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La honda de David

Fuentes: Rebelión

A Patricio Montesinos   Yo también lo escuchéi. Sentí clarita la voz de José Martí diciendo: «Viví en el monstruo y le conozco las entrañas: mi honda es la de Davidii«, mientras el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, le rendía tributo en la Plaza de la Revolución de La Habana, bajo las atónitas […]

A Patricio Montesinos

 

Yo también lo escuchéi. Sentí clarita la voz de José Martí diciendo: «Viví en el monstruo y le conozco las entrañas: mi honda es la de Davidii«, mientras el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, le rendía tributo en la Plaza de la Revolución de La Habana, bajo las atónitas miradas de Camilo y el Che.

Sonreí, cómplice y contenta, cuando la mano francaiii de los cubanos le entregó ¡un ramo completo de rosas blancas! a la primera Primera Dama negra de la historia de su país, y aplaudí el valiente gesto de su esposo, de llegar a la isla en son de paz, ochenta y ocho años después de que lo hiciera el último gobernante estadounidense.

Celebré que el presidente Obama defendiera el derecho de los cubanos a decidir su destino. Que reconociera los extraordinarios avances de la Revolución en los campos de la cultura y la salud para todos. Que tuviera el coraje de admitir el fracaso estrepitoso del inhumano e ilegal bloqueo impuesto y mantenido por sus antecesores (me hubiera gustado más, que pidiera perdón por los cincuenta años de agresiones que le costaron a Cuba miles de vidas y millones de dólares). Me sorprendió que evadiera el tema de la devolución de la base de Guantánamo. Me molestó que pretendiera enseñarle al aguerrido pueblo de Fidel que «Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y hablar sin hipocresíaiv«, desconociendo que los niños cubanos estudian en la primaria ese texto martiano que habla de los próceres de la independencia nuestroamericana; y ocultando el hecho de que los cubanos ejercen a cabalidad ese y todos los derechos que, en cambio, les son negados a los ciudadanos de segunda clase en el país del Tío Sam.

Fue entonces que escuché aquel zumbido, a manera de advertencia. Lo oí crecer, en medio de los aplausos. Multiplicarse. Salir del Teatro Alicia Alonso. Desparramarse por el diamante de béisbol del estadio Latinoamericano. Inundar la isla entera.

Eran ya cientos, miles, millones de zumbidos que se esparcían por el aire, cuando el Air Force One remontó vuelo. Por la ventanilla del avión, las chicas Obama se asomaron y pudieron ver aquel enjambre de hombres y mujeres libres. Iban cantando la «Guantanamera» a voz en cuello, con los bellos versos de José Martí.

Aquella alegre muchedumbre portaba canastas rebosantes de rosas blancas. Y en las manos, zumbando, la martiana honda de David.

Notas:

i Respuesta a Patricio Montesinos, «Martí, a Obama», Nuestra Bandera, Blog de Patricio, Rebelión. 21 de marzo, 2016. https://nuestrabandera.lamula.pe/2016/03/21/marti-a-obama/nuestrabandera/ https://montesinos2010blog. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210265

ii José Martí, Carta a Manuel Mercado, Campamento de D os Ríos, 18 de mayo de 1895.

iii José Martí, «Cultivo una rosa blanca» en Versos Sencillos, 1891.

iv José Martí, «Tres héroes» en La edad de oro, 188

Marcela Pérez Silva es Embajadora de Nicaragua en Perú

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.