Hasta ahora se ha venido afirmando, no sin razón, que el proyecto de construcción del Tren de Alta Velocidad está envuelto en una operación especulativa que tiene como objetivo financiar la instalación del TAV. Eso es hasta tal punto cierto que, cuando el pinchazo inmobiliario ha reducido los márgenes de beneficio a los promotores privados, […]
Hasta ahora se ha venido afirmando, no sin razón, que el proyecto de construcción del Tren de Alta Velocidad está envuelto en una operación especulativa que tiene como objetivo financiar la instalación del TAV. Eso es hasta tal punto cierto que, cuando el pinchazo inmobiliario ha reducido los márgenes de beneficio a los promotores privados, éstos han puesto el grito en el cielo en forma de alegaciones contrarias al mismo.
Pero si buceamos un poco en este proyecto encontraremos algunas otras intenciones más o menos ocultas que no solo no pueden pasar desapercibidas sino que deben ser analizadas y denunciadas. Hay que tener en cuenta que detrás de decisiones de este tipo están en juego cuestiones de mucha envergadura.
Una de ellas se encuentra en lo que el proyecto define como área de oportunidad. Se denominan así a determinados espacios de desarrollo industrial, tecnológico o comercial asociados a alguna infraestructura o elemento de referencia que las hace especialmente atractivas. En este caso esta área de oportunidad está estrechamente ligada a la nueva estación del TAV y se puede afirmar que pretende crear un ámbito entorno a la estación que encaje perfectamente con los intereses del Opus Dei.
Así, se propone la creación de un Área Tecnológica destinada al sector de la Biotecnología para la que se establecen unos coeficientes de homogeneización asimilados a las viviendas de VPO. Para entendernos, estos coeficientes operan como convertidores de suelo en capacidad constructiva y, por lo tanto, en el valor final de ese suelo. Es decir, si el coeficiente es muy alto, la capacidad constructiva muy baja y el coste del suelo también alto. Por esa razón las viviendas de VPO tienen un coeficiente de homogeneización más bajo que las viviendas libres, por ejemplo.
En este caso tenemos que este área de oportunidad, es decir, una zona de implantación de empresas dedicadas concretamente a la biotecnología ubicada junto a la nueva estación del TAV y, por lo tanto, un ámbito de lujo en esta materia, va a disponer de un coeficiente de homogeneización igual que las viviendas de VPO, que es lo mismo que decir que se les está dotando de un alto valor social (de un abaratamiento público) que toda la ciudadanía vamos a pagar. La justificación para la toma de esta decisión es que «el planteamiento de que el uso de equipamiento biotecnológico sea un suelo que pueda ser ofrecido por la administración a las empresas interesadas a unos precios muy competitivos por considerar que se trata de promover usos y actividades de gran interés público en donde no debe primar la rentabilidad de la venta del suelo sino su actividad y productividad posterior. Por ello, se considera que el uso biotecnológico es asimilable al de vivienda VPO.»
Y nos preguntamos, ¿qué pueda ser ofrecido o que se ha ofrecido ya?¿Por qué un planteamiento tan concreto, tan definido? Es evidente que esta pregunta tiene una primera respuesta y es que por que es un área tecnológica absolutamente vinculada a la actividad del Opus Dei en Navarra. Viene a complementar la realizada por la Universidad de la Iglesia de Navarra, la Clínica Universitaria o el recientemente inaugurado CIMA (Centro de Investigaciones Médicas Avanzadas). Está vinculada por la temática del área referida a la biotecnología, como por la ubicación geográfica, ya que tanto el área de oportunidad como el ámbito de las tres perlas del Opus dei antes comentadas se encuentran al principio y al final de la Avenida de Aróstegui.
Pero no se contentan con ofertar al Opus Dei los terrenos de implantación empresarial más cotizados posibles a precio de risa, sino que además colocan entorno a esa área hasta cuatro parcelas dotacionales que deberían vincularse al barrio. La única conclusión posible es que estas parcelas dotacionales se irán vinculando a esta área de oportunidades de un modo u otro.
Pero nos queda una segunda respuesta complementaria a la que hemos dado un poco más arriba. Más allá del beneficio directo y evidente que obtendrá la actividad que gira entorno al sector sanitario y farmacéutico, esta decisión encierra otro objetivo de más alto alcance: profundizar en el gran proyecto de la derecha navarra que no es otro que el de convertir a Iruñea en una ciudad de servicios vinculada a las actividades que domina el Opus Dei. La propia memoria del proyecto nos lo aclara cuando habla abiertamente de la vocación de esta ciudad. Esa es la definición estratégica soñada por una derecha que quiere que Iruñea siga siendo una capital de provincias, gregaria del poder madrileño y con un perfil tan frío y desligado de todo componente social o cultural como el de ser una ciudad-hospital de escala intermedia. Este es un deseo político, en nada neutro, que desde luego desde sectores mayoritarios de Iruñea se rechaza. Es el planteamiento de una ciudad muy especializada, de perfil sociocultural bajo y satélite de otros espacios de incidencia superior.
En definitiva, este área de oportunidad junto a la estación del TAV es una tapadera para cubrir intereses del Opus Dei y la derecha navarra para colocar una nueva pieza más en su intento de imponer su modelo de ciudad.