Las reacciones después de la aprobación por parte del parlamento catalán de su nuevo estatuto son poco sorprendentes en la ‘España-post-Franco’ que nunca reconoció oficialmente los crímenes de la dictadura, ni restauró la justicia para las víctimas y sus familiares. No es el único estado en el mundo que desde los poderes (militares, económicos y […]
Las reacciones después de la aprobación por parte del parlamento catalán de su nuevo estatuto son poco sorprendentes en la ‘España-post-Franco’ que nunca reconoció oficialmente los crímenes de la dictadura, ni restauró la justicia para las víctimas y sus familiares. No es el único estado en el mundo que desde los poderes (militares, económicos y políticos) centrales intenta desesperadamente frenar las aspiraciones a la autodeterminación de los diferentes pueblos que se han visto atrapados dentro de unas fronteras artificiales creadas por intereses particulares por encima de la voluntad popular.
Los procesos son similares en diferentes estados en el mundo, y los métodos aplicados para mantener la ‘unidad nacional’ no suelen variar mucho. Cuando al contrario existe maduración política, los procesos hacia mayor independencia para las diferentes regiones de un estado, se dan con total naturalidad. Bélgica es un ejemplo de un estado anteriormente unitario que se convirtió en un estado federal y cuya constitución se adapta casi con cada gobierno para dar salida a las aspiraciones de mayor autogobierno para las dos diferentes regiones, Flandes y Valonia.
Otro ejemplo es la división de la anterior Checoslovaquia en dos estados independientes. La separación se pactó (sin ningún referéndum) entre los dirigentes eslovacos y checos después del fracaso del intento de redactar un nuevo estatuto de federación. No ocurrió ningún desastre, muchos menos una guerra: los dos estados cooperan y además han logrado una mayor cuota de poder (sumado entre los dos estados independientes) dentro de la Unión europea que si hubieran sido un solo estado federal. En este sentido también es falso el argumento que un País Vasco o una Cataluña independiente significaría una pérdida de influencia dentro de Europa.
En el fondo, no existen razones más que un falso sentimiento de patriotismo creado artificialmente, para que un estado creado en algún momento determinado de la historia sea indivisible. El culto a la bandera, al himno o a la ‘patria’, es un sentimiento, casi infantil, creado desde el poder central, siempre en base de las mismas mentiras y amenazas. Mentiras sobre la formación ‘natural’ del estado como un país y mentiras sobre un pasado supuestamente mítico y glorioso, cuando en realidad se trata de un acumulo de conquistas sangrientas de diferentes pueblos sometidos a una colonización forzosa. Las amenazas utilizadas incluyen, sin variar, consecuencias (económicas, sociales y militares) supuestamente desastrosas en caso de una división. La herramienta principal utilizada por el poder central siempre ha sido el ejército, adoctrinado con un sentimiento de patriotismo fascista que incluye el principio del ‘enemigo interior’ y la preparación para ‘matar sin cuestionar’ por y para la patria.
La realidad en España no es diferente. Es un estado que se ha ido poblando con diferentes pueblos a lo largo de su historia, sufriendo colonizaciones diversas por parte de otras culturas. La última ‘unificación’, que dio lugar al actual estado, fue un arreglo de boda entre dos déspotas, junto a un proceso de conquistas militares y la expulsión de buena parte de la población (‘limpieza étnica’). Para establecer el poder central español, se aplicó una inquisición sangrienta que puso fin a siglos de tolerancia religiosa entre musulmanes, judíos y cristianos. Sólo gracias a la esclavitud y a los millones de muertos en las Américas, se logró establecer un desarrollo económico del estado artificialmente creado. Después hicieron falta dictaduras, como las de Franco, para oprimir los diferentes pueblos con sus aspiraciones a la autodeterminación y para establecer el pensamiento único de la España ‘grande y unida’. Una idea que todavía domina en las instituciones militares y en los principales partidos políticos.
El Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Félix Sanz Roldán no lo pudo expresar mejor cuando afirmó que: «la unidad de España es una preocupación (…) para los militares (…) porque desde que nosotros ingresamos en la academia hemos vivido por y para España y que duda cabe que existe entre los militares un gran interés para que esta España secular que tanta gloria e historia acumula siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles».
¿De qué están tan orgullosos? España, a lo largo de su historia ha sido uno de los estados más violentos, más colonizador y exterminador. La gloria al que se refiere el jefe del ejército español, está basada en sangre y fuego. En el fondo, no existe diferencia alguna entre sus pensamientos y las de Bush, Blair, Sharón u otros criminales que creen en su propia superioridad y por ello justifican el asesinato masivo de otras personas. Es el pensamiento en el cual se basó Hitler para llevar a la muerte a los homosexuales, los gitanos o los judíos.
Como justificante para mantener la unidad del estado se presenta la Constitución como un documento infalible, casi sagrado e intocable. En el fondo, una constitución sólo es una ley, un texto pactado en un momento determinado, influido por las circunstancias sociales, culturales y políticas y muy lejos de ser un texto perfecto. De hecho, sólo se suele aplicar por parte de los partidos políticos interesados cuando les conviene. A menudo su comportamiento es contrario a esa misma constitución santificada. Por ejemplo la constitución española en su artículo 47 afirma que «Los poderes públicos (…) regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.» No hace falta dar ejemplos, creo, para demostrar que la actuación de los dos partidos nacionalistas españoles es, en muchos casos, contrario a este artículo. Podríamos mencionar también el art. 6 de la constitución que establece que la «estructura interna y funcionamiento» de los partidos políticos «deberán ser democráticos». Durante las últimas ‘elecciones’ internas del PP (por ejemplo en Madrid), las listas ‘alternativas’ a la línea del poder central del partido, fueron públicamente descalificadas y presionadas para retirarse. Un funcionamiento interno que difícilmente se puede considerar como democrático.
El momento de la aprobación de la actual constitución española no fue exactamente un momento de total libertad, ni de ausencia de presiones de todo tipo. La dictadura represiva no fue derrocada, pero entró en un proceso de transformación, en el cual las ‘viejas’ fuerzas seguían actuando y teniendo poder de negociación. El simple hecho de que 30 años después de la muerte del dictador militar, sus crímenes no solamente quedan totalmente impunes, sino que ni se ha hecho un esfuerzo por parte del estado, formalmente democrático, para establecer la verdad, deja suficientemente claro que no existe una libertad plena para los ciudadanos para elegir su forma de gobierno. Porque sin la verdad histórica y sin la justicia, no existe la libertad para todos los ciudadanos.
La constitución actual, aprobada en su tiempo por mayoría, sin ninguna duda ha jugado su papel transitorio entre una dictadura represiva y una democracia todavía influida por las mismas fuerzas represoras. Treinta años después, son las mismas fuerzas económicas, políticas y militares que se oponen al fin de la impunidad de los crímenes de la dictadura y que se oponen a una reforma de la constitución para dar el derecho a la autodeterminación a los diferentes pueblos (llámense estados, regiones o autonomías) que así lo desean. Utilizan las mismas mentiras y amenazas, incluidas el uso de las fuerzas militares, para imponer el miedo y así limitar la libertad de los ciudadanos a elegir su propio sistema político.
¿Por qué un andaluz, (o madrileño, …) tiene algo que decir sobre el deseo de independencia -o no- de un vasco o catalán? ¿Porque en el siglo 15 se arregló una boda entre unos dictadores? El tiempo, (años, décadas o siglos) no es una justificación. ¿Por qué existen estados (formalmente) independientes en América Latina? Porque hicieron una lucha armada para lograrlo, a pesar de que durante varios siglos fueron parte de ‘España’. ¿Por qué los saharauis no tienen derecho a la autodeterminación? Porque los estados se crean por intereses ‘superiores’ a la voluntad de los pueblos. El estado de Panamá fue creado en 1903, para que EEUU pudiera quedarse con el Canal. Bélgica fue creada como estado neutral entre los enemigos eternos Francia y Alemania. Ceuta y Melilla siguen siendo colonias porque son puntos estratégicos. En ningún momento, la población de estas regiones tuvo algo que decidir sin haberse visto manipulada o amenazada. En el 2005, las cosas se siguen arreglando entre los poderes económicos, como siempre. ¿Por qué Cataluña es acusada de ser egoísta, al querer defender sus propios intereses, cuando a nivel español se hace exactamente lo mismo frente a otros pueblos y estados?
La globalización del libre mercado capitalista de hecho ya vació toda capacidad de decisión política-económica de los estados. Dentro de la Unión europea, ningún estado decide sobre la política monetaria, dejada en manos del Banco Europeo (sin capacidad decisiva por parte del parlamento). La Comisión Europea tiene competencia exclusiva sobre el mercado interno (tampoco el Parlamento Europeo decide nada). Y de la política comercial exterior se encarga principalmente la OMC (Organización Mundial de Comercio), órgano que tampoco está sometido a ningún parlamento democrático. Todo este proceso de quitar el control democrático (y por ello la soberanía del pueblo) sobre la forma de organizar la economía nacional, nunca fue sometido a ningún referéndum, ni se declaró inconstitucional por ningún partido político, aunque conlleva consecuencias mucho más directas y negativas para los ciudadanos que un proceso de federalización (o división) del estado español.
Los ciudadanos de una Cataluña (o País Vasco) independiente tendrán la misma ‘libertad’ inexistente de elegir su sistema económico que cuando eran oficialmente españoles. Los mismos intereses económicos les regularán la vida, aunque los empresarios gestionantes, que bailan a los dictámenes del la OMC, hablen catalán (o vasco).