Juan Carlos de Borbón fue elegido el pasado martes «Español de la Historia» en una votación organizada por Antena 3. No tengo gran cosa que decir de Juan Carlos de Borbón que no haya escrito ya en anteriores ocasiones. Lo que me llama la atención de la noticia es lo que parece revelar sobre la […]
Juan Carlos de Borbón fue elegido el pasado martes «Español de la Historia» en una votación organizada por Antena 3.
No tengo gran cosa que decir de Juan Carlos de Borbón que no haya escrito ya en anteriores ocasiones.
Lo que me llama la atención de la noticia es lo que parece revelar sobre la disposición mental del sector activo de la audiencia de esa cadena de televisión.
Para empezar, está el hecho de que tanta gente se preste a participar en una votación como ésa, que no pasa de ser un absurdo. Un absurdo que, por no tener valor, ni siquiera lo tiene estadístico.
Pero demos al asunto un par de vueltas más.
Se supone que, cuando te hablan de «el español de la Historia», quieren decir «el español más importante de la Historia». Pero, más importante ¿en qué sentido? ¿Por lo que se propuso hacer y logró o por lo que logró sin proponérselo? En mi criterio (que es discutible, como todos, pero fácilmente defendible), Juan Carlos de Borbón lo único que se ha propuesto con verdadera determinación en su vida -una vez descartadas las regatas de vela y las conquistas de faldas- es llegar a ser rey y mantenerse en el cargo.
¿Le convierte ese empeño en el mejor de todos los españoles a lo largo de todos los tiempos?
De ser así, qué bien para él y qué enorme pena para todos los demás españoles. Entre otros, para algunos de sus antecesores en la realeza, como Felipe II, que alguna cosilla sí que hicieron, aunque no menos discutible.
Otro aspecto curioso de la votación de referencia es que en el ranking de mejores españoles de la Historia figuren en lugar destacado Sofía de Grecia y Grecia -a la que cada cual tiene derecho a considerar todo lo española que le dé la gana, pero que no se llama «de Grecia y Grecia» por casualidad- y Cristóbal Colón, quien, mientras no se demuestre lo contrario, parece que fue genovés. Yo, crítico como soy con la Ley de Extranjería, no me opongo a considerar español a todo quisque, faltaría más, pero supongo que, en aplicación de criterios parejos, los votantes de Antena 3 estarán también dispuestos a que se nombre a Pablo Picasso «Francés de la Historia». Y a Francisco Azpilikueta, más conocido como San Francisco de Javier, «Japonés de la Historia». Y en este plan.
Una vez salvadas mis salvedades sobre adscripciones patrióticas y demás, me pregunto qué respondería yo si me interrogaran sobre algo semejante y considerara conveniente contestar. (Avanzo que todos los años me piden que señale quiénes son en mi criterio «los españoles más influyentes del año» para la elaboración de una lista de ésas, y que nunca tengo fuerzas para responder, porque me siento incapaz de fijar un medidor de influencia: no sé qué es eso, ni cómo puede evaluarse.)
¿»El Español de la Historia»? ¿Así, con todas esas mayúsculas?
Vuelvo a objetar: ¿en lo de «español» se incluye «española»?
De ser así, mi respuesta (interesada, como todas) se vuelve fácil, y hasta es muy probable que os la expliquéis. La persona que me parece más importante de toda la Historia, irundarra, vasca, española y universal, es mi madre.