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La huelga o la resignación

Fuentes: Escuela

Empieza un año laboral y educativo difícil por la crisis, el ataque a las conquistas sociales y la reducción del gasto público. La crisis no remite: en agosto subió el paro en 60.000 personas y los recortes de la inversión pública auguran la pérdida de cerca de medio millón de empleos. Mientras, seguimos al dictado […]

Empieza un año laboral y educativo difícil por la crisis, el ataque a las conquistas sociales y la reducción del gasto público. La crisis no remite: en agosto subió el paro en 60.000 personas y los recortes de la inversión pública auguran la pérdida de cerca de medio millón de empleos. Mientras, seguimos al dictado de Alemania, aplicando ajustes neoliberales para reducir el défi cit en vez de apostar por el empleo. Es tan descabellada esta política que Obama ha decidido aplicar medidas neokeynesianas e invertir 50.000 millones de dólares para reactivar su economía y evitar la depresión.

En España, cuando hay cinco millones de parados, se aprueba una reforma laboral para despedir de forma más fácil y más barata en las empresas con pérdidas, con previsión de tenerlas o con caída de los ingresos; sin abordar la reducción de la precariedad. Y se anuncia una reforma de las pensiones que sube la jubilación a los 67 años y amplía el período de cómputo a 20 años: reducen derechos y cuantías de las pensiones para engordar el negocio de los planes privados.

Ante estas agresiones los sindicatos han convocado Huelga General para el 29-S que habrá que seguir porque está en juego el estado de bienestar, el derecho del trabajo y el grado de civilización de esta sociedad.

Para el profesorado tiene un triple valor esta huelga. Para responder a un brutal ajuste salarial (del orden del 11%, me decía Juan Francisco Martín Seco, entre el decretazo, la congelación del año próximo y la subida del IVA), al inminente riesgo de que se pierda el derecho a la jubilación a los 60 años y al recorte de gasto educativo en los PGE de 2011 y en las comunidades autónomas. Qué error, no saben que lo que no se invierta en educación aumentará el fracaso escolar y acabará gastándose en seguridad, cárceles, royalties, prestaciones y ayudas sociales.

Abundan los argumentos para ir a al huelga, pero también sobra resignación. Claro que escuecen los descuentos, pero nosotros elegimos. Como hacen los griegos e italianos y, especialmente, los franceses que siempre nos dan ejemplo de conciencia ciudadana. La huelga es un derecho y, para no ser sumisos y poder cambiar las cosas, una necesidad.

Agustín Moreno es profesor de Secundaria

Fuente: Revista ESCUELA Núm. 3.875, septiembre de 2010

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.