La otra cara de los menores no acompañados que la mayor parte de la sociedad no conoce. La formación profesional les ha abierto las puertas de la integración social, el mundo académico y, en algunos casos, el laboral
Hamza, Dauda, Amzyane, Mohamed, Abdourahman y Mamadou tienen una historia en común. Todos ellos son menores no acompañados (lo que popularmente se conoce con el acrónimo MENA) que llegaron a Catalunya con la promesa de una vida mejor y la expectativa de poder ayudar a la familia que han dejado atrás en sus países de origen. Con una experiencia migratoria, en algunos casos traumática, que no quieren recordar, y la mirada llena de prejuicios de buena parte de la sociedad, se abren paso, gracias a una formación profesional, un profesorado y unos compañeros que los han acogido, dándoles una nueva oportunidad.«Un día me levanté, hace dos años, y con la ayuda de mis padres y amigos conseguí llegar a España. Todos los que viven en mi país piensan que aquí hay de todo y hasta que no llegas, no ves la realidad de lo que hay«. Mamadou Mbaye es de Senegal, tiene 19 años y hace uno que empezó a estudiar jardinería en un programa de formación e inserción (PFI) en Les Salines. Ahora, está estudiando un ciclo de grado medio de jardinería y floristería. Le encanta -nos explica- y quiere finalizar el ciclo para trabajar y seguir estudiando.
«Estamos saliendo adelante»
Hamza Bechri y Dauda Moro han conseguido un trabajo. Ya hace un año que trabajan en la empresa donde realizaron las prácticas de jardinería del curso de FPI. «Mi sueño era conseguir un curro y formación y lo he conseguido. He conocido mucha gente y he aprendido muchas cosas. Los profesores nos han ayudado mucho a hacer ejercicios porque nos costaba mucho». Hamza tiene 19 años, es de Marruecos y, como Dauda, de Ghana, está muy contento de haber conseguido incorporarse al mundo del trabajo. Ambos aseguran, sin embargo, que quieren seguir aprendiendo: Hamza carpintería y Dauda soldadura.
«Mi sueño es ser mecánico de coches de una fábrica muy grande. He venido para ayudar a la familia. Espero encontrar trabajo y si no mientras tanto estudiaré para mecánico«. Mohamed El Khammal, Amzyane Ousiai y Abdourahman Camara estudian el FPI de jardinería este curso en Les Salines y nos cuentan que están aprendiendo muchas cosas como hacer un currículum, catalán y castellano. «También estoy haciendo amigos -dice Mohamed-, aunque con el confinamiento es mucho más difícil».
«La mayor parte de la gente te juzga por la cara»
«Me juzgan en el autobús, en el campo de fútbol donde juego… Si hubieran pasado por la situación que nosotros hemos vivido, nos entenderían… pero no es así -dice Mamadou-. Hay mucha gente, como nosotros, que ha venido aquí y no ha estudiado, ni ha hecho nada… si vienes a un país, tienes que aprender el idioma, tienes que aprender cosas nuevas… y es lo que yo estoy haciendo, aprender cómo hablar con la gente, cómo trabajar…».
«Hace un año que estoy aquí- dice Abdourahman-. Hay gente que entiende nuestra situación y hay gente que no. Decidí dejar mi país, Gambia, y venir para aprender más y cosas nuevas, conocer gente de diferentes culturas y también buscar una vida mejor. A mí me gustaría ser profesional de jardinería, trabajar y seguir estudiando. La gente que habla mal de nosotros, debería conocer antes de juzgar, nos tenemos que aceptar, respetar entre nosotros y apoyarnos para vivir juntos en paz».
Hamza lo tiene claro: «La mayor parte de la gente te juzga por la cara. No haces nada y te sientes juzgado. La formación nos ayuda a cambiar esta imagen porque estudias, trabajas y demuestras que tiras adelante».
César Navarro y Ferran Rubio son los profesores del Programa de Formación e Integración de Jardinería de Les Salines. Explican que los menores no acompañados suponen la mitad del grupo con el que trabajan. «Son muy vivos, muy trabajadores, aprenden muy rápido y enseguida avanzan. Lo que más les cuesta es la formación general… pero en un año mejoran muchísimo en competencias lingüísticas, laborales… y los que están trabajando ya tienen premio!».
Ferran Rubio asegura que un factor que no habían previsto es que el hecho de contar con menores no acompañados en clase «nos sube el nivel de todo el grupo. Los autóctonos ven que ellos tienen tantas ganas de trabajar, de avanzar… que hacen que el nivel del resto del grupo suba. Los compañeros de aquí se dan cuenta de la dificultad que tienen, de lo que es estar sin familia, los problemas económicos… aspectos que hasta ahora no tenían en cuenta, ni valoraban de su situación».
Integración social, laboral, conocimiento del idioma y autoestima
¿Qué es lo que les aporta la formación profesional a estos chicos? César Navarro es contundente: «integración social porque comparten estudios con chicos de aquí y con otros que han venido de otros países como ellos, los ayudamos con el idioma, tanto castellano como catalán, y en el ámbito laboral, les aporta estabilidad para poder resolver situación de papeles». El otro elemento fundamental es la subida de autoestima. «Muchos llegan con la autoestima bajita -explica Ferran- tras el proceso migratorio, sin familia, sin encontrar trabajo… y aquí aportamos integración con la salida laboral y la posibilidad de poder seguir estudiando, relaciones sociales…».
Navarro explica que «la mayor parte vienen a buscar trabajo y ganarse la vida para enviar dinero a su familia. Las familias se hipotecan para que puedan venir porque, a pesar de hacerlo de forma ilegal, les cuesta mucho dinero. Tienen mucha presión de sus familias y, para ellos es difícil, quizás hasta frustrante llegar y ver que no es tan fácil trabajar, que necesitan formación. Y cuando lo ven claro y luego tienen el reconocimiento que pueden trabajar, ven cumplido su sueño».
Artículo publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
Fuente: https://www.lamarea.com/2020/12/14/formacion-ayuda-cambiar-imagen-sociedad-tiene-nosotros/