15 de diciembre de 2010. Miguel Nicolás, militante de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), es detenido y, tras pasar 72 horas en comisaría, ingresa en prisión preventiva en la cárcel de A Lama (Pontevedra). Tres meses después se producen las detenciones de Telmo Varela y José María Prado, también militantes de la CUT y […]
15 de diciembre de 2010. Miguel Nicolás, militante de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), es detenido y, tras pasar 72 horas en comisaría, ingresa en prisión preventiva en la cárcel de A Lama (Pontevedra). Tres meses después se producen las detenciones de Telmo Varela y José María Prado, también militantes de la CUT y trabajadores del sector naval de Vigo (los dos entraron en prisión pero Prado obtuvo después la libertad provisional). Se les acusaba de una presunta vinculación al grupo autodenominado Resistencia Galega y, en concreto, a los supuestos atentados contra diferentes sedes de partidos políticos, centrales sindicales y oficinas del INEM.
El secretario general de la CUT, Ricardo Castro, ha manifestado en Valencia -en el curso de un acto realizado en el Ateneu Popular, invitado por la Coordinadora Obrera Sindical (COS), para pedir la libertad de Miguel Nicolás y Telmo Varela- que las detenciones constituyen «un aviso a navegantes sobre las medidas de criminalización y represión del sindicalismo combativo que es capaz de adoptar un capitalismo en fase de crisis aguda». «Miguel y Telmo han sido los chivos expiatorios, pero le puede tocar a cualquier organización que se movilice y luche», ha añadido Castro.
Prueba de que en el trasfondo existe una operación política de los aparatos del estado es la instrucción del sumario, según el secretario general de la CUT: «No hay pruebas ni acusaciones concretas, todo puede ser rebatido; se trata de un sumario de más de mil páginas en el que todo es humo, paja, más propio del cine y la literatura». Además, los periodistas recibieron información del contenido del sumario antes que se levantara el secreto del mismo.
En los autos de prisión de Miguel y Telmo hay expresiones que confirman el nexo entre la represión del sindicalismo de clase y la crisis capitalista: «No puede olvidarse el riesgo de reiteración delictiva habida cuenta de la proliferación en los últimos tiempos de actos de activismo radical derivados de las dificultades económicas existentes en el momento actual por la crisis global», señala el auto. Y lo peor, afirma el secretario general de la CUT, es que «no se ha cerrado el círculo de las detenciones, nos tememos».
La Central Unitaria de Trabajadores se define como un sindicato de clase, gallego, asambleario, sociopolítico y combativo. Tal vez por ello ha sufrido singularmente la represión. El informe «Desatada una campaña represiva contra la CUT», elaborado por el sindicato, sitúa los antecedentes de la persecución en mayo de 2009, con motivo de la huelga del metal por el convenio colectivo de la provincia, en la que se alcanzaron cotas muy altas de organización y lucha en la calle.
Tras estas movilizaciones, la policía se incautó de «material de guerrilla urbana» supuestamente oculto en los astilleros de Vigo. Según el documento, «la maquinaria policial se puso en marcha, se celebraron juicios contra compañeros detenidos en la huelga y se impulsó descaradamente la criminalización del movimiento sindical», que en los dos últimos años ha ido en aumento hasta llegar a las detenciones de Miguel Nicolás y Telmo Varela. Según el informe de la CUT, el 27 de enero se alcanza el «delirio»; es el día de la huelga general y la policía espera a los piquetes en las puertas del sindicato en Vigo y Compostela. «En el caso de Vigo, se produce una carga indiscriminada a tan sólo cien metros de la sede», agrega el informe.
Frente a esta represión creciente, Ricardo Castro ha resaltado la importancia de la «prevención» en un doble sentido. En primer lugar, «porque con las detenciones pretenden prevenir el germen de cualquier revuelta social». Además, «debemos estar alerta dentro de las organizaciones porque hay infiltrados, teléfonos pinchados y grabaciones. Las detenciones de Telmo y Miguel se iniciaron con un chivatazo, algo similar a lo ocurrido con Candido González y Juan Manuel Martínez Morala, dos sindicalistas del la naval de Gijón, cuyo arresto partió de la actuación de un elemento muy activo del sindicato que resultó ser un policía infiltrado; en la anterior sede de la CUT en Vigo, añade Ricardo Castro, había colocados micrófonos, lo que nos obligaba a ser muy cauto en las conversaciones».
¿En qué situación se encuentran actualmente Miguel Nicolás y Telmo Varela? Ambos en prisión preventiva. Miguel, de 24 años, se siente con fortaleza y muy animado, tras pasar un periodo difícil en un módulo con presos comunes. Fue trasladado de la cárcel de A Lama (Pontevedra) a Asturias (cuatro horas y medida de desplazamiento) con el fin de aislarlo. Pero las cartas de apoyo le insuflan coraje y hacen que los funcionarios de prisiones le respeten en mayor medida. Un caso distinto es el de Telmo Varela, de 55 años, dirigente histórico de los GRAPO ya curtido en mil batallas y con gran capacidad de resistencia.
Según Castro, «ahora es el momento del trabajo en la calle y, sobre todo, de la pedagogía; se trata de explicarle a la gente que nuestros compañeros están presos porque, además de buenos profesionales, son unos sindicalistas combativos de la naval que luchan por sus derechos». Recuerda que fue la presión popular la que forzó la puesta en libertad de Cándido y Morala. Para difundir este discurso y pedir la liberación de Telmo y Miguel, el sindicato realiza una concentración mensual (la próxima, el 26 de mayo en el mercado de Teis de Vigo) y prepara otra en para junio frente a la cárcel de A Lama. Y organiza charlas como la de Valencia para advertir del sentido último de las detenciones: un aviso a navegantes.
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