Dime con qué te financias y te diré de quién eres. En nuestro caso es sencillo: ELA es de sus más de 101.000 afiliados y afiliadas. No hay necesidad de largas y complejas explicaciones sobre la financiación de ELA porque resulta que hay un solo presupuesto con todos los ingresos y gastos. Un solo presupuesto […]
Dime con qué te financias y te diré de quién eres. En nuestro caso es sencillo: ELA es de sus más de 101.000 afiliados y afiliadas.
No hay necesidad de largas y complejas explicaciones sobre la financiación de ELA porque resulta que hay un solo presupuesto con todos los ingresos y gastos. Un solo presupuesto que es aprobado anualmente por el Consejo Nacional de ELA (196 personas de todas las comarcas y federaciones) donde las cuotas de afiliación suponen más del 91% del total de ingresos. Y para no dejar nada en el tintero, hay que añadir que ELA tiene una fundación, Manu Robles-Arangiz Institutua, cuyo objeto es organizar la formación exclusivamente sindical y el trabajo que se hace en Iparralde. Y ahí termina el entramado de ELA.
A la pregunta de si ELA recibe fondos públicos, la respuesta es sí, y representan un 6% de los ingresos totales. Principalmente, se trata de la subvención por representación (estado y CCAA), es decir, por el número de delegados y delegadas de ELA y, en menor medida de las subvenciones por negociación de mesas generales y la celebración de las elecciones sindicales. Ni un céntimo por actividades extra sindicales. Me refiero a actividades como la Formación Continua, de enorme importancia para ELA; demasiada para que se convierta, como pasó con Hobetuz, en una fuente de financiación de las organizaciones que aprueban los planes de formación (Confebask, CCOO y UGT), dejando en un segundo plano la prioridad de responder con calidad a las necesidades formativas a través de centros homologados de formación.
Nada que ver con otras organizaciones y, en particular, algunas sindicales, donde un complejo entramado de organizaciones, fundaciones, empresas y participación en los consejos de administración de empresas, sumado a multitud de convenios de colaboración con las instituciones explican tanto las distintas fuentes de financiación como la actividad del sindicato.
Es una realidad que, además de compleja y difícil de explicar con claridad, se corresponde con una vida alejada de la actividad sindical; alejada de los trabajadores y trabajadoras en sus centros de trabajo. Y esto es un círculo vicioso: si la actividad se centra fuera de los centros de trabajo la adhesión de trabajadores y trabajadoras disminuye, y con ello se aumenta la necesidad de buscar en otros ámbitos tanto la legitimidad que necesita un sindicato (ámbitos institucionales o empresariales) como la propia financiación del proyecto.
Las cuentas claras
Tanto CCOO y UGT como gran parte de los partidos políticos y las patronales reconocen que las cuotas de afiliación son algo minoritario (podríamos añadir marginal, según el caso). Si a esto le sumamos los préstamos que tienen concedidos por la banca, lo que está claro es de quién no son estas organizaciones sindicales, y así se explican los acuerdos regresivos para trabajadores y trabajadoras, sean de negociación colectiva, de pensiones o por el empleo.
La otra cara de la moneda podría ser esta otra afirmación: «Dime en qué gastas y te diré quién eres». ¿Qué hace ELA con sus ingresos? En su objetivo por la transformación social los dedica a la acción sindical y social para la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de toda la clase trabajadora. En concreto, destina el 25% de la cuota a la caja de resistencia, para garantizar el sostenimiento de las huelgas, y el resto a la organización del trabajo sindical en empresas y sectores a través de sus federaciones y comarcas (servicio jurídico, acción sindical y formación ideológica, principalmente) y también a la activación social en cuestiones fundamentales de nuestro modelo de sociedad (fiscalidad, servicios públicos, prestaciones sociales, medio ambiente…).
La importancia de la afiliación
Volviendo al dato del 91%, hay que decir que sin él nada sería igual ya que la fuerza de ELA radica en que tenemos nuestro propio proyecto con nuestras propias decisiones, basado en una gran afiliación. Quienes creemos que la clase trabajadora de Euskal Herria necesita una organización así tenemos que transmitir lo que hay detrás de este dato y, ante las necedades que dicen algunos sobre los intereses de ELA (quienes no viven de sus cuotas ya no saben qué inventar), podemos repetir lo que recientemente dijo un dirigente sindical alemán: «no hay nada más político que la cuestión de la afiliación; si en la época de la Agenda 2010 el movimiento sindical alemán hubiera atraído unas decenas de miles de nuevos afiliados al año, Schröder nunca se hubiera atrevido a hacerla».
Amaia Muñoa, Secretaria General adjunta de ELA
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