«No fue un cambio, sino una restitución». Jaume D’Urgell define así el impulso que le hizo trepar por la fachada de los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo de Madrid, el 14 de mayo de 2006, para arriar la bandera constitucional e izar la republicana o la «española», como él la llama. Hoy se ha sentado en […]
«No fue un cambio, sino una restitución». Jaume D’Urgell define así el impulso que le hizo trepar por la fachada de los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo de Madrid, el 14 de mayo de 2006, para arriar la bandera constitucional e izar la republicana o la «española», como él la llama.
Hoy se ha sentado en el banquillo de los acusados ante el juez de lo Penal número 5 de Madrid, Francisco Ferrer, para enfrentarse a una petición fiscal de un año de prisión y multa de 4.000 euros por ultraje a España y desórdenes públicos. Su delito: haber cambiado la bandera, mientras participaba en una manifestación no comunicada a la Delegación del Gobierno de Madrid por «una vivienda digna y contra la precariedad laboral» y, junto con los 2.000 o 2.500 asistentes, haber invadido la calzada, impidiendo circulara a los coches.
D’Urgell, tranquilo, como actuó cuando fue arrestado, según declararon los agentes que le detuvieron, explicó que se acercó a la concentración en la Puerta del Sol, porque vive a dos minutos y había recibido dos sms convocándole. Llevó una bandera republicana. «Al modo de pensar de algunos, creemos que existe una relación entre los problemas de la ciudadanía y una forma de Gobierno que no es totalmente representativa», respondió a la fiscal cuando le preguntó sobre por qué lo hizo, si la marcha era por trabajo y vivienda.
Ningún ultraje a España
«No quise ofender a España o a la unidad nacional. Si odiara a España, no me importarían las condiciones de vida de sus ciudadanos. España es lo mismo hoy que hace 70 años y no vamos a confundir el símbolo con lo simbolizado. Yo retiré el símbolo, porque entiendo que existe una alternativa. Creo que es mi derecho a la libertad de expresión», trató de explicar en el turno de última palabra.
A preguntas del fiscal dijo haber actuado «movido por la agitación, el momento» y sus convicciones. «Pensé que era oportuno, nadie me lo impedía. Sabiendo que no era legal, lo consideré un acto de desobediencia civil no violento», aseguró D’Urgell.
Sólo uno de los cinco agentes de Policía que declararon dijo, tras haberlo negado en una presunta anterior, que tras lanzar la bandera española a los manifestantes que estaban en la calle le vio pisarla. En lo que sí coincidieron fue en que gritaba y gesticulaba mucho, por lo que creen que era uno de los líderes de la marcha. El acusado lo negó recordando que esa misma mañana había llegado de pasar una semana en Mallorca de luna de miel.
El jefe del dispositivo policial que vigiló la marcha explicó que lo detuvieron hacia las 21.30 horas, cuando abandonó la manifestación, para evitar incidentes con los demáscongregados. Los altercados en las Vistillas, en los que se arrojaron botellas a la Policía, se produjeron cuando D’Urgell ya estaba detenido.