Ana, ¿qué está pasando en España? Nos encontramos en una escalada de represión por parte del poder en las calles, unido al deterioro del Estado de Bienestar y al creciente totalitarismo por parte de un Gobierno que ya sólo mira hacia la «mayoría silenciosa». Durante unos años primó la resignación y la indignación de sofá, […]
Ana, ¿qué está pasando en España?
Nos encontramos en una escalada de represión por parte del poder en las calles, unido al deterioro del Estado de Bienestar y al creciente totalitarismo por parte de un Gobierno que ya sólo mira hacia la «mayoría silenciosa».
Durante unos años primó la resignación y la indignación de sofá, pero finalmente se produjo el estallido y la gente empezó a tomar la calle, una y otra vez, cada vez con más contundencia y con los objetivos más claros.
Ahora ya no sólo se trata de exigir al Gobierno que paralice la deuda, que frene los recortes y que escuche al pueblo, si no que la gente ha decidido tomar las riendas de su futuro, ha decidido desobedecer y hackear el sistema.
¿Que progresión has visto en las movilizaciones durante el último año?
En primer lugar, se ha producido un cambio cuantitativo en la lucha, así como uno cualitativo, que se ha ido gestando en las distintas asambleas de barrio del 15M, así como en otros colectivos sociales o políticos. Los actores sociales se han visto más cohesionados en las movilizaciones, creando un ambiente de unión y de fuerza. El Gobierno ha ido perdiendo legitimidad a medida que solo responde a los intereses de la troika. La gente cada vez es más consciente de que la democracia está secuestrada, en manos de unos pocos.
A lo largo del año hemos trabajado en torno a asambleas, en las que se han creado redes de apoyo mutuo y solidaridad. En las movilizaciones empieza a haber también un crecimiento de unidad y de contestación y rebeldía, así como de organización y de aprendizaje. Es cierto que aun nos queda camino por recorrer, porque este sistema ha tenido acallada a la gente durante mucho tiempo, alejada de la participación política y eso es algo contra lo que tenemos que luchar.
¿Y en el Estado? ¿Eran previsibles estos niveles de represión?
Ya llevamos tiempo sufriendo esta doctrina del shock, esta represión que se ejerce de distintas formas, ya sea a través de las políticas de austeridad o mediante la represión explícita.
Lo que sí considero es que la represión de los últimos tiempos, se caracterizaba con ser paulatina, silenciosa, golpeando sólo a ciertos colectivos o a ciertos sectores, marginalizados y criminalizados. Actualmente, es creciente la represión por el temor del poder a perder sus privilegios. En cuanto crece el despertar de la población y toma conciencia, el Gobierno da un paso atrás asustado y recula golpeando cada vez con más fuerza.
No es que ahora exista más represión, es que ahora tenemos las herramientas y la inteligencia colectiva para hacerlas más visibles.
¿Estamos ante un Gobierno asustado?
No sólo estamos ante un Gobierno asustado y debilitado, si no que nos encontramos cerca del fin de un modelo político y económico que agoniza, que es insostenible. Por supuesto el Gobierno es consciente de su fragilidad, y por ello, como he dicho con anterioridad, tiene que usar su fuerza bruta para acabar con las voces discordantes, como ha ocurrido siempre en cualquier régimen dictatorial.
¿Qué me dices de los policías infiltrados?
El poder tiene claro que la mejor forma de silenciarnos es criminalizarnos previamente. Por ello, recurren a estas tácticas en las que provocan disturbios para hacer estallar la rabia contenida. Lo positivo es que la inteligencia colectiva nos hace fuertes y siempre solemos salir victoriosos de estos ataques. Gracias a las redes, a los medios de contra información, a los distintos streamers, twitteros, contamos con una cantidad de imágenes que son pruebas suficientes para tirarles por tierra todo su circo mediático. Por ello, es preciso combinar las imágenes con formas de resistencia que nos protejan y nos permitan seguir unidas efectuando la acción. Cada persona se ha convertido en un medio, y como son conscientes de ello la represión cada vez se hace más patente contra periodistas, especialmente en prensa alternativa.
En las últimas semanas se ha identificado y amenazado a decenas de personas en las asambleas previas al 25S y en las movilizaciones del 25, 26 y 29 ha habido numerosas detenciones también, ¿en qué situación se encuentran todos ellos?
El día 15 de octubre hubo cuatro detenciones por resistencia a la autoridad, aunque lo que realmente hacían eran desplegar una pancarta incómoda para ellos. En cuanto a las 8 imputaciones posteriores se les acusa del 494, aunque lo que realmente hacían, era reunirse en una plaza y hablar de política. Finalmente, ha habido 35 detenciones el 25 de septiembre, a las que en un principio se les acusó de resistencia a la autoridad, pero que finalmente parece que por presiones políticas van a ser acusadas también por el 494. ¿Delito real? Bueno, creo que grabar imágenes y resistir en el suelo mientras te están golpeando, se ha convertido en algo realmente incómodo para ellos.
¿Hay movilizaciones previstas en las próximas semanas?
Se está barajando una fecha en torno a los presupuestos generales que aprobará el Gobierno. Nos interesa más el contenido de la misma que la fecha, y contar con el resto de asambleas y colectivos del Estado para que pueda participar la mayor cantidad de gente posible.
¿Que progresión te gustaría que tuviera el movimiento durante el próximo año?
Creo que la progresión seguirá el proceso lógico del último año, se seguirá trabajando en los barrios, creando alternativas al sistema, así como se seguirá contestando cada vez más al Gobierno. Es fundamental la creación de redes, trabajar en el apoyo mutuo y en la organización de los distintos nodos. La gente seguirá concienciándose cada vez más, e integrando el mensaje del «sí se puede». Es probable que se produzca un frente común de países del Mediterráneo contestando a los ataques de la troika. En esa línea, la movilización del 29 de septiembre, se contó con las compañeras y compañeros portugueses, se realizó un manifiesto común y salimos al mismo tiempo a la calle.
¿Por qué un proceso Constituyente?
En primer lugar, porque cuando esta Constitución surge no habían nacido aún muchos de los ciudadanos. Se realizó en un momento de transición, donde aún sonaban los últimos sables y aún no había pasado el tiempo suficiente para reflexionar sobre todo lo que había ocurrido. Lo que ponemos sobre la mesa desde la coordinadora es un proceso donde la gente pueda participar y decidir qué tipo de Constitución quieren.
El movimiento en la calle sabe cada vez con más certeza el sistema que no quiere, pero ¿sabe ya el quiere o aún lo está descubriendo?
Dentro del movimiento hay distintas formas de ver un futuro organizativo y político, pero lo que está claro es que queremos que éste se decida entre todas, de una forma horizontal y participativa. Ya hay muchas experiencias de personas que empiezan a organizarse al margen del sistema, que empiezan a crear alternativas y a construir un mundo nuevo, en el que prime la calidad de vida y los derechos sociales por encima de los intereses de unos pocos.
En lo que coincidimos todas y todos es que este sistema en estructuralmente injusto y queremos construir uno nuevo, que no esté basado en la explotación de las personas.
Fuente: http://www.larepublica.es/2012/10/anitabotwin-la-gente-ha-decidido-desobedecer-y-hackear-el-sistema/