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La Iglesia española y el perdón

Fuentes: Izaronews

A principios de los años 60 se publicaron en España una treintena de cartas que habían sido escritas por soldados del ejército alemán desde Stalingrado [1]. Estas cartas, cuyo destino eran mujeres, padres, hijos o novias, sintetizan bien la opinión de muchos soldados y oficiales alemanes sobre la guerra, Hitler y demás atrocidades. Las cartas […]

A principios de los años 60 se publicaron en España una treintena de cartas que habían sido escritas por soldados del ejército alemán desde Stalingrado [1]. Estas cartas, cuyo destino eran mujeres, padres, hijos o novias, sintetizan bien la opinión de muchos soldados y oficiales alemanes sobre la guerra, Hitler y demás atrocidades. Las cartas nunca llegaron a su destino, las SS las interceptó, borró sus señas de identidad y se guardaron durante más de veinte años en un archivo de Postdam.

Hoy son un documento poco conocido, pero que nos da la clave de la humanidad; nos hace reflexionar sobre la naturaleza de los verdugos o incluso, hasta qué punto, muchos verdugos son tan desdichados como sus propias víctimas. Una vez releídas estas cartas en una publicación reciente me pregunto, ¿había hombres buenos entre los que lucían una svástica en su uniforme? La duda es sana, veces es un vehículo para la libertad. No es buena la historia maniquea, en la que los malos son siempre los mismo. La realidad suele ser muy distinta.

Sugiero interpretar los hechos a través del mito de Saturno. La bestia devorando a sus propios hijos es la imagen del cuadro de Goya que me ha venido a la memoria tras leer estas cartas de Stalingrado. Luego, al poner la TV me encuentro con la beatificación de casi 500 mártires de la Iglesia. Cientos de fotografías en blanco y negro hacen de la plaza de San Pedro una especie de mosaico de guerreros de la Santa Alianza. Vuelvo a pensar en Saturno, despedazando a sus propios hijos. Y sigo pensando, ¿hubo algún hombre o alguna mujer digno de la santidad o la beatitud entre los muchos que defendieron la II República española? ¿Cómo es que entre estos 498 no había ningún mártir de las cárceles y las ejecuciones de la dictadura franquista entre 1936 y 1975? El ejército sublevado asesinó sacerdotes e incluso habilitó una cárcel para religiosos en Zamora, pero ninguno de estos ha merecido el recuerdo.

La triste sorpresa para un cristiano es pensar que la Iglesia siga siendo, con mayor o menor sutileza, compañera incondicional de la dictadura, que continúe alineada con los mismos. Ante la actual encrucijada de recuerdos, supongo que en el corazón de muchos cristianos habrá surgido la inquietud -si no el desasosiego- de saber cuándo va a pedir perdón la Iglesia Católica por haber sido consejera y apoyo inestimable para la dictadura de Franco. En una palabra, cuándo la Iglesia Católica va a condenar y va a pedir perdón por la alianza con los militares golpistas, la dictadura, cuándo va a ser calificada esta relación como un antitestimonio histórico.

Me viene ahora a la memoria la fotografía del Primado de España levantando el brazo para hacer el saludo fascista junto a toda una corte de generales golpistas y sanguinarios, o las imágenes de Franco bajo palio. ¿Cómo es que la Iglesia de Cristo, la del quinto mandamiento, la de la paz, la Iglesia del Amor y del perdón, se retrata jubilosa junto a estos caciques de la guerra? Y aún más, ¿Cómo es que trascurrido el tiempo suficiente para la reflexión, no es capaz de efectuar el testimonio de pedir perdón? ¿Cuándo? ¿Se imagina alguien a Cristo regocijándose junto a unos generales romanos tras la victoria ante el pueblo judío?

[1] Las últimas cartas de Stalingrado, Destino, Barcelona, 1963. Recientemente Anthony Beevor ha republicado estos mismos documentos en la editorial Península, 2007. En 2001 la compañía Ekilibrio Teatro estrenó un espectáculo inspirado en estas cartas cuyo título fue Stalingrado.