Recomiendo:
0

La interrelación dialéctica de la forma de lucha por el poder como forma de poder

Fuentes: Rebelión

III Conferencia Internacional «La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI». Mayo 3 de 2006. Palacio de las Convenciones, La Habana, Cuba.

Quisiera agradecer a la organización que me permite expresar unas ideas y a los que tienen la paciencia de oírlas. Ideas que desde los limitados datos que se disponen, pueden que no se ajusten a la realidad y por ello puedan molestar alguna sensibilidad, por lo que ruego disculpen si alguien se sintiera molesto por ello. Nada más alejado el intentar molestar a los revolucionarios que nos acompañan. La única osadía que me anima ha realizarlo, aun consciente de caer en el ridículo, es pretender contribuir, con cada grano de arena dialéctica que se aporta en este debate, a construir el gran edificio que nos albergue a todos los que soñamos con la utopía comunista.

Desde un intento de interpretación marxista y leninista de la lucha anticapitalista, y de poder alternativo proletario, entendemos que el socialismo es la fase de transición del capitalismo al comunismo. Fase, donde a pesar de haber tomado el poder las fuerzas populares, prevalecen o subyacen mecanismos de producción, consumo y conceptos morales del viejo sistema, que solo desaparecen en el proceso de consolidación del desarrollo económico y moral que el nuevo sistema va imponiendo.

Cuando en esta comisión se plantea el análisis de dos vías de lucha por el socialismo: por un lado la vía extraparlamentaria y por otro la vía parlamentaria, puede interpretarse que es posible dos vías como formas independientes de lucha política y de poder socialista, lo cual puede chocar con la visión marxista y leninista de la necesaria unidad dialéctica de la lucha popular alternativa y desde las instituciones burguesas, no pretendiendo perfeccionar estas instituciones, sino de instrumentalizarlas y utilizarlas como elementos de agitación y de denuncia de la falsa democracia burguesa. Lucha política coordinada desde ese medio y desde la organización paralela alternativa de lucha anticapitalista y de poder alternativo como son los movimientos sociales, y otras formas organizativas populares de tipo soviético, comunal o como queramos denominarlo, que cuando el desarrollo de esa confrontación permite derrotar al sistema capitalista y mandar al basurero de la historia a ese caduco Estado, es reemplazado por esa forma de Estado alternativo surgido por los trabajadores organizados ya como clase dominante. Una forma de democracia directa permanente, que ya, al contrario de la burguesa que se ejerce mediante el sufragio universal depositado por los ciudadanos a favor de la llamada clase política, los trabajadores organizados desde abajo hacia arriba, desde los centros de producción, estudio y convivencia de los trabajadores, (sin necesidad de los alejados parlamentos burgueses), donde los trabajadores dejan de ser sociedad civil, ya todos son clase política porque se ha roto con los mecanismos que permiten la sociedad dividida en clases sociales antagónicas, ya todos son ciudadanos políticos con derechos y sobre todo con una forma de poder que les posibilita ejercer esos derechos desde los lugares naturales donde cada trabajador labora o convive con los demás compañeros. Poderes legislativos, ejecutivos y judiciales locales, que se ejercen y coordinan horizontal y verticalmente hasta ascender a la cúspide del poder central. Coordinación horizontal por sectores productivos, educacionales, culturales, de convivencia local, que a su vez eligen sus delegados a los niveles superiores de poder productivo, educativo, gubernativo, etc., hasta llegar a la cúspide nacional o internacional cuando la revolución afecta a varios países. Una especie de Unión Europea, pero en vez de ser imperialista, es solidaria de los trabajadores y para los trabajadores europeos o intercontinental si la revolución adquiere ese carácter internacional. Con la gran diferencia, que además del carácter elitista que tiene esa unión burguesa, la unión popular desde abajo hacia arriba, esa forma de participación permite el control y la revocación permanente de los delegados elegidos a los niveles superiores de gestión. Cualquier trabajador que detecte cualquier anomalía en el medio laboral o barrial donde labora o convive, puede denunciar ante los demás compañeros cualquier problema y el conjunto de los trabajadores afectados decidir las medidas correctoras necesarias. ¿Es posible imaginar, de existir ese compromiso participativo desde los centros de producción, que los trabajadores «soviéticos» hubiesen permitido que sus empresas fuesen expropiadas y entregadas a manos capitalistas? Es evidente que los trabajadores no sentían como propias las fábricas, no participaban en el control y dirección del proceso productivo, su trabajo no era libre, sino trabajo enajenado, lo que les hacia sentirse ajenos a la empresa y a la propia revolución. Lo cual suscita las siguientes preguntas sobre el problema cubano denunciado por Fidel Castro, sobre las actuaciones antisociales derivadas de la situación especial: ¿Por qué trabajadores pueden robar tabaco o gasolina en las empresas, sin que los demás compañeros intervengan en el control de ese robo y denunciar al ladrón, adoptando ellos mismos las correspondientes acciones punitivas?. No es cuestión de acusar a este o aquel ministro por la falta de control, sino de posibilitar una estructura en la que los propios trabajadores sean los que controlan las malas acciones, a no ser que no se crea en los trabajadores y entonces si, medidas burocráticas de los mejores burócratas son las que se consideran y se imponen desde arriba para solucionar los problemas.

El pensamiento dominante, (sobre todo los que vivimos al otro lado del charco), se impone incluso en sectores que se consideran marxistas, aceptan las concepciones burguesas sobre el papel de los partidos y el papel secundario de las masas trabajadoras en el proceso de lucha política, en contra de la concepción marxista que asigna a ambos sectores, expuesta en el propio Manifiesto Comunista, donde no existen diferencias entre comunistas y los demás trabajadores, que no sea la comprensión que tienen los comunistas de la filosofía marxista. Se acepta como inmutable los conceptos sobre clase política y sociedad civil. Los llamados a ser elegidos y los llamados a depositar el poder en la clase política.

En los países del llamado mundo desarrollado donde el poder burgués de tradición centenaria, se ejerce desde la «democracia», fundamentalmente en la actual fase, gracias a los poderosos sistemas tecnológicos puestos en sus manos, sobre todo la TV que penetra en las chabolas más recónditas, permiten la alienación ideológica de la gran mayoría de los ciudadanos, no se salvan incluso muchos pretendidos revolucionarios, que aceptan el juego burgués y otros que rechazándolo de hecho también caen desde posiciones izquierdistas, sin comprender las posibilidades instrumentales de esos mecanismos políticos burgueses. Izquierdistas que fueron criticados por Lenin en su obra «La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo».

La falta de comprensión de la filosofía marxista y leninista desarrollada al actual momento político, impide a los partidos que se consideran marxistas ejercer el papel educador y dirigente que les corresponde para que el proceso revolucionario se desarrolle exitosamente. Habrá que repetirlo una vez más, «sin teoría revolucionaria es imposible la organización revolucionaria que posibilite el éxito del proceso revolucionario», sobre todo después de haber experimentado la caída del llamado Socialismo real, y el peligro interior denunciado por Fidel Castro que amenaza la revolución cubana. Toda estructura de poder basada o que no se desprenda de la burocracia dirigista está condenada al fracaso, solo el proletariado organizado como clase dominante de abajo hacia arriba, controlando y revocando puede garantizar el avance hacia el comunismo.

Si aceptamos que el sujeto histórico del proceso revolucionario corresponde protagonizarlo a las clases sociales explotadas y oprimidas por la oligarquía burguesa capitalista, corresponde a los comunistas facilitar los conocimientos y medios organizativos necesarios que favorezcan ese protagonismo. Favorecer que las formas espontáneas que siempre surgen desde las iniciativas de las masas oprimidas, se desarrollen, se fortalezcan en vez de que desaparezcan cuando los motivos que dieron lugar a su aparición, hayan desaparecido. Corresponde a los comunistas, aprovechar esas formas espontáneas que surgen y constituyen diversos movimientos sociales, dotarles de conciencia socialista. Corresponde a los comunistas, crear organización partidaria con células o comités dentro de esos movimientos de forma que puedan analizar con base objetiva la situación, los problemas e influir positivamente dentro de ellos con propuestas correctas sometidas a la aprobación del colectivo, sin pretender suplantarlos y querer imponer su organización partidaria sobre el colectivo. Lo mismo deben hacer en los centros de producción, y demás lugares donde laboran, de educación, ocio y cultura, crear organización celular partidaria que permita ejercer en esos centros de masas su influencia ideológica, política y organizativa alternativa. Siempre, habrá que insistir y repetirlo constantemente, sin suplantar la democracia directa y participativa de los no que no están organizados partidariamente. Incluso cuando el desarrollo de esa lucha permita la toma del poder. Al tomar los centros de producción y de servicios esa dinámica organizativa debe mantenerse y desarrollarse de forma que desde la nueva situación creada de verdadera democracia participativa, permita a los trabajadores con menos conciencia política el poder ir incorporándose de forma natural al proceso participativo.