La dirección del Partido Comunista de España ha anunciado que este año ya no habrá la tradicional fiesta del PCE que se celebraba desde hace 30 años. Creo que esta situación nos puede ofrecer una buena metáfora de la izquierda en nuestro país que va más allá de la suspensión de esta histórica y emblemática […]
La dirección del Partido Comunista de España ha anunciado que este año ya no habrá la tradicional fiesta del PCE que se celebraba desde hace 30 años. Creo que esta situación nos puede ofrecer una buena metáfora de la izquierda en nuestro país que va más allá de la suspensión de esta histórica y emblemática celebración.
Desde hace varios años son muchas las críticas que ha recibido la dirección del partido y los responsables de esa fiesta, unas fundadas y otras no tanto. Que si se creaba un servicio paramilitar violento de militantes para impedir que nadie se colara, que se habían disparado los precios hasta el punto de que no tenían nada de populares para la izquierda. Creó una dura polémica la venta de las entradas en El Corte Inglés y las exigencias económicas para las ONG´s que solicitaban stand en la feria. En realidad, las críticas y embestidas que sufría la fiesta del PCE eran una reproducción del debate en torno también del PCE y su política. Esas críticas han llevado a algunos sectores de izquierda a convencerse de que el PCE, y por supuesto IU, son sólo un obstáculo para la regeneración de una izquierda organizada y coherente en nuestro país.
Muchos de ellos, ahora que ya no está la fiesta del Partido Comunista de España, y que tan claras tenían sus críticas y el modelo adecuado para ella, alejado de contradicciones, miserias económicas y sectarismos que tanto denunciaban en el PCE, podrán poner en marcha por fin la fiesta acertada para la izquierda española. A todos los que piensan que es necesario convertir en cenizas el PCE e Izquierda Unida para crear algo nuevo y válido, ya pueden ir en septiembre a la Casa de Campo de Madrid, allí encontrarán las cenizas de la fiesta con la que ponerse a organizar otra donde no existan todos esos problemas que tanto les indignaban, puedan entrar sin pagar quienes lo deseen porque la izquierda no usa la violencia contra los que no tienen dinero, una fiesta que no depende del mercado, que no cometerá la contradicción de vender Coca-Cola y que no recurrirá a El Corte Inglés para vender las entradas.
No soy de los que piensan que debemos aferrarnos a lo antiguo y no atrevernos a liquidar lo que no sirve si es un obstáculo para avanzar para la necesaria regeneración.
Todos los que tanto han criticado la fiesta del PCE pueden estar seguros de que los comunistas que la hemos apoyado con todas sus contradicciones y deficiencias, iremos humildemente a la nueva que organizarán desde la clarividencia que les da llevar tantos años criticando los errores de la ya finiquitada.
Lo grave y preocupante no es que se termina la fiesta del PCE, la tragedia es que ningún otro colectivo organizado de izquierdas va a poner nada en marcha contando con miles de militantes trabajando de forma voluntaria como no existe en ninguna otra movilización social, donde se organicen un centenar de charlas y conferencias, donde más de la mitad de los ponentes no son siquiera miembros del partido, haya conciertos de música, homenajes culturales, festival de teatro, de cine, una guardería y muchas cosas que todos hemos conocido.
Y recuerden los críticos que la fiesta puede ser la metáfora de la izquierda española, pero metáfora también puede ser la ausencia de alternativa a la fiesta del PCE.