Carlos Lozano Guillén es abogado y director del Periódico «Voz», periódico semanal del Partido Comunista colombiano. Fue miembro de la Comisión encargada del proceso de Paz durante la Presidencia de Andrés Pastrana (1998-2002). Desde la ruptura de este proceso, Carlos Lozano Guillén sigue promocionando el intercambio humanitario de los prisioneros políticos y negociaciones políticas entre […]
Carlos Lozano Guillén es abogado y director del Periódico «Voz», periódico semanal del Partido Comunista colombiano. Fue miembro de la Comisión encargada del proceso de Paz durante la Presidencia de Andrés Pastrana (1998-2002). Desde la ruptura de este proceso, Carlos Lozano Guillén sigue promocionando el intercambio humanitario de los prisioneros políticos y negociaciones políticas entre las partes en conflicto. Amenazado de muerte por los grupos paramilitares por su compromiso, es un reconocido especialista del conflicto colombiano. Durante el mes de mayo, la asociación francesa de Solidaridad Internacional «France Amerique Latine» (www.franceameriquelatine.org) lo invitó a dar conferencias. Durante su estadía también fue recibido en la Asamblea Nacional francesa por parlamentarios, como por el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el fin de exponer su opinión sobre la dramática situación colombiana y la necesidad urgente de negociaciones de paz.
Franck Gaudichaud: En las noticias hemos visto que Uribe da noticias contradictorias. Por una parte anuncia la intervención de los militares y por otra la liberación de presos políticos. En este contexto ¿cuál crees que son las posibilidades de un intercambio humanitario?
Carlos Lozano: La perspectiva de un intercambio humanitario se plantea como algo muy difícil durante el gobierno de Uribe Vélez, porque él ha tenido como costumbre utilizar este tema del intercambio humanitario cada vez que tiene problemas de inestabilidad en su gobierno como una manera de lanzar cortinas de humo para distraer a la opinión publica nacional e internacional. Entonces cada vez que hay escándalos que afectan a su gobierno y a su imagen, él comienza a hacer propuestas audaces sobre el intercambio humanitario. En realidad Uribe ha trabajado, a través de 5 años de gobierno, en dirección de los operativos militares, que ponen en peligro la vida de las personas que están en poder de la guerrilla de las FARC. No se ve que Uribe tenga muy buena voluntad política y por eso estamos desde la izquierda, y el movimiento sindical y popular, desde las ONGs interesadas en el tema o desde la llamada Coordinadora por el Intercambio Humanitario, que aglutina a distintos colombianos, presionando al gobierno nacional, denunciando la falta de voluntad política y convocando a la comunidad internacional para que actúe exigiéndole a Uribe que de una vez por todas tenga una decisión firme de adelantar una negociación con las FARC que dé como resultado la libertad de las personas que están en cautiverio.
FG: ¿Hoy en día se podría decir que el actual gobierno es el principal obstáculo para el intercambio humanitario?
CL: Por supuesto, la ausencia de voluntad política del gobierno es el principal obstáculo; Uribe Vélez considera que un proceso de negociación de intercambio humanitario con la guerrilla de las FARC, que implican una zona de encuentro y reconocer a la guerrilla como un interlocutor político para esa negociación, afecta su política de «seguridad democrática», que la entiende como una política de guerra y de confrontación con la guerrilla para derrotarla militarmente.
FG: ¿Si esta perspectiva de intercambio humanitario está casi cerrada, la posibilidad de negociación política entorno al conflicto armado también lo está?
CL: Si, claro. Peor aun, porque la idea que defendemos quienes promovemos el intercambio humanitario es que, una vez que se haga el intercambio se pueden generar condiciones para un proceso de negociación política. No necesariamente está condicionado lo uno por lo otro, pero sí puede aparecer esta posibilidad. Pero si no hay voluntad política del gobierno para el intercambio humanitario menos aun lo hay para una posibilidad política negociada del conflicto, que supone modificar las causas que originaron este conflicto; reconocer el conflicto y decir aquí existen factores que han motivado a un grupo de colombianos a levantarse en armas para enfrentarse al Estado y por lo tanto hay que hacer reformas, ampliar la democracia, y establecer ciertos criterios nuevos desde el punto de vista social y político que marquen un apertura en el país, distinta a la que existe ahora. Eso no está en los cálculos de Uribe Vélez, su política ultraderechista ligada a los intereses de los EE.UU., no le permite avizorar esa posibilidad y por lo tanto es más remota una solución política.
FG: En este contexto bastante desfavorable, ¿cuales son los márgenes de maniobras de las organizaciones de derechos humanos o de las ONGs?
CL: Hoy, el intercambio humanitario y las perspectivas de una solución política dependen de los cambios que se generen en el país, y de la presión nacional e internacional para que estos cambios se den, y para de alguna manera imponer esas salidas democráticas y/o políticas. De alguna forma, Uribe en medio de la crisis y los escándalos se ha convertido en un estorbo para la democracia en Colombia, eso lo debe entender la comunidad internacional, y es en este sentido que trabajan las fuerzas de izquierda y los sectores populares en Colombia. Ha surgido como una fuerza nueva y renovadora el Polo Democrático Alternativo, que aglutina a la izquierda. Creo que el camino de fortalecer al Polo, de fortalecer la lucha popular, como el paro del 25 de mayo pasado, es lo que va a posibilitar que se abra paso la solución política, el intercambio humanitario y por supuesto que se produzcan cambios en el país. Incluso, no hay que desestimar la posibilidad que Uribe tenga que salir. Es real y hasta los estadounidenses comienzan a estudiarlo. Nos oponemos desde luego a la salida de Uribe para que todo continúe igual, es decir de un «uribismo» sin Uribe. Lo que debemos promover desde la izquierda y el movimiento popular es una solución democrática y popular de la crisis, lo cual implica un viraje en la vida nacional y eso lo tenemos que hacer con el acompañamiento internacional y con la fuerza de las masas populares en Colombia.
FG: Hablaste de un paro popular el 25 de mayo, ¿es decir la lucha social continúa a pesar de la represión en Colombia?
CL: Si, la lucha social continua y es necesario superar una debilidad que tiene. La guerra sucia, la represión, los asesinatos de sindicalistas generaron temor en el pueblo colombiano, pero ahora se está superando y hay una especie de nuevo aire para el movimiento popular. Pero tiene una dificultad, una limitación y es que hasta ahora ese movimiento popular está luchando por cosas particulares, los educadores luchan por sus reivindicaciones, los estudiantes igual. El movimiento obrero estatal está reclamando alza de salarios y cosas que son muy importantes y significativas; pero que están desconectadas del problema fundamental de hoy, que es la apertura política en el país, la salida de Uribe y un proceso de renovación democrática. Es necesario trabajar en esa dirección para que la protesta popular, la resistencia civil se reflejen en la realidad política del país, es decir que haya conciencia en el pueblo colombiano de que hay que ir un poco mas allá, y en esa dirección es que hay que trabajar. Por esa razón en este momento no se avizoran cambios importantes y la crisis que existe en el país, es una especia de crisis en las alturas, ya que ésta no repercute en la indignación, en la ira del pueblo colombiano para que se puedan producir cambios en el escenario nacional. Es en este sentido en el que se debe trabajar y es hacia allá donde se debe llegar.
FG: En estos días estás realizando una gira en Francia, ¿qué es lo que esperas concretamente de este viaje, o más bien de la presión internacional?
CL: Espero, justamente que en Francia al igual que en otros países de Europa se entienda la necesidad de exigir un intercambio humanitario en Colombia y una solución política del conflicto. Es decir que Europa de alguna manera se una al torrente popular colombiano, que plantea no la guerra sino soluciones políticas, las salidas negociadas del conflicto y la democratización de la vida nacional. El pueblo colombiano, por ejemplo, está haciendo un esfuerzo muy grande para derrotar el Tratado de Libre Comercio, que es una imposición de los EEUUU y que va a traer más miseria y hambre para nuestros países, mayor saqueo de los recursos naturales. El pueblo colombiano, y los trabajadores sobre todo, están luchando contra el modelo neoliberal, factores que están retroalimentando el conflicto colombiano. Es por eso que no sólo es necesario detener instrumentos tan funestos como la aplicación del TLC o la aplicación del modelo neoliberal, sino profundizar la democracia.
Es que el gran problema con Uribe es que él ha creído que la paz se logrará en Colombia restringiendo la democracia y fortaleciendo la confrontación armada. Desde nuestro ángulo nosotros pensamos lo contrario, la guerra se resuelve en Colombia mediante soluciones políticas y fortaleciendo la democracia, la capacidad del pueblo colombiano de participar en las decisiones, sin limitaciones, sin fraude y sin tantas cortapisas a las libertades publicas y democráticas. Esa es la diferencia entre la concepción «uribista» y la concepción popular. Él cree en el autoritarismo, nosotros creemos en las libertades y la democracia.
FG: Sin embargo existe una paradoja, ya que cuando hablamos de la Unión Europea, en su mayoría sus gobiernos implementan el neoliberalismo, ¿cómo estos gobiernos van a poder facilitar la resolución del conflicto colombiano?
CL: Es que nuestro llamado va más allá de los gobiernos de la Unión Europea, va al pueblo europeo; a sus organizaciones de la izquierda o de las izquierdas como dicen los españoles, al movimiento sindical y popular, a los sectores democráticos de estos países. De los gobiernos esperamos, naturalmente, que nos acompañen en las salidas políticas. Esto es lo positivo que ha habido por parte de algunos gobiernos europeos, ya que mas allá de su posición de derecha o incluso neoliberal, por lo menos están planteando salidas civilistas, no por la vía de la guerra, es decir no están respaldado la guerra. En eso Uribe sólo recibe el apoyo del gobierno de los EEUU, en general los gobiernos europeos se han pronunciado por un diálogo, una solución política. Qué tipo de solución, qué tipo de diálogo, ese es le problema que tenemos que resolver los colombianos. Es obvio que, a lo mejor los gobiernos europeos no van a coincidir con nosotros en la profundidad y el significado que deben tener esas reformas. Ellos tal vez creen que la solución política es relativamente más fácil y en defensa de los intereses de las clase dominante colombiana, pero nosotros esperamos que ellos sigan acompañando la posición de salidas civilistas y de condena a la guerra. Eso es importante y nos ha ayudado, pero no implica por supuesto que los gobiernos europeos sean solidarios con las luchas de nuestro pueblo por la transformación política y social.
Transcripción: Rocío Gajardo F.
* Franck Gaudichaud es Doctor en Ciencias Políticas, miembro del colectivo de información alternativa Rebelión (www.rebelion.org) y del comité de redacción de la revista Dissidences (www.dissidences.net)