Situación del derecho al aborto en Polonia a raíz de la guerra en Ucrania
La guerra está de vuelta en Europa, lo que significa que la violación como arma de guerra está de vuelta en Europa, lo que significa que los embarazos no deseados resultantes de la violación como arma de guerra ocurren hoy en día, aquí mismo en Europa.
El hecho de que una población de refugiados de más de cinco millones de personas, la mayoría de las cuales son mujeres, huya principalmente a Polonia, un país donde el aborto es casi totalmente ilegal, es solo un detalle horrible entre miles de ellos en la guerra de Rusia contra Ucrania.
Estas personas soportan dificultades inimaginables, pero en cierto sentido, no son tan diferentes de los millones de personas en todo el mundo que necesitan poner fin a un embarazo todos los días. Las razones por las que necesitan un aborto no tienen importancia, y no deberían tenerla, deben acceder a él, pase lo que pase. Pero son expulsadas de un país donde es legal poner fin a un embarazo de hasta doce semanas y empujadas a otro donde el aborto está prohibido en casi todas las circunstancias y resulta imposible, incluso cuando está técnicamente autorizado.
En Polonia, el aborto solo es legal en caso de riesgo para la vida o la salud de la persona embarazada, o en caso de violación. Sabemos que está fuera de su alcance en el primer caso, porque al menos dos mujeres han muerto desde 2021 mientras esperaban un aborto que podría haber salvado sus vidas. En el segundo, demostrar que has sido violada por acceder a un aborto no solo es traumático, sino también casi imposible, porque requiere una investigación penal.
Imagina, si puedes soportarlo, que fuiste violada durante una guerra. Que has huido de tu casa, que has sido separada de tu familia, que puedes haber perdido a tus seres queridos en un conflicto o bajo las bombas. Y que para poner fin a tu embarazo, debes obtener un certificado de un fiscal que demuestre lo que sucedió, mientras que la persona que te violó ni siquiera está en el mismo país.
La guerra en Ucrania ha arrojado una dura luz sobre la situación que las mujeres polacas experimentan todos los días. Esta es la situación a la que ya se han enfrentado otras refugiadas en Polonia, que han huido de Afganistán, Siria o Bielorrusia. Esta es una situación que no debería ocurrir en ninguna parte, pero que está teniendo lugar en la UE, que aparentemente presume de ser un bastión de la igualdad de género y los derechos humanos.
¿Y quién atiende a la gente en medio de este horrible espectáculo? No los gobiernos nacionales. No líderes políticos. En muchos casos, ni siquiera los médicos. Las personas que se ocupan de estas constantes violaciones de los derechos humanos son un pequeño grupo de feministas agotadas pero decididas, que funcionan con una combinación de crowdfunding y adrenalina.
Aborcyjny Dream Team y la red Abortion Without Borders (Aborto sin Fronteras) proporcionan a las personas que necesitan un aborto consejos sobre cómo hacerlo, ya sea remitiéndolas a organizaciones como Women Help Women o Women On Web que envían píldoras por correo, o ayudando a financiar viajes a otros países donde el aborto es legal.
Cogen las llamadas de personas desesperadas, les ayudan a obtener las píldoras abortivas que necesitan, se comunican a través de Google Translate cuando es necesario para que la gente sepa que, a pesar de todos los esfuerzos del gobierno polaco, es posible hacerse un aborto si lo necesitas en Polonia, gracias a ellas.
Justyna Wydrzyńska, una de las cuatro miembros del Aborcyjny Dream Team, me dijo que la organización ha ayudado a 158 mujeres ucranianas desde principios de marzo, en particular ayudando a dos de ellas a salir de Polonia para abortar en otro lugar. Durante el último año, esta organización ha ayudado a 34 000 personas.
La crisis ucraniana es solo la última de una serie de catástrofes a los que el equipo Aborcyjny Dream ha tenido que enfrentarse desde su lanzamiento en 2019, comenzando con la pandemia, cuando los cierres de fronteras y los retrasos postales dificultaron aún más el acceso al aborto desde Polonia. Luego, en enero de 2021, la demanda de sus servicios se disparó cuando entró en vigor una prohibición del Tribunal Constitucional de interrumpir el embarazo en caso de anomalía fetal. Más tarde, también en 2021, la policía allanó la casa de Wydrzyńska, confiscando las medicinas para el aborto, los ordenadores y teléfonos de su familia. Luego fue acusada de «asistencia al aborto» y se enfrenta a hasta tres años de prisión si la consideran culpable.
En 2020, se puso en contacto con Aborcyjny Dream Team una mujer embarazada que estaba sufriendo violencia doméstica y necesitaba un aborto. Les dijo que había intentado ir a Alemania con su hijo pequeño para poner fin al embarazo, pero su marido la amenazó con que la acusaría de secuestro si salía del país con el niño.
No es ilegal poner fin a un embarazo en Polonia con un medicamento comprado en línea, pero es ilegal proporcionar este medicamento a alguien. Pero se estaba en el punto álgido de la pandemia, y ya era demasiado tarde para que la mujer esperara a recibir las píldoras por correo a tiempo durante el período de 12 semanas. Así que Wydrzyńska le envió las pastillas que tenía en casa.
«También he sufrido violencia doméstica y sé lo que es vivir con un marido violento», me dijo Wydrzyńska. «Cuando alguien te ruega que le ayudes, realmente no tienes más remedio que hacerlo».
Antes de que la mujer tuviera la oportunidad de tomar las pastillas, la policía llegó a su casa y las confiscó. Debemos llamarlo por su nombre. El Estado no solo es cómplice, sino que participa plenamente en el abuso de un hombre contra su esposa.
Wydrzyńska será juzgado el 14 de julio. Cuando le pregunté a Wydrzyńska cómo se siente tener que trabajar con este asunto judicial que pesa sobre ella, simplemente respondió: «Eso no me detiene». «Dar información a las personas y escuchar que han encontrado una solución a su situación es algo que realmente me empuja a hacerlo aún más y a trabajar más y más duro», dijo.
Polonia y Europa subcontratan su responsabilidad moral a cuatro activistas feministas que corren el riesgo de ir a prisión porque han ayudado a personas abandonadas a un sistema misógino y que quiere obligarlas a dar a luz contra su voluntad. Toda nuestra defensa contra esta Gilead (referencia a la República de Gilead de la serie distópica El cuento de la criada ndt) de la vida real consiste en Wydrzyńska y sus colegas, y esto no parece preocuparnos.
Ya he escrito que cuando cambia la geopolítica, también cambian los derechos reproductivos. Esto se debe a que Europa es indiferente a los derechos de las mujeres y las personas embarazadas.
Observamos con preocupación en el caso Roe contra Wade que los Estados Unidos caminan al borde del precipicio, mientras que el Parlamento Europeo elige a un presidente antiaborto de Malta, un país que atrapó a su propia población en una isla sin acceso a interrupciones del embarazo durante el confinamiento de 2020.
Polonia es quizás el ejemplo más extremo de restricciones al aborto en la región, pero no es la única que dificulta la vida de aquellas que lo necesitan. Eslovaquia impone períodos de espera obligatorios para los abortos, Hungría impone múltiples citas médicas, incluida una ecografía, antes de que se pueda llevar a cabo un procedimiento y Rumanía reduce significativamente el acceso. Todos estos son países a los que llega un gran número de refugiados y refugiadas ucranianas.
Nadie pensó en los abortos durante el Brexit, pero tras la salida del Reino Unido de la UE, Abortion Without Borders (Aborto sin Fronteras) ahora tiene que dedicar mucho trabajo a llevar a la gente a uno de los únicos países donde es posible el aborto tardío, porque ahora se necesita un pasaporte para entrar, y muchas de las personas más desfavorecidas no tienen uno, y no tienen tiempo para solicitar uno.
Cuando le pregunto a Wydrzyńska qué necesitan ella y sus colegas para seguir avanzando durante este difícil período, ella me responde que dos cosas: dinero y solidaridad. Si nuestras y nuestros líderes europeos no pueden actuar en interés de las y los refugiados ucranianos, o de las sobrevivientes polacas de la violencia doméstica, o de millones de personas que necesitarán un aborto en su vida, entonces ciertamente podemos hacerlo.
Ayudar al aborto puede ser un delito en Polonia, pero también es una forma heroica de cuidar de las demás. Hay pocos actos feministas mayores que pagar por el aborto de otra persona. Si puedes permitírtelo, piénsalo.
O, al menos, ofrece tu solidaridad al ejército de feministas que están tratando de eludir las leyes misóginas, las disposiciones inadecuadas y la indiferencia general para garantizar que las personas que necesitan terminar un embarazo puedan hacerlo.
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur