En Wólof, lengua senegalesa, «Barcelone ba Barsakh» es mucho más que el título de un «corto» de 13 minutos. Es la alternativa existencial a la que se enfrentan los migrantes del Senegal que persiguen el sueño europeo. O llegan a Barcelona, y realizan su anhelo, o se quedan en el Barsakh (la «otra vida», el […]
En Wólof, lengua senegalesa, «Barcelone ba Barsakh» es mucho más que el título de un «corto» de 13 minutos. Es la alternativa existencial a la que se enfrentan los migrantes del Senegal que persiguen el sueño europeo. O llegan a Barcelona, y realizan su anhelo, o se quedan en el Barsakh (la «otra vida», el «más allá»), si el cayuco zozobra. Así lo explica Thimbo Samb, protagonista del «corto» de ficción dirigido por Nacho Gil y Cristina Vergara, presentado ayer en Valencia: «Significa llegar donde queremos o morir en el camino; pero nunca volver atrás». En caso de superar la gran travesía, ya en el estado español, los inmigrantes han de afrontar una segunda odisea, la de los «papeles», el empleo y la vivienda, los CIE, las redadas policiales, los vuelos de deportación o la xenofobia cotidiana.
El cortometraje de ficción, producido por Faules Audiovisuals en colaboración con la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)-Valencia, aborda la vida cotidiana de un joven migrante senegalés recién llegado al estado español. El protagonista (Thimbo Samb) representa un arquetipo, pues la historia poco difiere de la de otros compatriotas que alcanzan la tierra prometida. Su peripecia no resulta extraña, pero ello no le resta patetismo. Por ejemplo en la conversación con su madre, a quien Thimbo ha de contarle que su hermano, compañero de cayuco, murió en la travesía a España. «Cuando ellos (los nacionales) miran el horizonte, ven un mar bonito; yo veo un cementerio», dice Abdoulaye Sy, amigo de Thimbo en el cortometraje.
Entre los puntos de mayor dramatismo, la presencia del personaje principal en un banco del Jardín del Turia (Valencia), con el plano de fondo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Thimbo Samb revisa las artesanías africanas que con poca fortuna intenta vender, cuando se le acerca un policía local y le pregunta por los «papeles». La voz en off pone el remate a la escena: «¿Cómo puedes cruzar el mar donde vive el diablo y seguir sintiendo miedo?». En otro momento afirma el protagonista: «Aquí los policías te pueden coger sin haber hecho nada, y encerrarte sin saber cuándo te van a soltar». ¿Ficción? Se da la circunstancia de que a Thimbo le paró la policía en pleno rodaje, cuando representaba el papel de un vendedor ambulante. Otro ejemplo de la realidad, pero que difícilmente se le hubiera ocurrido a un guionista de ficciones: el Juzgado de Instrucción número 10 de Valencia le notificó ayer a Thimbo Samb que debía indemnizar a Nike con 48,74 euros por la venta ambulante de camisetas de marca. Crudo verismo.
La biografía real de este ciudadano senegalés de 27 años, residente desde 2006 en Valencia, resulta mucho más dura y descarnada que el papel representado en el «corto». Ha tenido ya que contarle a varios periodistas que «Barcelone ba Barsakh» no es una película sobre su vida, aunque éste sea «un proyecto que me reservo para el futuro». Thimbo Samb era pescador en su pueblo, Kayar, pero también actor y cantante, cuando -corría el año 2006- se embarcó en un cayuco rumbo a España. Lo intentó cuatro veces ese mismo año, y finalmente lo consiguió (en los tres primeros intentos tuvo que regresar a casa por el estado de la mar). La vez que lo logró, partió en cayuco de la región de Casamance con otras 137 personas de Senegal, Guinea y Malí, a un precio de 800 euros, y llegada prevista en Tenerife.
Recuerda este joven senegalés la gran travesía hacia el sueño europeo: «La gente en el cayuco estaba cagada de miedo, e incluso había amenazas entre nosotros debido a los nervios». Además, el primer día el barco se quedó con un solo motor. Pero a los nueve días la embarcación arribó a Tenerife, y Thimbo pasó por la Guardia Civil, el personal de la cruz roja, dos días por comisaría y, sobre todo, por el Centro de Internamiento para Extranjeros, de donde guarda su peor recuerdo: «Fueron 18 días en los que pasamos mucho frío, ni siquiera teníamos duchas con agua caliente». El periplo continuó, vía aérea, en Madrid, en una de cuyas comisarías recaló este joven senegalés. Thimbo aprovechó después el contacto con un familiar y se desplazó a Valencia, donde empezó a trabajar en el campo y, sobre todo, a entender la realidad del sueño europeo. Dormía en el río con otros compañeros y comía naranjas, las que recolectaban. Voluntarios de ONG les llevaban algunos bocadillos…
Hoy su situación ha mejorado. Después de siete años ha conseguido los «papeles» y encontrado trabajo en una fábrica de Picassent. Comparte, además, piso en Valencia con cinco senegaleses e incluso tiene tiempo para el activismo: es voluntario de CEAR y forma parte de la Campaña por el Cierre de los CIE. Su amplia sonrisa irradia alegría, vitalidad, optimismo… No se diría que pasó cinco veces por los calabozos cuando no tenía «papeles», en su época de vendedor ambulante. Hoy (hace cinco meses lo hizo) puede viajar a Senegal para ver a su familia. «Cuando llegué a España, veía mucho racismo; hoy, con la crisis, habrá gente que al empeorar su situación, tendrá que ir a las manifestaciones; como tampoco podrán pagar los colegios, llevarán a los hijos a la escuela pública, donde se mezclarán con los inmigrantes», explica.
Los directores del cortometraje «Barcelone ba Barsakh» conocieron a Thimbo Samb en el grupo de teatro de CEAR-Valencia. Su simpatía y dotes para la interpretación, unidos a la condición de senegalés, dominio del Wólof y peripecia vital le hacían el protagonista adecuado. Según Nacho Gil, «una de nuestras preocupaciones era no incurrir en un tono melodramático; queríamos transmitir sensaciones, empatizar con el público y, para ello, nos servimos del guión pero sobre todo de la música, que fue realmente nuestro punto de partida». Se refiere el codirector del filme a la pieza «Clandestino», de Miguel Gómez. Además de subrayar la responsabilidad de los países del Norte, Cristina Vergara afirma que la sociedad habla hoy mucho de la «autosuperación», pero «las oportunidades no son las mismas para todos; hay gente que tiene muy pocas». El guiño a esta moral en boga figura en el inicio del «corto», con algunos planos del conocido alpinista Jesús Calleja.
La gran travesía de Thimbo Samb llegó a buen puerto. Pero no siempre ocurre lo mismo. Según el informe «Viajes fatales», que Organización Internacional para las Migraciones (OIM) hizo público en septiembre de 2014, Europa es el destino más peligroso del mundo para la inmigración llamada «irregular». El estudio -que toma como punto de partida los dos naufragios en la isla de Lampedusa (octubre de 2013), en los que murieron 400 migrantes- afirma que en el último año perdieron la vida 3.000 personas migrantes cuando se dirigían a Europa. Más de 22.000 murieron desde los inicios de 2000, «sobre todo en travesías arriesgadas por el Mediterráneo», y unas 40.000 personas consideradas «irregulares», durante el mismo periodo en todo el mundo. Pero tampoco los números constituyen una verdad canónica. «Muchas muertes ocurren en regiones remotas del mundo y nunca se registran», reconoce el informe «Viajes fatales». El mismo mes que se difundió el estudio, 500 migrantes fallecieron al naufragar una embarcación frente a la costa de Malta.
El abogado y coordinador de CEAR en el País Valenciano, Jaume Durà, ha recordado en la presentación del «corto» que el 6 de febrero se cumple el primer aniversario de la muerte de al menos 15 personas que, mientras intentaban llegar nadando a la playa de El Tarajal (Ceuta), fueron repelidas por la guardia civil con balas de goma y gases lacrimógenos. Respecto a la investigación judicial, actualmente en curso, Jaume Durà ha destacado que la jueza del caso ha realizado pocas diligencias de oficio, y ha negado o postergado la adopción de diligencias pedidas por la acusación popular. «Apenas ha habido investigación e instrucción en un año», añade el coordinador de CEAR. A mediados de diciembre la jueza pidió que la causa pasara a la Audiencia Nacional, lo que está pendiente de resolución. Por otro lado, continúan practicándose las «devoluciones en caliente», como ocurrió el pasado 2 de febrero con un centenar de personas que permanecían en la valla de Melilla. La nueva Ley de Seguridad Ciudadana valida estas prácticas. Continúan, además, las muertes de quienes pretenden franquear la «fortaleza» europea (9 ahogados al hundirse una embarcación el 30 de enero en Melilla). Y prosiguen los vuelos de deportación. El Ministerio del Interior español fletó uno el 5 de febrero rumbo a Lagos, con ciudadanos nigerianos.
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