Pocas personas son capaces de recordar una huelga de más de seis meses en nuestro territorio. Una huelga para dignificar un servicio público cuya responsabilidad recae en la Diputación de Gipuzkoa. Me refiero a la huelga que mantienen los trabajadores y trabajadoras del servicio de mantenimiento de carreteras en Gipuzkoa. El hecho no es muy […]
Pocas personas son capaces de recordar una huelga de más de seis meses en nuestro territorio. Una huelga para dignificar un servicio público cuya responsabilidad recae en la Diputación de Gipuzkoa. Me refiero a la huelga que mantienen los trabajadores y trabajadoras del servicio de mantenimiento de carreteras en Gipuzkoa.
El hecho no es muy común. El pasado mes de marzo, tres plantillas diferentes de tres Uniones Temporales de Empresa (UTEs), se unieron y se declararon en huelga indefinida ante el deterioro de sus condiciones laborales en su trabajo. Seis años de congelaciones, la merma de las condiciones de trabajo y el aumento de la peligrosidad -los trabajos que se realizan a escasos dos metros de vehículos que circulan a 120 km/hora- han llevado a cerca de cien trabajadores y trabajadoras a protagonizar una larga huelga.
Antes de comenzar la huelga y ante el ninguneo de las empresas, solicitamos una reunión con los máximos dirigentes del ramo de Diputación. En ella nos trasladaron su comprensión hacia nuestras reivindicaciones, ya que las adjudicaciones (que calificaron de perversas) les daba poco margen para a las empresas para atender nuestras reivindicaciones. Aún siendo un servicio subcontratado, la Diputación asumía su responsabilidad como servicio público. Esta reunión cambio el enfoque de la huelga. Quien contrata el servicio nos trasladaba que la solución no estaba en el seno de las empresas sino en el suyo propio.
Han pasado ya seis meses y la situación es impresentable. Diputación no asume sus propias palabras. Es más, trabaja denonadamente para invisibilizar el conflicto, mientras que las y los trabajadores en huelga luchan con tesón para dan a conocer su situación a la sociedad guipuzcoana. Concentraciones, manifestaciones, caravanas de coches, recorridos en bicicleta, encarteladas, reparto de boletines y buzoneos son muestra de esta actividad. Han colocado cientos de pancartas por todo Gipuzkoa que, por cierto, son rápidamente eliminadas con la connivencia de los responsables de la Diputación. «Por cada una que se quite, colocaremos diez» es su lema. La convicción de que tienen la razón de su parte y el reconocimiento colectivo de gente que hasta hace unos meses ni se conocía hace que cada día estén más fuertes. Las empresas, por su parte, actúan como meros espectadores a la espera de las decisiones que adopte el ente foral. A la última reunión, convocada por el Departamento de Trabajo del Gobierno Vasco, Diputación ni siquiera se dignó acudir. El incumplimiento por parte de las empresas de los servicios mínimos es diario.
Y en esto nos acercamos a octubre. El conflicto va a tomar otra dimensión a partir de ahora. Hay más UTEs de mantenimiento de carretera en Gipuzkoa a punto de estallar. Creemos que el final de este conflicto es sencillo. Sólo hace falta voluntad política.
Diputación pidió hace 4 meses una hipótesis de solución poniendo algunas premisas. Tiene en sus manos una propuesta para poner fin al conflicto y no han contestado. Ha pasado de la asunción de responsabilidad al desprecio más absoluto por trabajadoras y trabajadores precarios, que luchan por su dignidad y la del servicio. Mientras tanto, hoy desconocemos cuánto le ésta abonando a la empresas mientras estamos de huelga. Incluso podría ser que estén ganando más dinero en la huelga…
Al Diputado General, Markel Olano no le hemos escuchado una palabra en relación a la huelga más larga de Euskadi, y todo parece indicar que no le importa lo que les pueda suceder a estos trabajadores y trabajadoras, ni tampoco la calidad de un servicio vital para la ciudadanía guipuzcoana.
Luis Fernández es responsable de la federación de industria y construcción del sindicato ELA
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