Después de su corta etapa de conferencista en universidades de los EEUU, donde no parece que le hayan hecho demasiado caso -no se sabe bien si por su inglés macarrónico, sus prédicas sobre los tópicos de la rancia derecha, más que archiconocidos en aquellas tierras, o por la poca credibilidad que ofrecía su desastroso final […]
Después de su corta etapa de conferencista en universidades de los EEUU, donde no parece que le hayan hecho demasiado caso -no se sabe bien si por su inglés macarrónico, sus prédicas sobre los tópicos de la rancia derecha, más que archiconocidos en aquellas tierras, o por la poca credibilidad que ofrecía su desastroso final político-, el caso es que el ilustre personaje hace un tiempo que se ha refugiado en la fundación que creó en Madrid, en tiempos de su mandato, que viene a ser algo similar a lo que los norteamericanos denominan «tanque pensante», o sea, un lugar para construir ideologías, conspirar para llevarlas a la práctica y difundir políticas afines.
Recientemente en la citada entidad, conocida como FAES, el propio Aznar ha presentado un documento titulado «América Latina: Una Agenda de Libertad», que podríamos denominar sin más como la Doctrina Aznar para esa región, dada la publicidad que se le ha dado.
Fiel a su forma de pensar en blanco y negro, Aznar alerta sobre la ofensiva de los «enemigos de Occidente», donde le cabe de todo un poco, como en botica: la izquierda del 68, los intelectuales que alentaron el comunismo, los antiglobalizadores altermundistas (ya son rebuscados para nombrar a los defensores de otro mundo más justo, posible y cada vez más necesario), las manifestaciones de indigenismo, populismo y el fanatismo religioso. Para que no le falte aderezo a esta ensalada, el documento denuncia, sin aclararnos de dónde viene tan rotunda afirmación, «la creciente cercanía y coordinación entre todos estos elementos y el islamismo», lo cual, de ser verdad, serviría en estos tiempos que corren para que los EEUU bombardeasen urgentemente la mitad del continente, para acabar con los muchachos de Bin Laden, que al parecer pululan por la zona.
A los vascos que conocemos a este personaje con dramática intensidad, esta fórmula simplista para explicar las realidades nos suena más que conocida, los demócratas son ellos y los violentos todos los demás que no comulguen con él; o sea aquello del entorno, aunque aplicado en este caso a todo un subcontienente. Desgraciadamente sabemos por experiencia que a la sombra de esa política se ilegalizan partidos y movimientos, se cierran medios de comunicación, se detiene, se tortura y se encarcela, y en el caso latinoamericano habría además que añadirle innovaciones propias de la zona en gran escala, como que miles desaparezcan, renazcan o se reactiven fuerzas paramilitares y cosas por el estilo.
No contento con esta aportación a la política internacional, Aznar no se priva de denunciar el quebrantamiento del Estado de Derecho en la zona, las amenazas a la libertad de expresión, o comparar al indigenismo con el nacionalismo en Europa y acusar a ambos de subordinar todo «al logro de sus objetivos cercanos al totalitarismo», lo cual, viniendo de un hijo y nieto de franquistas militantes, es mucho decir.
Para que no haya dudas respecto al modelo que defienden estos demócratas, el documento pone como ejemplo a imitar México, de donde se afirma que las instituciones funcionan y son una garantía para la democracia y la libertad. Sí, no se asombren, están refiriéndose al mismo México que usted y yo pensamos, donde los presidentes salientes le apañan las elecciones a sus sucesores, e inmediatamente se exilian con órdenes internacionales de búsqueda y captura, la clase política es una casta, las multinacionales gringas y el narcotráfico campan por sus respetos, las abismales desigualdades sociales son el pan suyo de cada día, y los indígenas aprenden lo que es el racismo y la discriminación desde recién nacidos. O sea una democracia pero disciplinada, y si no, caña al mono. Como pueden ver, la derechona siempre aspira a grandes utopías, pues cualquier mexicano sabe que reproducir México sólo es posible en otro lugar como México.
Ironías aparte, todo el mundo sabe que la dominación norteamericana en América Latina está en crisis. Ocupados en su desastrosa intervención en Asia y Oriente Medio, los EEUU no han podido impedir el ascenso de corrientes políticas de izquierda, populares y nacionalistas en toda la región, el creciente rechazo a los planes de libre mercado gringos o los avances en procesos de integración regional. Los mecanismos de intervención e influencia norteamericana tradicionales en estos países no parecen estar dando resultados, o se manejan con torpeza sin adaptarlos a la realidad de que una gran parte de la población está harta de políticos tradicionales y corruptos, democracias que los marginan eternamente y políticas económicas que los condenan a una pobreza interminable sin ningún futuro que no sea la emigración.
Ante tal situación no es sorprendente que Aznar, leal vasallo de sus amos gringos (acuérdense de las Azores con su foto inolvidable), entre en escena con esta cruzada política e ideológica hacia América Latina, en defensa de lo que ellos consideran la libertad, que no es otra cosa que la libertad para explotar y dominar de toda la vida, claro. Y aunque uno pueda pensar que no vaya a encontrar en primera instancia muchos aliados dispuestos a dejarse convencer, no se deben menospreciar los anuncios de esta ofensiva, pues desgraciadamente en estos sufridos países, con dinero, y no les quepa duda de que pasta será lo que sobre, se acaban comprando muchas voluntades mercenarias.
Por lo pronto, la fundación de Aznar se ha puesto a formar a jóvenes políticos mexicanos, del PAN en el Gobierno. Que Dios coja confesados a los pobres mexicanos de a pie, y sin duda pronto caerán otras iniciativas, viajes, conferencias, instituciones hermanas, ONG… todo bien engrasado con dinero, por supuesto. Luego comenzaremos a saber de nuevos movimientos que siempre tendrán, eso sí, un aire renovador, le seguirán disturbios desestabilizadores en países que son fáciles de imaginar de antemano… Así que ya están avisados los hermanos latinoamericanos, la doctrina Aznar está en marcha, aunque sólo sea una adaptación de dominio hispano norteamericana para Nuestra América, la de Bolívar y Martí que está levantando la cabeza.
Y fíjense si la cosa es seria para los fachas, que están dispuestos a hacer concesiones que hasta hace poco eran impensables. El mismísimo Aznar les ha echado un guiño inesperado a los cubanos, al declarar en la presentación del documento citado que la transición en Cuba la deben construir «los de la Isla, y los del exilio, los del Gobierno y los de la disidencia, y evitar una alianza revolucionaria con Venezuela, Bolivia o Ecuador». O sea que hay que deducir inmediatamente que Aznar, y por su boca sus amos gringos, están asumiendo que serán los herederos de Fidel y los cubanos de Cuba los que determinen el futuro del país, pero les piden que renuncien a sus alianzas estratégicas de cambios sociales y políticos en América Latina. Tan viejo como los romanos, divide y vencerás, pero es sólo una muestra de que efectivamente la derechona imperialista está en pie de guerra en América Latina. Así que si es varón y va a viajar por estas tierras le recomiendo que se deje barba o se afeite correctamente, para que no lo confundan con los bigotillos fachas, a lo Aznar, que amenazan con reaparecer.