La izquierda política existente tendría que tener una mayor conexión con la izquierda organizada existente que actualmente la constituyen los sindicatos confederales, que los podemos definir como «la única izquierda realmente existente»
En este momento especialmente grave de la situación política española nos preguntamos: ¿dónde está la izquierda?
Cuando hay un grave conflicto territorial, cuando la democracia se devalúa y hay una grave regresión en cuanto a las libertades colectivas, cuando la desigualdad parece instalada y en crecimiento, cuando la corrupción corroe al partido que gobierna el estado, cuando las fuerces independentistas desafían la legalidad y hacen un pulso al Estado, nos preguntamos: ¿Dónde está la izquierda?
No se entiende que en estos graves momentos para el conjunto de la sociedad, cuando la calle se llena de protestas la izquierda política parezca desaparecida en cuanto a iniciativas globales de cambio. Es realmente desastroso que la alternativa se plantee entre una derecha como el PP y una otra derecha como C,s que representa más de lo mismo o incluso peor en muchos aspectos. Mientras las izquierdas políticas existentes, PSOE y Unidos Podemos y sus confluencias, parecen desorientadas, confundidas, divididas entre ellas y dentro de ellas y dispuestas a perder unas elecciones trascendentales en el 2019.
El viejo PSOE parece colapsado en su división interna no superada. Toda la energía de la reelección de Pedro Sánchez ha sido malgastada. Su burocracia interna, sus «baronías» continúan intactas y el partido se ve incapaz de tener una estrategia clara de oposición y de arraigarse en los deseos de sus votantes, y con una nula influencia sindical.
¿Y que podemos decir de la en su día denominada «nueva política» de Podemos y el conjunto de sus confluencias?. Diluidas en sus luchas internas, con una carencia de estrategia clara, con una falta de democracia interna fruto de una organización queridamente horizontal que sólo sirve para el control de sus élites. Con su desconfianza de todo lo que sea estructurado como el movimiento sindical, mientras fomentan y defienden actuaciones movimentistas y espontaneistas con alternativas genéricas. No hay dudas a estas alturas que han producido en muchos sectores una fuerte decepción. Su principal victoria ha sido liquidar la casi totalidad de la tradicional izquierda alternativa. En estos momentos su principal referencia de conseguir un éxito en las elecciones del 2019 viene de la mano de una representante de la «vieja política de la izquierda de siempre» como Manuela Carmena en Madrid.
La izquierda en su conjunto es incapaz de plantear una respuesta fuerte y transversal a la problemática de Cataluña que rompa con los frentes de la derecha independentista y la derecha españolista, y hacer una propuesta fuerte en torno a una solución federal clara y explícita que es la única alternativa a una sociedad dividida por la mitad. Hace falta una solución que no está ni en el unilateralismo ni en la mera actuación judicial. Cómo muy bien resume Quim Brugué catedrático de Ciencia Política de la UAB «Hay que saber muy poco sobre democracia para pensar que esta se limita a la aplicación de las leyes. Al mismo nivel de ignorancia se encuentran aquellos que igualan voto con democracia». Ni incumplimiento de las leyes ni judicialización sin política. Es decir ni la política de los unilateralistas que vulneran las leyes en nombre de una supuesta democracia, ni carencia de política para solucionar los problemas como defienden el PP y C,s. Hace falta una alternativa que sólo puede darse desde una izquierda defensora del federalismo y la plurinacionalidad. Pero hasta ahora tanto el PSC (influido por el PSOE) como los Comunes sólo hacen que actuar a remolque de los dos bloques antagónicos.
Y mientras la regresión política continúa en todo el Estado. ¿Qué esperan los partidos de izquierda para derogar el artículo 573 del Código Penal?, este que teóricamente se acordó para combatir el terrorismo yihadista y que ahora se aplica de forma extensiva y que puede permitir acusar de terrorismo a simples movilizaciones sociales o expresiones públicas. Está en manos de la izquierda derogarlo y volver a su redacción anterior.
Y ya no hablamos de la regresión social y la corrupción. ¿Qué hacen en concreto los partidos de izquierda o los que se llaman de la nueva política para afrontar la actual situación?. ¿Qué planteamientos tienen para ofrecer a la ciudadanía una opción ilusionante que permita divisar una alternativa política real desde la izquierda que evite que la única alternativa frente a las políticas regresivas del PP sea la falsa alternativa de la derecha que representa C,s?
Hasta el momento parece que la única opción organizada representativa de la izquierda sea el movimiento sindical y en este sentido es muy loable la «Declaración de CCOO y UGT ante la nueva coyuntura catalana» del 11 de abril de 2018. En el punto final de la declaración, donde urge a una solución política para Cataluña muy estructurada, concluye: «conflicto catalán no puede capitalizar toda la atención ni en Cataluña ni en el conjunto de España hasta lo extremo de ocultar los problemas de las personas, como los salarios, las pensiones, la precariedad laboral, las políticas de igualdad o sociales o el restablecimiento de derechos. Ambas organizaciones insistimos al impulsar la agenda laboral y social y en colocar lo centro de la acción política y la concertación social los problemas económicos, sociales y laborales que aquejan en el país».
Esta tendría que ser la base de un programa de la izquierda: reforma fiscal; revocar la contrarreforma laboral del PP y potenciar la ocupación fija con salarios dignos; acuerdo de pensiones que garantice el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones actuales y futuras; inversión social en servicios públicos incluyendo acabar con las políticas de privatizaciones de servicios públicos, incluso con la posible nacionalización de servicios esenciales; reforma del código penal para evitar la degradación democrática; y reforma constitucional hacia un Estado Federal reconociendo los hechos plurinacionales existentes, pero una reforma no únicamente territorial sino para garantizar derechos sociales por todas partes.
La izquierda política existente tendría que tener una mayor conexión con la izquierda organizada existente que actualmente la constituyen los sindicatos confederales, que los podemos definir como «la única izquierda realmente existente». La izquierda ha sido fuerte con unos sindicatos fuertes. Porque el movimiento sindical conoce mucho más la realidad social que los propios partidos y dispone incluso de propuestas en muchos de los temas que afectan una ciudadanía que ha sufrido una fuerte política de recortes durante la crisis que sólo han beneficiado los sectores más privilegiados que detentan el poder económico y mediático y representados por la derecha política estatal y nacionalista.
Ya es hora que las izquierdas políticas, si son capaces, despierten y propongan un programa al servicio de la mayoría social. Un programa al servicio de la mayoría y no de los pocos privilegiados de siempre.