El 5 de agosto de 2008 el párroco de Navia bendecía la draga «Ría de Navia» que se botaba en los Astilleros Armón. Acompañaban al cura en la ceremonia el Presidente Areces, el Consejero de Industria Graciano Torre y el propietario del astillero José Ramón Fernández, entre otros. En el acto se anunció que la […]
El 5 de agosto de 2008 el párroco de Navia bendecía la draga «Ría de Navia» que se botaba en los Astilleros Armón. Acompañaban al cura en la ceremonia el Presidente Areces, el Consejero de Industria Graciano Torre y el propietario del astillero José Ramón Fernández, entre otros. En el acto se anunció que la draga entraría en servicio el 20 de septiembre, pero todavía sigue amarrada en el astillero a la espera de que el armador -el Gobierno de Asturias- se haga cargo del buque.
La «Ría de Navia» no puede salir a la mar, a navegar, porque no reune las condiciones técnicas requeridas ya que entre el proyecto y su ejecución se tiraron muchas cosas por la borda y ahora con tan poca carga la mar la engulliría. El barco no alcanza la velocidad establecida en el contrato suscrito por la Consejería de Industria quien, además, suplanta a la Dirección General de Puertos que es quien debiera tener la competencia.
Los motores y los demás elementos necesarios para que el equipo propulsor pueda dar la velocidad prevista en el contrato deberían tener más del doble de la potencia que tienen los que ha instalado el astillero. La diferencia en el precio del equipo propulsor y el que debiera haberse instalado supera los 300.000 euros, aunque ahora ya no bastaría con sustituir el motor para poder soltar amarras, sino que también habría que modificar todo el sistema de bocinas, hélices, chumaceras, etc, además de otros soportes esenciales para que el barco pudiera navegar en las condiciones previstas, para que simplemente pudiera salir a la mar con seguridad.
La draga «Ría de Navia» tiene 35 metros de eslora y 10 de manga. El presupuesto inicial de contratación (47/2006; 10/2007) era de 3.390.100 euros, cuyo coste siguió manteniendo Cintra Naval a pesar de efectuar drásticas rebajas en las especificaciones técnicas iniciales que dieron lugar al nuevo proyecto que fue adjudicado a Astilleros Armón.
Como información adicional, Cintra Naval es la misma firma que diseñó el «Pepita y Aurora», la reforma del «Buraz», el «Isurus I», buques pesqueros que se han hundido, mientras que el «Siempre Virgen de Regla» ha tenido que ser reformado por problemas de estabilidad.
Pero todavía hay que añadir más anomalías en la construcción de la «Ría de Navia». El astillero decidió que la tripulación fuera de tres personas, aunque después la Dirección General de la Marina Mercante, DGMM, fijó la tripulación necesaria en 5 personas como condición para que el barco pudiera navegar en mar abierta. Los camarotes fueron ubicados a proa, bajo cubierta y debajo de la línea de flotación -como en tiempos de la esclavitud- de modo que cualquier colisión o varada pude suponer la inundación y la muerte de las personas que allí quedaran atrapadas, contraviniendo los convenios vigentes que prohiben -salvo fuerza mayor- este diseño y también que los camarotes carezcan de salida de emergencia a pesar de que fue aprobado por la Inspección de Buques de la DGMM, que expidió los certificados autorizando al barco para navegar antes de que fuera aceptado por el armador, por el Gobierno de Asturias.
Dada la situación de los camarotes, el tránsito hasta la sala de máquinas o al puente puede ser letal en donde además se encuentra el único servicio higiénico. Con oleaje de más de dos o tres metros -bastante frecuente- las olas barren totalmente la cubierta ya que ésta sólo se eleva unos 60 cm. sobre la mar e incluso, cuando el barco se balancea, la cubierta puede quedar sumergida.
Este tipo de barcos, dragas, tienen una sola bodega y es abierta -como si se tratara de una bañera- para que pueda ser depositada la arena o los lodos extraídos, de modo que la mar puede entrar en esta bodega con el oleaje. Circular por esta cubierta es una temeridad.
La draga parece ser que sólo podrá succionar arena pero no tendrá un rendimiento aceptable cuando se trate de trabajar en fondos con fangos que son abundantes en muchos estuarios asturianos, como pueden ser, por ejemplo, los de San Esteban o Ribadesella.
Haciendo una estimación aproximada la diferencia entre el precio adjudicado contractualmente de 3,39 millones de euros y el valor de la draga construida podría acercarse al millón de euros, es decir, una rebaja de casi el 30%, a lo que habría que añadir que construida así, su utilidad queda reducida a muy poco.
El proyecto inicial de 3,39 millones, fue realizado por una ingeniería naval y sirvió de base para el primer concurso convocado por el Gobierno en el BOPA que quedó desierto. El Gobierno encargó un segundo proyecto a Cintra que rebajó las especificaciones y características de la draga pero manteniendo el precio. Astilleros Armón gana el concurso pero elabora unas nuevas especificaciones y construye la draga con las características y deficiencias descritas y con las prestaciones mencionadas.
La salida y la solución a este vidrioso problema en el que se encuentran todos los afectados ha sido, hasta el momento, reforzar las amarras de la draga «Ría de Navia» para que nada se mueva. La draga ni cumple con el contrato, adolece de las características técnicas preceptivas y representa un peligro para la navegación y su tripulación, pero mientras, los estuarios de Asturias esperan, lo mismo que la Fiscalía o a quién corresponda poner orden, transparencia y las cuentas claras en la gestión de la cosa pública y del dinero público.