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La insensibilidad hacia los animales domésticos

Fuentes: Rebelión

Un gran paso adelante, una victoria moral y una llamada de atención para poder erradicar ciertas prácticas injustas contra los animales.

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Acaba de entrar en vigor en nuestro país la ley que prohíbe tratar a los animales como si fueran “cosas” (con la única oposición de Vox, la derecha más salvaje y retrógrada), pasando a la dimensión de “seres sintientes”, lo cual les reconocerá determinados derechos (no podrán ser embargados, hipotecados, abandonados, maltratados o apartados de alguno de sus dueños, en los típicos procesos de separación o divorcio), mediante un nuevo régimen jurídico que ha modificado algunas leyes anteriores, para que sean coherentes con esta nueva situación. Ello supone evidentemente un gran paso adelante, una victoria moral y una llamada de atención para poder erradicar ciertas prácticas injustas contra los animales, como el hecho triste de que alrededor de 200.000 animales sean abandonados cada año en nuestro país. Bien, pero los avances recogidos en esta norma legal no son el fin de nada, sino justo lo contrario: el principio de un largo camino, cuya meta es alcanzar la sensibilidad y conceptualización que los animales se merecen, y que los humanos no les concedemos.

Y es que los humanos continuamos tratando a los animales, sobre todo a los domésticos, con absoluto desprecio. Sin ir más lejos, durante estas Fiestas Navideñas, y según estimaciones de la Fundación Affinity, más de 150.000 animales de compañía serán “regalados” (como si fueran un pantalón, un zapato o una muñeca) a los más pequeños de la casa, cuando además, en un porcentaje importante, estos animales no han sido solicitados, es decir, que sus padres se los “regalan por sorpresa”. Ello demuestra, como decíamos, una conceptualización sobre lo que implica la responsabilidad de hacerse compañero/a de un animal doméstico absolutamente distorsionada. No existe la educación necesaria (que debería provenir en primer lugar de la escuela y del entorno familiar) para comprender en toda su dimensión el compromiso que la tenencia de un animal de compañía representa, ante él y ante el resto de la sociedad.

Un compromiso que no implica únicamente satisfacerle las necesidades básicas de alimento, cobijo, protección, tratamiento de enfermedades y cumplimiento de la legislación vigente en cada lugar, sino que también abarca la obligación de cubrir el resto de necesidades que ellos, como seres vivos, tienen: juego, esparcimiento, compañía, atención, buen trato, amor…En definitiva, lo que pudiéramos denominar como una “tenencia responsable”, asumiendo, en primer lugar, que dicho animal crecerá, nos acompañará durante los próximos años, envejecerá y morirá, y somos responsables, al igual que con nuestros propios hijos, de proporcionarles la mejor vida posible. Una tenencia responsable que como decimos no se refiere solo a que seamos “buenos ciudadanos” y respetemos las normas que se refieren a ellos en nuestro entorno rural o urbano, sino que además los convirtamos también a ellos en buenos ciudadanos.

Todavía hoy, cientos de prácticas, costumbres y tradiciones continúan ejecutándose en nuestras ciudades y pueblos, y en nuestros hogares, que son absolutamente contrarias a la sensibilidad que los animales merecen, como por ejemplo la utilización de petardos, que provocan en ellos incontrolables ataques de pánico, dado su elevado umbral auditivo. Y por supuesto, nuestros entornos urbanos y rurales continúan sin estar realmente preparados para la convivencia plena entre animales domésticos y humanos, como por ejemplo en los aspectos que tienen que ver con el transporte público o con la existencia de parques públicos seguros dedicados a su paseo, juego y esparcimiento. ¿Quién fue primero, la gallina o el huevo? Esta pregunta intenta que reflexionemos sobre si los avances legales han de surgir de una previa educación ciudadana sobre el mundo y el bienestar animal, o si son las leyes las que han de concienciarnos sobre dichos asuntos. Sea como fuere, estamos aún muy lejos de alcanzar el grado de comprensión y sensibilidad hacia el mundo animal al que deberíamos aspirar.

De cara a los avances legales, y contemplando todo el mundo animal, estamos aún muy lejos de diseñar una completa Ley Integral de Protección y Bienestar Animal, que sería lo deseable para contemplar todos los aspectos que dicho problema necesita abordar, porque además de resolver muchos aspectos relativos a la “liberación animal” (en expresión de Peter Singer), cubriendo asuntos de tanta importancia como los relativos a la experimentación científica con animales, la utilización de animales para la dieta humana, o el maltrato al que se les somete en todo tipo de festejos populares, tampoco es esa la meta final, sino que también nos interesa avanzar en la consideración de los animales domésticos como ciudadanos de nuestro entorno, así como en el respeto a la soberanía de los animales salvajes. Estos conceptos de “ciudadanía” y “soberanía” han sido clásicamente utilizados únicamente para los contextos humanos, pero estamos convencidos de que también deben referirse al mundo animal. Largo camino, aún, el que nos queda por recorrer.

(Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es)

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