Anna Gabriel Sabaté (1975, Sallent) ha tenido diversas responsabilidades durante su joven y amplio recorrido militante: participó en la organización del primer Correllengua, forma parte del colectivo Terra i Lliberta desde su fundación, ha sido concejala y secretaria general de las CUP, fue la portavoz de la campaña ‘Independencia per canviar-ho tot’… Hoy en día […]
Anna Gabriel Sabaté (1975, Sallent) ha tenido diversas responsabilidades durante su joven y amplio recorrido militante: participó en la organización del primer Correllengua, forma parte del colectivo Terra i Lliberta desde su fundación, ha sido concejala y secretaria general de las CUP, fue la portavoz de la campaña ‘Independencia per canviar-ho tot’… Hoy en día trabaja como coordinadora del grupo de las CUP en el Parlament. Habla sin tapujos y con un acento libertario no muy común.
¿Qué es lo mejor que os ha dejado el proceso del Principat de Catalunya?
Estar en los momentos importantes, en las movilizaciones y debates centrales, en los que se permite poder hablar realmente, por primera vez en mucho tiempo, sobre el país que quieres, en toda su magnitud, no solo sobre el aspecto territorial. Con un aprendizaje acumulado en vivir las tensiones que comporta un momento histórico así, aprendiendo cómo de fuerte pueden ser los adversarios, porque acostumbran a ser más de uno. Ojalá fuera sólo uno.
¿Por la mañana a hostias con la policía y a la tarde cogidos de la mano con el conseller de Interior?
Nosotras nunca hemos confluido ni con el consejero ni con su partido político. Nosotras con ERC, Iniciativa y CiU compartimos, a priori, un mismo objetivo: hacer posible que la población catalana pueda expresarse en el marco del derecho a decidir. Ese objetivo es compartido, pero la unidad no existe en abstracto. No es una unidad per se, acrítica. Mantenemos nuestra crítica, denuncia, combatividad y protesta. No hubiera sido posible de otra manera.
El mismo día podíamos estar en la ponencia de la Ley de Consultas, trabajando mano a mano para articular el texto que hiciera posible la convocatoria de la consulta y por la tarde podíamos estar en una manifestación contra las pelotas de goma de la Policía. Ésa es la cotidianidad en estos tiempos.
Habéis entrado por primera vez en el Parlament. ¿Eso da por zanjado el debate de la participación electoral?
Es recomendable que exista el debate en cada comicio, que se analice bien la situación, el contexto, las fuerzas y, sobre todo, con qué intención se va a esas elecciones. Es evidente que ésta es una opinión que otros compañeros no comparten, porque entienden que se dan las condiciones para pensar que en un medio y largo plazo va a seguir teniendo sentido presentarse. Aunque sea para acabar decidiendo que sí, porque una mayoría lo tiene claro, es igualmente recomendable que se dé el debate.
Movimiento popular y poder institucional. Dos patas de una misma mesa, pero ¿quién pone el menú encima de ella?
El menú lo tiene que elaborar siempre el movimiento popular porque la representación institucional tiene que ser una expresión de ello y no al revés. Nuestra apuesta institucional es para representar a nadie más que a la gente organizada. A nosotras nos representan los indignados, nosotras no los vamos a representar a ellos. Ésa es nuestra lógica. Cuando, por ejemplo, estamos en los debates de la Comisión de Interior, en la comisión que aprobó finalmente la supresión de las pelotas de goma en los Mossos de Escuadra, nuestras intervenciones, apuestas y conclusiones las crearon las entidades que trabajan en el campo antirrepresivo. No elaboramos nada si el discurso y el debate ya están dados; nosotros lo volcamos al interior de la institución. Éste debe ser el engranaje, porque en el momento que deje de serlo ya no entendería lo que hacen los representantes, a quien representan ni a quien dan voz.
¿Quién es el sujeto del cambio?
Hay formaciones políticas que entienden que la independencia será con CiU. Otras decimos que al revés, que la independencia sólo es posible sin CiU. No porque CiU sea un problema como partido político, sino por lo que simboliza: los intereses de las oligarquías, de una burguesía propia y de una determinada concepción de la identidad y de la cultura catalana que ha olvidado al conjunto del país. Se acuerdan de la sardana, pero olvidan que lo nuestro también es la jota. Sería más inteligente articular un sujeto de cambio que mirara hacia la mayoría de la población, que son las clases populares, la clase trabajadora.
El debate del frente patriótico comporta este tipo de tensión. Pensar que porque la élite, la burguesía tiene más poder y más medios, con ellos llegarás antes al marco propio. La historia nos ha enseñado qué papel han tenido en los momentos cruciales, y por eso algunas de nosotras nos sentimos más herederas de la CNT de los años 30, que ya en ese momento apostaba por el marco nacional, y no de otras formaciones.
¿El cambio será feminista o no será?
Las compañeras feministas siempre lo dicen: «Siempre se deja el feminismo para el día después». El último eslabón. La guinda del pastel. Y más que guinda es el ingrediente básico e imprescindible. Tenemos mucho que hacer en ese camino no sólo por un tema de visualización de las compañeras al mismo nivel que los compañeros. Eso es el mínimo. Necesitamos la aportación de una cosmovisión del mundo desde la lógica de la exclusión, que es la que vivimos las mujeres desde la perspectiva de género. La perspectiva que te da el vivir en un cuerpo que se acompaña de castigos y no de privilegios tiene que ser el motor de cambio. Pero, bueno, existe la lógica de jerarquizar objetivos y luchas. Hay quien se siente cómodo en «primero conquistamos el Estado y luego ya veremos en qué modelo socioeconómico nos movemos». En esa lógica, lo del feminismo está para el final del final, y así nos ha ido.
El cambio de sistema patriarcal se dará si las mujeres tienen claro que tienen que estar, y fuerzan estar, en los sitios de responsabilidad. Hay gente muy crítica con las leyes que plantean paridades. Yo soy ferviente defensora de eso. No porque crea que es la solución, pero necesitamos de instrumentos que nos obliguen a hacernos lugar. El patriarcado se construye con nuestra exclusión, así que no vamos a esperar de él que nos haga huecos de participación.
La CUP aparece como una de las referencias en el debate de la municipalidad.
El municipalismo de la CUP es una experiencia algo particular. No es única, ni por supuesto la mejor. La particularidad es que la CUP nace desde ahí mismo. Nuestra primera apuesta fue la municipalista y durante mucho tiempo la única realidad que existió fue la municipal. Por lo tanto la militancia está enraizada en una lógica local que requiere un conocimiento del entorno muy preciso, una capacidad de analizar el municipio, sus retos, debilidades, potencialidades… la fotografía de su realidad.
Si tuviera que dibujar una red del municipalismo combativo de los Paisos Catalans haría un mapa no sólo de los núcleos de CUP, ni tan solo desde los sitios donde hay electos de la CUP, sino un mapa de todas las experiencias que trabajan en lógica local y de transformación del municipio, abarcando desde cooperativas, casales, ateneos, organizaciones juveniles, de recuperación de cultura popular y de defensa del territorio, etc. Eso sería el municipalismo en Catalunya. Ponemos el énfasis en esas expresiones de auto-organización, de asociación, de construcción de la unidad popular. Eso mantiene vivo el tensor, en un sentido positivo, entre la institución y la calle; entre el papel de los electos y el de tantos otros militantes que están fuera de las instituciones. De hecho los electos siempre son muchísimos menos que la gente que esta fuera. Aunque sólo sea por eso, ya queda clara la dimensión de donde tiene que ponerse el acento de tu práctica política.
«Madrid, como modelo de ciudad, es un atentado terrorista», me comentó una vez una compañera castellana. ¿Y Barcelona?
Claro. Justamente el análisis de las compañeras de la CUP de Barcelona va en esa dirección. Barcelona no es comparable con ninguna otra ciudad catalana por muchos motivos: la densidad poblacional, la estructura económica, los agentes que operan en ella, etc. Hay dinámicas muy fuertes más allá del Ayuntamiento, creadas por los agentes económicos, políticos, lobbies, mafiosos que operan en la ciudad. Podría poner ejemplos concretos: ¿Qué hago con el lobby turístico? ¿Cómo gestiono el puerto de Barcelona? ¿Qué hago con los Mossos de Escuadra? ¿Qué hago con los 40.000 turistas que llegan en barcos todos los fines de semana, inundan el paso de Gracia y compran en tiendas de lujo? Eso son palabras mayores. Nosotras no tenemos fuerza para revertirlo y la ciudadanía de Barcelona tampoco. Una cosa es ser crítico y otra es que tengas los instrumentos suficientes para hacerle frente. Es muy significativo el caso de una concejala con responsabilidades de urbanismo en Ciutat Vella, en el Casco Viejo. Tuvo amenazas, seguimientos y robos sospechosos de su ordenador particular. Acabó dimitiendo. Ella había intentado hacer frente a las mafias que operaban en Ciutat Vella alrededor de las licencias urbanísticas para apartamentos turísticos. Eso le paso a una compañera que trabajaba bajo las siglas del partido socialista hace muy poco tiempo. ¿Qué nos podría pasar a nosotras, militantes de la izquierda independentista, intentando combatir eso? Me lo puedo imaginar…
Queremos articular unas bases importantes en los barrios, porque Barcelona sigue siendo, a pesar de todo, una ciudad donde los barrios tienen una identidad y una forma de funcionamiento fuera de la lógica clásica de una metrópolis.
El caso de Guanyem en Barcelona (Barcelona en Comú) ha vuelto a abrir el eterno debate de la confluencia de las ‘izquierdas’.
A las personas que somos militantes, a las que no entendemos una forma de estar en este mundo que no sea el de trabajar en los espacios colectivos, nos alegra muchísimo que haya más gente apostando por la incidencia colectiva. En ese sentido Guanyem es una experiencia política que justamente pone el énfasis en sumar a la participación política ciudadanía que hasta ahora no estaba organizada, especialmente concienciada o politizada. Esa apuesta es interesante de por sí.
En este contexto de crisis del sistema democrático burgués son bienvenidas las opciones que contribuyen a romper los consensos que venían de la Transición. Precisamente por ello apostamos para que en ese espacio político no estuvieran los que apostaron por ese marco de transición. Iniciativa per Catalunya en el caso concreto de Barcelona ha sido responsable del Gobierno municipal por más de 30 años. En su medida, son responsables directos en la gestión de la marca Barcelona, de evocar la ciudad al turismo, de unas políticas de gentrificación muy peligrosas, de políticas de expulsión de la gente humilde y de un largo etcétera de políticas que criticamos. Nosotros preferimos que Iniciativa no estuviera en Guanyem. Lo hemos dicho públicamente. Hay quien lo ha entendido y hay quien nos ha tildado de sectarios, de no saber confluir porque el momento de emergencia social actual requiere, según ellos, ser generosos. No puedes pedir generosidad en dosis iguales a gestores de instituciones públicas que un movimiento de activistas que viene de la calle y de la marginalidad política. Iniciativa está encantada de estar en Guanyem, con una cabeza de lista como Ada Colau, una persona referente por el combate por la vivienda. Una lucha central en estos últimos años. Creo que les hubiera ido bien hacer una revisión y así, de aquí a unos años, quizás tendríamos una Iniciativa con un proceso interno de debate interesante. Ahora se lo hemos puesto muy fácil para que sigan teniendo representación.
No quiero banalizar en el análisis. Las razones de Guanyem también están bien argumentadas. Tienen a mucha gente de mucha valía. Nos conocemos con muchos de ellos desde hace mucho tiempo. Hay mucha gente que me merece muchísimo respeto. Me alegraré si nos equivocamos y vemos que realmente Guanyem irrumpe en el Ayuntamiento de Barcelona como una fuerza de ruptura en todos los sentidos, si hace una apuesta clara por el derecho de autodeterminación en un ayuntamiento clave, si es capaz de acabar con todas las mafias de la ciudad, si da respuesta a la emergencia social. Tras decidir que no nos presentaremos juntos, me gustaría pensar que voy a tener que rectificar. Eso querría decir que el Ayuntamiento de la capital catalana está gobernado por gente con ganas de cambiarlo todo.
«En el mejor de los casos, uno de los cuatro territorios de los Països Catalans conseguirá un estado que repetirá las mismas estructuras de poder actuales». ¿Estás de acuerdo con esta frase?
Muchas de nosotras seríamos un poco más felices en un Estado como el que tenemos, pero propio. Hay gente posibilista en ese sentido y la ilusión le mueve a decir: «Seguiremos teniendo una burguesía, seguiremos teniendo que militar, pero será en un marco propio». Visto así puede estar revestido de razón, pero tenemos el deber de tener una mirada internacionalista en nuestra acción política y ser conscientes de lo que supone el sistema capitalista en el resto del planeta.
El capitalismo reserva para determinadas zonas hambre, muerte, destrucción, guerras y fosas comunes. Ante esa situación no puedes conformarte con un marco nacional propio, no puedes olvidarte de la gente que está muriendo para que tú vivas «bien». Perder esa mirada internacionalista me parecería una posición egoísta, culturo-céntrica y dotada de un identitarismo que nunca ha representado a nuestro independentismo. No somos independentistas porque los catalanes seamos mejores que nadie, ni porque mi familia estaba ya en mi casa en el siglo XV. La mayoría somos mestizos y venimos de familias nacidas en el resto del Estado español. Somos independentistas porque entendemos que la confrontación con el Estado español es de calado democrático, porque el Estado español no respeta los mínimos democráticos. Esta visión te aleja de posiciones identitarias y te sitúa en lógicas de fraternidad.
Sois la única fuerza que planteáis en las elecciones la salida de la Unión Europea. ¿Hay alternativa?
Cuando decimos que hay vida fuera de la Unión Europea, del euro, de la OTAN y, por lo tanto, fuera del sistema capitalista, sabemos que de momento nadie los ha conseguido en el cono norte y en el paradigma continental europeo. Por lo tanto, lo decimos con respeto, pero con la convicción de que puede ser posible y así lo planteamos dentro del proceso.
Nosotras por si solas no somos capaces de dibujar una salida del euro o de la UE, pero sabemos que hay gente en nuestro país que trabaja en ese ámbito. Ellas deben ser nuestras compañeras de viaje. Estamos trabajando con el Seminario de economía crítica Taifa; desde hace tiempo están releyendo el marxismo para actualizarlo y plantear una alternativa integral al capitalismo. Trabajamos también con la gente de la Plataforma por la Auditoria de la Deuda.
La voluntad de cambio debe regir aunque no tengamos cerrado el producto final. El capitalismo tampoco es un producto cerrado, ni mucho menos perfecto, ni podemos decir que funciona. Con lo cual no veo porque debemos tener una alternativa cerrada y que funcione antes de poderla implantar. Debemos ser rigurosos y ahondar en el conocimiento de cómo podría ser esa alternativa.
No reivindicamos vivir mejor nosotros, sino que todos vivamos mejor. Con lo que seguramente nos toca vivir distinto. Mayores dosis de austeridad -no desde la perspectiva de la Troika-, replanteamiento del papel de la propiedad privada y de la propiedad de los medios de producción, revisión de los modelos productivos… Pero huyendo de falsos virajes socialdemócratas que promueven que el destino del trabajador es poder acumular pequeñas propiedades. Ese no es el horizonte. El horizonte es poder ser dignos sabiendo que no somos responsables de la explotación de nadie.
El caso del 4F ha sacado los colores al modelo político, policial y carcelario actual y ha puesto en primer plano la necesidad del periodismo independiente.
Este tema desde la izquierda muchas veces se ha dejado a un lado: «De eso del periódico de contrainformación ya se encargaran los cuatro periodistas militantes, que como saben de eso ya articularan algo».
Me acuerdo cuando empezó la Directa -me parece que soy la subscriptora número 4, voy antes que David Fernandez (risas)-. No sabias si iba a ir bien o mal, pero sabíamos que se necesitaba. Al cabo de casi nueve años, mucha gente descubre la utilidad de la Directa por el caso de Ester Quintana -la compañera a quien los Mossos de Escuadra reventaron un ojo de un pelotazo-. Ahí tuvieron una subida de suscripciones importantes, y con el caso del 4F, vuelta a subir. Hay gente que descubre su utilidad en momentos puntuales pero la militancia debemos de tener clara su utilidad desde el minuto cero. O hay un cojín incondicional que sustenta los proyectos en sus buenos y malos momentos o será muy difícil.
Que el documental del 4F se emitiese finalmente en TV3, no se puede explicar sin el papel de la Directa. En el origen no está ni la pregunta parlamentaria, ni Twitter, eso pasa porque hay a gente dedicada al periodismo de investigación. Compañeros con muchísima capacidad de trabajo, con una concepción de la profesión ejemplar. Ellos y ellas nunca van a trabajar para otro medio de comunicación que no sea propio, independiente. Trabajan con un nivel de precariedad brutal. A esa gente le debemos muchísimo.
¿Y TV3?
El hecho de tener de una televisión pública en esta nueva etapa democrática en Catalunya ha tenido unos efectos evidentes. Es un modelo evidentemente mejorable y criticable, pero es una televisión integra en lengua catalana. Eso ya de por si es un hecho positivo. Esta televisión responde a las lógicas del poder dominante, pero aun así ofrece mucha más calidad informativa que otros medios.
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/global/26589-la-independencia-solo-es-posible-sin-ciu.html