entre Euskal Herria y el Estado. O corren el riesgo de disgregación en la gestión de ese espacio.

No nos engañemos, ex ministros de los Legionarios de Cristo y conocidos ultraderechistas no sólo comparten intereses electorales, sino manifestaciones, consig- nas e ideología, junto a una importante parte de la población española: el franquismo sociológico.

No obstante, el actual discurso les dificulta los acuerdos con otras formaciones políticas y les imposibilita el retorno al poder salvo con mayoría absoluta. Lo cual es improbable al necesitar un mayor número de votos que el que puede proporcionar el espacio político que actualmente cubren. Se puede decir que la estrategia de la derecha está entre la espada y la pared: mal si cambian, mal si continúan. Situación que se resolverá, a medio-largo plazo, con la homologación también en ese aspecto al entorno europeo. Y la existencia de dos o tres formaciones de derecha y centro-derecha que abarquen el espacio político que les permita recuperar el poder. Lo que conllevará un periodo de inestabilidad y de renovación de dirigentes.

A corto plazo, sólo la baza territorial les puede producir rentabilidad a bajo riesgo. Y, en lo concerniente a Euskal Herria, lo único que se puede esperar es que recurran a cualquier táctica para imposibilitar el proceso de paz. Sin descartar la recurrente «violencia incontrolada», a la que ya ha aludido alguna destacada «víctima del terrorismo».

Cualquier análisis referente a la actitud de la derechona ante el proceso abierto el 24 de marzo de 2006 tendrá en cuenta estos presupuestos: primero, que no les es rentable la desaparición de la violencia defensiva en Euskal Herria, siendo preferible, para ellos, la existencia de una violencia de baja intensidad, controlada, que no desestabilice el Estado y que, por el contrario, justifique las medidas represivas contrarreformistas. Segundo, sus necesidades de cohesión ideológica unionista. Tercero, sus necesidades electorales.

Se puede esperar cualquier cosa de la derechona, pero todo malo. Es la derecha de siempre. A la que sólo una extraordinaria presión de masas, como en la denominada «transición política» puede hacer que, tácticamente, se repliegue. Es la derechona con los mismos métodos y recursos. Es aquella que, como me suele repetir un amigo, siempre está ahí, como el brazo de Santa Teresa o los cuerpos incorruptos de los santos. Pero no por santos, sino porque no hay gusanos capaces de digerirlos.